Entre los años 1870 y 1899, en Venezuela gobernaron Antonio Guzmán Blanco y nueve presidentes deudores de su hegemonía: Francisco Linares Alcántara, José Gregorio Valera, Joaquín Crespo, Hermógenes López, Juan Pablo Rojas Paúl, Raimundo Andueza Palacios, Guillermo Tell Villegas, Joaquín Crespo e Ignacio Andrade, en un periodo conocido como el Liberalismo Amarillo. Es con este último presidente que se consumó el nefando Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899 en el que Venezuela es despojada de 159.542 km² del Esequibo mediante las acciones ofensivas perpetradas por Gran Bretaña y Estados Unidos.
Revolución Legalista
Andueza Palacios llega a la Casa Amarilla (antiguo Palacio de Gobierno) el 19 de marzo de 1890 y, según la Constitución Suiza de 1881, gobernaría hasta el 17 de junio de 1892. A los pocos días de iniciado este año, Andueza Palacios intentó reformar la constitución para extender el periodo presidencial lo que generó que el 11 de marzo de 1892, un movimiento insurreccional armado, conocido como la Revolución Legalista, saliera del hato El Totumo en la provincia de Guárico, comandado por el General Joaquín Crespo, con la intención de derrocar al presidente. En pocos días la insurrección se propagó por todo el país. El 6 de octubre de 1892, Crespo, a la cabeza de 10 mil hombres y bajo un torrencial aguacero, llega a Caracas y toma el poder. El saldo de estos acontecimientos fue de 4 mil muertos y más de 2 mil heridos.
El Diablo, periódico humorista caraqueño, publicaba que el partido liberal amarillo, como nunca, estaba escindido en múltiples cabezas. Se refería obviamente a las pugnas políticas entre guzmancistas, rojaspaulistas, anduecistas y crespistas. El editorial del periódico trujillano El Fusil del 13 de enero de 1892, hace una crítica feroz: “hacen la guerra; cuando ofrecen la salvación producen el desastre; cuando ofrecen la prosperidad ocasionan la ruina; cuando ofrecen la gloria encuentran la vergüenza”, y agrega: “el anticontinuismo, es el bálsamo que vivifica y alienta para caminar los pueblos con paso firme y fe inquebrantable por el camino de la civilización y el progreso”.
Abajo el continuismo
En el año 1892 algún grupo de cantautoras y cantautores del pueblo, de esos que tienen poderes creadores, viendo ondear la bandera venezolana que diseñó Francisco de Miranda y que fuera izada en Haití el 12 de marzo de 1806 y el 2 de agosto en la Vela de Coro, compuso la guasa Bandera Tricolor que logró una vez terminada arrancar risas, sonrisas y reflexiones. El coro dice: “¡Bandera tricolor, que en Venezuela estás, abajo el continuismo viva la legalidad!”. Las estrofas dicen: “Ya Venezuela no quiere guerra porque esta tierra se va arruiná: generales, coroneles y bribones que no quieren trabajar. Por las cabañas de las montañas se dan mil mañas para robar: holgazanes, sargentones, comisarios que no quieren trabajar. Los guapetones tienen montones de mosquetones para matar: espalderos, asesinos, matasietes que no quieren trabajar. Con morisqueta de marioneta cogen la teta para chupar: aduaneros, garrapatas, sanguijuelas que no quieren trabajar”. El Orfeón Lamas en 1938 la incluye en su repertorio armonizada por su fundador, el maestro Vicente Emilio Sojo, cantada por el tenor solista Teo Capriles con acompañamiento al piano de Evencio Castellanos.
Pacto de Punto Fijo
El Pacto de Punto Fijo fue un acuerdo de gobernabilidad entre los partidos políticos venezolanos Acción Democrática (AD), Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) y Unión Republicana Democrática (URD), firmado el 31 de octubre de 1958, y donde dejan por fuera al Partido Comunista de Venezuela (PCV). Lo firman Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (Copei) y Jóvito Villalba (URD) en la quinta Punto Fijo en Caracas, no en Punto Fijo, estado Falcón, después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y antes de las elecciones de diciembre de ese mismo año. El pacto de Punto Fijo se hilvanó en una primera instancia entre 1950 y 1953 en reuniones entre Rómulo Betancourt y Nelson Rockfeller en la mansión de éste, con Diego Cisneros como enlace e intérprete. Rómulo le ponía a Mister Rocke, como cariñosamente le llamaba, su partido Acción Democrática, desde el exilio, para apoyar la política injerencista de Estados Unidos en la guerra de Corea. En esas “amenas” reuniones Betancourt le expresó a Cisneros que “el error del Libertador fue no concebir una América unida bajo los preceptos mercantilistas de Estados Unidos”.
Pacto de Nueva York
El 20 de enero de 1958, Betancourt, Caldera y Jóvito Villalba se reúnen con el Secretario de Estado John Foster Dulles, hombre accionista de la United Fruit Company de triste recordación en el Caribe por la masacre de las bananeras en Colombia en 1928 y el golpe de Estado a Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, acordado entre 1° y el 28 de marzo de ese año en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, durante la X Conferencia Interamericana. El gringo les leyó la cartilla a los tres venezolanos trazándole la agenda de Gobierno a seguir luego del derrocamiento de Pérez Jiménez, que ya estaba maquinado desde Washington porque se teñía de nacionalista y construía obras que atentaban contra los intereses gringos. Esta reunión es conocida como el Pacto de Nueva York y su objetivo general era aislar a los comunistas que se sabía serían mayoría en la Junta Patriótica de Venezuela. Las órdenes fueron detalladas en estos tres objetivos específicos: (1) perseguir, torturar y matar comunistas; (2) paralizar las redes ferroviarias para inundar el país de gandolas Mack Trucks y tractores Carterpillar y (3) fortalecer el modelo rentista para hacer de Venezuela un país dependiente con una sociedad consumista y no productora. Una vez instruidos servilmente, estos tres personajes viajaron con Dulles a Washington. Allí los recibió el vicepresidente Richard Nixon, quien visitará a Venezuela el 13 de mayo de 1958 siendo recibido a pedradas tanto en el aeropuerto como en la avenida Sucre de Catia.
Abajo el Entreguismo
En este contexto, el maestro Antonio Estévez hace un arreglo a siete voces a capella de Bandera Tricolor, respetando la armonización de su maestro Sojo, que será interpretada en 1974 por el Orfeón Universitario de la UCV en el Aula Magna con el tenor Jesús Sevillano cantando el solo. Estévez se toma la licencia de cambiar la palabra continuismo por entreguismo y escribe las letras de todas las estrofas: “Llegó el momento en que Venezuela por su petróleo va a reclamá: que los precios, los impuestos, sean más justos, que nos dejen de robá. Los gringos vivos, requetevivos por el petróleo nos quieren dar: dos centavos, miriñaquis y amenazas que se las van a tragar. Ellos pretenden que en estos tiempos las cosas sigan papa pelá: sin reclamos, ni protestas, como ovejas que se dejan trasquilá. A Míster Danger en esta crisis se le fue el tiro por culatá: si no piensa, escarmienta, se humaniza, too se le va a derrumbá. A los criollitis pitiyanquitis pongan culitis a remojá: que no sigan tracaleando, chanchulleando porque se van a envainá”.