Los bloqueos económicos impuestos contra las revoluciones de liberación nacional y socialistas, que aspiran libertad y bienestar para sus pueblos, se explican por la arrogancia del imperialismo, que se resiste a perder su control sobre las naciones y sus riquezas. De esa manera, se procura estrangular a los pueblos y liquidar los procesos revolucionarios.
Frente a ello, las revoluciones han actuado históricamente con audacia, así como lo hace nuestra revolución a través de la Ley Antibloqueo. Veamos algunos ejemplos.
En el año 1921, la revolución bolchevique había superado enormes desafíos después de cuatro años de haber conquistado el poder político para los obreros y campesinos. La Rusia soviética se encontraba destruida y con una escalofriante hambruna.
El Poder soviético tenía que actuar para salvar la revolución y Lenin adoptó medidas audaces que permitieron aumentar la producción para alimentar a la población. Se transitó del Comunismo de Guerra a la Nueva Política Económica (NEP, según sus siglas en inglés), abriéndose la economía al capital extranjero y permitiéndose la venta de los excedentes a los productores privados. Estos incentivos y condiciones permitieron el incremento del ingreso nacional y de la producción de alimento.
Asimismo, se consolidó la alianza de obreros y campesinos, tarea política fundamental de los bolcheviques. Esto le permitió al Estado revolucionario liberar y generar recursos para iniciar, simultáneamente, el gigantesco plan de electrificación de Rusia. Todo ello salvó a la revolución rusa y, con ella, proyectó décadas de históricas conquistas y glorias para el pueblo soviético y toda la humanidad.
Por su parte, Vietnam sufrió el ataque bestial por parte de tres imperios: Japón, Francia y EEUU, este último a través de una guerra sanguinaria. El país quedó en ruinas y con gravísimas dificultades sociales. La URSS apoyó a los vietnamitas en la guerra y en la reconstrucción. Sin embargo, esa ayuda comenzó a mermar con el debilitamiento de la URSS y su posterior desintegración. Los hijos de Ho Chi Minh tenían que hacer algo para el desarrollo del país y la alimentación del pueblo. En el año 1986 se inició una gran reforma económica, Doimoi, que condujo a la activación de mecanismos de mercado y a la apertura económica. Las inversiones privadas comenzaron a fluir y la economía despegó hacia un milagro económico dirigido por el Estado y el Partido Comunista, que ha sacado de la miseria y hambre a millones de vietnamitas y ha convertido a esa nación en una sólida potencia emergente con la perspectiva socialista intacta.
Vale la pena mencionar, igualmente, la experiencia de la República Popular China. Venía la revolución china de cometer graves errores con el experimento llamado Gran Salto hacia Adelante y con la Revolución Cultural. Reinaba el caos, la hambruna y la crisis económica. En ese contexto se inicia la Reforma y Apertura económica de la República Popular China bajo la conducción de Deng Xiaoping y el Partido Comunista. Se crean Zonas Económicas Especiales para la inversión extranjera, se abre el mercado para la iniciativa privada, se despliega la modernización económica y científico-técnica. Ahora, China se ha convertido en la segunda economía más grande del planeta y los comunistas chinos proclaman una larga transición al socialismo.
Cuba ha sido un caso emblemático en la búsqueda de salidas ante el bloqueo económico. Con la desintegración del campo socialista al final de los años 80, la heroica isla perdió el 95% de todo su comercio internacional, así como el apoyo clave proveniente de la URSS. Los yanquis aprovecharon esa dificilísima situación para apretar aún más el bloqueo instaurado en los primeros años de la revolución cubana. A partir de ese momento se inicia el Período Especial con durísimas penalidades para el pueblo. Los recursos escaseaban en términos críticos, lo cual amenazaba la existencia de la revolución cubana.
Ante ello, el Partido Comunista de Cuba encabezado por el comandante Fidel Castro abre la economía al capital extranjero en sectores estratégicos como el níquel, la biotecnología, el tabaco y el turismo. Este último terminaría convirtiéndose en una base esencial de la economía cubana. Actualmente, se lleva a cabo una importante reforma económica, que le abre amplios espacios a la inversión privada.
En cada uno de estos experimentos se buscó y se busca aprovechar todos los factores disponibles, que puedan aportar al despliegue de las fuerzas productivas, incluyendo la inversión privada, en función de crear sólidas bases materiales para la transición al socialismo, brindar crecientes niveles de bienestar social, alcanzar la independencia económica, generar fuentes de recursos para la defensa de la revolución.
Es decir, sin ningún tipo de complejos y a partir de las difíciles condiciones de esas naciones, se incorporó al capital privado para el desarrollo nacional bajo la conducción de las fuerzas revolucionarias. Obviamente, esto no significa que estos experimentos estén exentos de problemas y contradicciones. Afirmar eso sería anti-dialéctico.
Sin embargo, con esas estrategias económicas las revoluciones están en condiciones infinitamente más favorables para superar los nuevos desafíos en comparación al momento de inicio de las políticas.
Lejos de representar una claudicación, estas estrategias contribuyeron a consolidar los proyectos revolucionarios.
Por cierto, el comandante Chávez también estableció una visión que incorpora todos los factores productivos al desarrollo de la nación bajo la rectoría del Estado y la dirección de las fuerzas revolucionarias. Eso quedó plasmado en el Plan de la Patria, su testamento político, donde se establece una economía mixta como parte del modelo de desarrollo económico del país.
Asimismo, su política petrolera se desplegó con una muy importante participación de la inversión extranjera.
Siguiendo esos ejemplos, en los actuales momentos la Revolución Bolivariana adopta medidas que abren espacios a la inversión privada en función del desarrollo nacional.