Biden y Harris bombardean Siria
Los demócratas, supuestamente menos malvados que los republicanos, llegaron al poder en enero y ya empezaron a bombardear países. El viejito bonachón y la primera mujer en ocupar el cargo de vicepresidenta, ordenaron alborotar de nuevo a Siria porque en esa región la paz es mal negocio, en especial para la industria armamentística.
Esto ocurre impunemente porque los mecanismos que, en teoría, sirven de contrapeso al poder de las naciones más fuertes se hacen los sordos y ciegos ante estas tropelías.
La Organización de las Naciones Unidas se limita a una declaración del secretario general, escrita con suma delicadeza y leída por un vocero, en la que expresa «preocupación por la volátil situación» e insta «a todas las partes» a contenerse. Para EEUU, que fue el autor del bombardeo, ni siquiera un regañito especial, un «pórtense bien, señor Biden, señora Harris, al menos mientras calientan las sillas».
Muchas ONG antibélicas (en especial, claro, las financiadas por el complejo industrial-militar), también miraron para otro lado.
Y ni se diga de los medios de comunicación de la maquinaria global que prefirieron darle al asunto un enfoque centrado en su originalidad: fue el primer bombardeo en cuya autorización participó una mujer negra, hija de inmigrantes. ¡Qué gente tan innovadora y disruptiva!
Uribismo en la grandes ligas de los crímenes de lesa humanidad
Las revelaciones sobre la verdadera magnitud de los crímenes de lesa humanidad del uribismo son otra muestra contundente de que los capos de la derecha pueden perpetrar cualquier delito y la llamada «comunidad internacional» hará lo posible por ocultarlo, silenciarlos, minimizarlos, relativizarlos y, en última instancia, justificarlos.
Es necesario decir que el caso de los llamados Falsos Positivos es, en realidad, el del asesinato en masa y sostenido durante años de jóvenes inocentes sólo para engordar las estadísticas de la supuesta lucha antisubversiva. El nombre de Falsos positivos es solo una manera decente de denominar a esta barbaridad, que debería incluirse entre los peores genocidios de las últimas décadas en el planeta. Hasta donde se ha averiguado 6 mil 402 personas fueron exterminadas así.
Los mandos militares y policiales, bajo la dirección del entonces presidente Álvaro Uribe, detenían a campesinos, obreros, desempleados, indigentes y estudiantes, los llevaban hasta supuestos lugares de enfrentamiento y simulaban combates. Luego hacían gran alharaca sobre los guerrilleros dados de baja y, gracias a la gran cantidad de muertos, recibían ascensos y premios en metálico.
Para tratar de limpiar un poco la imagen del uribismo, el subpresidente Iván Duque denuncia los supuestos “crímenes atroces” de Nicolás Maduro y se declara preocupado por los migrantes venezolanos. La «comunidad internacional» lo aplaude.
Otra de Washington: con mi Arabia Saudita no te metas
Para la antología universal de las posturas acomodaticias es la actitud de EEUU respecto a Arabia Saudita.
Un informe de la Agencia Central de Inteligencia confirmó lo que ya se sabía, que el príncipe heredero saudita, Mohamed Bin Salman, autorizó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, colaborador de The Washington Post, quien fue descuartizado.
Pues bien, luego de publicar el informe, EEUU ha dicho que no aplicará medidas coercitivas unilaterales contra Bin Salman porque ellos «no sancionan a líderes extranjeros», una afirmación tan mentirosa que se puede refutar con una larga lista. Sin ir muy lejos, el presidente venezolano, Nicolás Maduro y casi todos sus colaboradores lo están. Para capturar a Maduro, incluso hay una recompensa millonaria.
Si el caso Khashoggi fuese responsabilidad de uno de los gobiernos a los que la «comunidad internacional» les tiene ojeriza, no solo lo hubiesen sancionado, sino también le hubiesen dejado caer su ración de bombas humanitarias. Pero, como se trata de los socios sauditas, ni con el pétalo de una flor.
Canciller española preocupada por migrantes… en Cúcuta
La hipocresía de la clase política europea es de campeonato mundial. Una de las regiones del norte privilegiado que ejecuta las medidas más dantescas y criminales contra los migrantes pretende, desde hace años, utilizar el tema de los desplazados venezolanos hacia Colombia como uno de sus tantos shows contra el gobierno bolivariano.
El premio mayor se lo llevó en este inicio de 2021 la canciller española, Arancha González Laya, quien vino a respaldar los marketineros esfuerzos del gobierno de Iván Duque por aparentar que está ocupándose de los venezolanos que se encuentran en Colombia.
Para demostrar el drama humanitario, la funcionaria del gobierno español aceptó hacer parte de una comparsa montada en Cúcuta, a poco más de dos años después de aquella conspiración del Venezuela Aid Live, un concierto tras el cual se escondía la intención de invadir el país.
La canciller, si es que quiere drama, bien podría ocuparse de los africanos que intentan llegar a España (como consecuencia de las guerras y los saqueos que Europa ha hecho en sus países), y que son repelidos en alta mar, donde muchos mueren ahogados, una verdadera vergüenza para la humanidad.