Geraldina Colotti y Verónica Diaz
En algunos aspectos, estamos retrocediendo 25 años. Así lo afirmó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en una entrevista concedida con motivo del 75 aniversario de Naciones Unidas. Debido a la pandemia de coronavirus – dijo -, el desarrollo del mundo sufrirá un retroceso especialmente en la lucha contra la pobreza y el hambre.
Una situación que, para la Venezuela bolivariana, se ve agravada por el feroz bloqueo económico-financiero que, en las intenciones del imperialismo, apunta a asfixiar al pueblo para empujarlo a rebelarse contra el gobierno. Un plan articulado para frenar la carrera del socialismo bolivariano, que quemaba todas las etapas de desarrollo, y por eso había alcanzado rápidamente las Metas del Milenio.
Aprovechando la crisis internacional, y luego esperando aprovechar la muerte del Comandante Hugo Chávez, el imperialismo ha acelerado y multiplicado la guerra híbrida contra el socialismo bolivariano, articulándola en los más diversos niveles.
Un ataque que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reivindicado reiteradamente, confirmando sus intenciones de reafirmar la hegemonía estadounidense también en la intervención realizada, vía web, en la Asamblea General de la ONU: «Estamos con los pueblos de Cuba, Nicaragua y Venezuela en su legítima lucha por la libertad, dijo Trump, explicando que su idea de paz proviene de la imposición de la fuerza.
Una afirmación que, traducida a la práctica, debe ser revocada en términos, reemplazando la palabra «pueblos» por «oligarquías». Desde Afganistán a Irak pasando por Libia, no faltan ejemplos para entender qué «libertad» ha traído el imperialismo estadounidense.
Así, hablando virtualmente en la cumbre de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, dijo: «Estados Unidos y su gobierno han tratado de erosionar, mediante medidas criminales coercitivas y unilaterales, nuestra base de seguridad social al intentar derribar el modelo de inclusión y justicia social que hemos construido, pero sin éxito .
Y de hecho, aseguró el mandatario al enumerar los puntos de su política económica en favor del pueblo, Venezuela reafirma su compromiso con la Agenda 20-30 «y con la protección integral de nuestro pueblo en todos los aspectos de su desarrollo sostenible».
La Agenda 20-30 fue adoptada en 2015 por los 193 estados miembros de las Naciones Unidas y proporciona una hoja de ruta hacia un nuevo modelo de desarrollo que pone la paz, la prosperidad y la protección del medio ambiente en el centro. La Agenda tiene 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que reemplazan los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y guiarán el trabajo de las Naciones Unidas hasta 2030.
Objetivos que permanecerán puros enunciados en los países capitalistas, mientras que en Venezuela son un compromiso concreto: No habrá agresión imperial, bloqueo, sanciones – dijo Maduro – que puedan frenar el camino de Venezuela hacia la justicia social, el desarrollo sostenible y la felicidad de todos como lo soñó el comandante Hugo Chávez y como lo imaginó nuestro Libertador Simón Bolívar.
Para la ocasión, durante una de sus conferencias televisadas, el mandatario recordó el histórico discurso de Chávez en la ONU, cuando el comandante había dejado a todos atónitos al decir: «Ayer estuvo el diablo aquí, huele a azufre», refiriéndose al entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush. La democracia no se impone con marines y armas, dijo Chávez. «El pueblo estadounidense quiere la paz, pero no su gobierno», agregó, mostrando un libro de Noam Chomsky.
Maduro relató la noche que pasaron definiendo las líneas del discurso que habría tenido el comandante al día siguiente, pero que luego había desatendido, descartando el protocolo. Una intuición brillante, recordó Maduro, porque al día siguiente, toda la ciudad habló con respeto a la valentía de Chávez.
Y los pobres del Bronx, que durante tantos años se han calentado gracias al petróleo gratuito de la refinería venezolana Citgo, que tiene su sede en Estados Unidos, lloraron la muerte del comandante y posteriormente recibieron con entusiasmo a Maduro cuando acudió a la ONU a apoyar, con la misma dignidad, la soberanía de Venezuela.
Salvo que ahora tanto Citgo como el oro de Venezuela (el recurso contra el robo de los bancos británicos se está realizando en este momento) ha sido tomado por los títeres del imperialismo, que piden a sus amos que aprieten la soga alrededor del cuello del pueblo venezolano.
«Si el mundo le ganó al fascismo hace 75 años -dijo Maduro recordando la constitución de la ONU- el mundo puede ganar en esta etapa a quienes quieren imponerse como hegemón dominante, puede ganarle a las ideas imperialistas y al neofascismo, estamos seguros de esto. El siglo XXI es de los pueblos .
Luego, el jefe de Estado venezolano unió su voz a la de Cuba que, a través del canciller Bruno Rodríguez, denunció «el comportamiento irresponsable de Estados Unidos», definiéndolo como «el mayor peligro para la paz y la seguridad internacionales».
A pesar de las «sanciones ilegales y criminales – dijo Maduro – el 6 de diciembre los venezolanos elegirán a sus parlamentarios de manera soberana, libre y democrática, sin injerencias externas del imperialismo que nunca ha dejado de violar los derechos humanos». Luego, invitó al Secretario General de la ONU a enviar una comisión técnica para acompañar el proceso electoral del 6D.
«Venezuela – dijo Maduro – defiende un mundo multipolar, un sistema de Naciones Unidas renovado, un sistema que sabe hacer cumplir el derecho internacional y proteger a los pueblos del mundo». Por lo tanto, criticó los ataques de Trump a la Organización Mundial de la Salud. «Este no es el momento de insultar, de amenazar a la OMS, es momento de sumarse a su favor», dijo.
«Nos encontramos – continuó – teniendo que enfrentar un desafío: o construimos un mundo multipolar en el que todos podamos vivir en paz y ser respetados, un mundo equilibrado con pleno respeto por el sistema de las Naciones Unidas y el derecho internacional, o se va imponer un mundo dominado por un único hegemón. Mientras tanto, Venezuela, que resiste las agresiones del imperio más poderoso del planeta, orgullosa de ser una nación soberana, «está conquistando su segunda independencia».