En la avenida El Milagro de Maracaibo, en el Estado Zulia, hay una plaza con una estatua de una mujer montada sobre un burrito. Ella mira al infinito, como quien mira al futuro. Su brazo en alto y su índice lo señalan. Detrás, un esclavo con látigo en mano. Esa estatua representa el suplicio de Ana María Campos, y rinde tributo a ésta valiente heroína zuliana, quien pagó con tortura y escarnio público su convicción en las ideas libertarias. O capitula o Monda, diría la joven en reuniones patriotas clandestinas para agitar los corazones y voluntades de los patriotas. Afirmación que también enfureció al tirano Morales.
Bolívar visita Maracaibo
Luego de haber obtenido aquella hermosa victoria en Carabobo, el 24 de junio de 1821, El Libertador pasó por Maracaibo de camino a Cúcuta, donde iría, según el cronista Fernando Guerrero Matheus a «(…) prestar juramento de su cargo como Presidente de la Gran República ante el congreso allí reunido, y a seguir de cerca el proceso y elaboración de la carta Magna del nuevo estado”. Bolívar llegó a Maracaibo el 30 de agosto y el pueblo lo recibió por todo lo alto: «(…) las puertas de las casas se adornaron con marcos de flores, hubo lanzamiento de salvas y mucha admiración y reconocimiento». Se dice que «en la madrugada del 30 de agosto desde el balcón de Casa Fuerte, ubicado en las inmediaciones de la hoy sede del Banco Central de Venezuela, el pueblo vitoreó la presencia del Libertador». En la tarde del 18 de septiembre partió rumbo a Cúcuta.
Los realistas tomaron Maracaibo
Las tropas realistas, ahora bajo el mando de Francisco Tomás Morales se reorganizaron para avanzar en campaña y retomar Coro, Maracaibo, Trujillo y Mérida. El ejército libertario enfrentó con valentía y detuvo a los realistas. Sin embargo, en sorpresiva avanzada por vía acuática, en septiembre de 1822, Morales, logró invadir territorio zuliano por la Guajira y finalmente tomó la Provincia de Maracaibo.
A los fines de detectar sublevaciones, Morales estableció una red de espías, fuerte vigilancia y puso en circulación “El posta español de Venezuela”, periódico semanal, donde además de órdenes y proclamas, publicaba fragmentos de documentos de los patriotas a los que hacía comentarios para deslegitimarlos. El lema de este periódico era: “deseos de ilustrar a los pueblos de Venezuela sobre sus verdaderos intereses, demostrar los terribles efectos que han producido y producirán, los genios regeneradores de la independencia e inmoral libertad”.
La Campos
En medio de estas circunstancias de control y guerra informativa, los patriotas realizaban reuniones clandestinas para debatir y agitar conciencias. A su vez, hacían recorridos por diferentes pueblos y organizaban mítines relámpagos para mantener el espíritu libertario y hacer frente a las mentiras que Morales divulgaba. Ana María destacó en estas acciones pues además de valiente tenía un verbo encendido y una gran capacidad organizativa. Su casa fue lugar permanente de las reuniones patriotas, y desde allí planificó la realización de tomas callejeras, panfletos y otros documentos con el fin de sumar voluntades a la causa patriota. Convencida de la posibilidad de la retoma de la Provincia de Maracaibo por parte del ejército libertador, el cual había avanzado, Ana María manifestó en diversos actos: «Si Morales no capitula monda».
Las acciones de la heroína llegaron a oídos de Morales y fue detenida. Conminada a retractarse afirmó: » (…) dada la justicia de los patriotas americanos, los poderosos recursos con que cuentan. La actitud imponente del intrépido Padilla y el cerco de acero que por doquier amenaza, si usía no capitula, monda». Así que Morales dictó condena: «azótenla, montada en un asno para que todo el pueblo vea lo que hacemos con los patriotas». Y así montada en asno, semidesnuda y bajo azote recorrió todas las calles del antiguo Maracaibo. Ante el llamado a arrepentirse contestaba «Si Morales no capitula Monda», y otro latigazo iba contra su humanidad. Pocos meses después, con el triunfo de la Batalla Naval del Lago, Morales capituló y se marchó a Cuba y de allí a España.
Los Puertos de Altagracia
La heroina vino al mundo el 2 de abril de 1796, en los Puertos de Altagracia, en la Costa del sur del Lago de Maracaibo. Aunque como toda niña de la época recibió una limitada educación y mucha religión, desde muy joven se familiarizó con las ideas emancipadoras, pues Venezuela toda era un hervidero. Ana María soportó firmemente la tortura, la cual le dejó diversas dolencias que la llevaron a otros paisajes el 17 de octubre de 1828. Tuvo la satisfacción de vivir la capitulación de Morales.
La Batalla Naval del Lago
El 24 de julio de 1823 se logró la extraordinaria victoria en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, con la cual se selló la Independencia. El Almirante José Prudencio Padilla, comandante del tercer departamento de Marina y de las operaciones sobre el Zulia dirigió la escuadra republicana y se enfrentó al capitán de navío Ángel Laborde y Navarro, Comandante y segundo jefe de la armada española sobre Costa Firme. La batalla duró aproximadamente tres días y el general Manuel Manrique fue el estratega patriota en tierra.
Ya el 21 de julio Padilla había emitido la siguiente proclama: “Compañeros: la puerta del honor está abierta; el enemigo nos ataca, y nosotros lo esperamos (…) ¿Le temeremos? No! Ni el general Padilla, ni lo bravos que tiene él la honra de mandar, vacilarán jamás al ver al enemigo a su frente (…) os aseguro la victoria (…) confiado en vuestro valor, y en la justicia de nuestra causa. Colombianos: Morir o ser Libres”.
LA CAMPOS por Marcial Hernández
«Si no capitula, monda»,
Como lo dijo La Campos»
«¡O capitula o monda!» La heroína
Dice a Morales, el cruel hispano.
Y al ver cómo adivina
Y el pronto fin de su poder le augura.
Colérico el tirano,
Para llenar al pueblo de pavura,
A la infamante pena
De públicos azotes la condena.
Llevada a lomo de servil jumento,
Por ante el pueblo sometido al yugo,
Cruzó más de una polvorosa vía;
Y el atroz latigazo del verdugo,
La frente irguiendo y encorvado el torso,
«¡O capitula o monda!» repetía…
Fue anuncio realizado en aquel día,
De la zuliana libertad primero.
Que la armígera flota
Del engreído ibero,
Al golpe del cañón con hondo estrago
Cayó al abismo sepulcral del Lago.
Hoy por la historia veo
Al tirano exhibido en la picota.
Él ahora es reo,
Y la musa del pueblo es quien lo azota;
Mientras la Campos, con altiva frente
Orlada de laureles, se divisa
Cual noble lar de la maracai gente.
Y es que el ara del valor triunfante.
La hembra se convierte en profetisa,
Si el varón se transforma en hierofante.
Tras el rizo gentil arde una llama
Y late un corazón tras el corpiño.
La doncella o la dama,
Carne de rosa bajo piel de armiño.
Puede ser Juana de Arco, la guerrera
Santificada ante la roja hoguera;
Puede ser Policarpa
Manando sangre por la abierta herida;
La Cáceres, entera en el tormento,
O La Campos, erguida
Como una pitonisa en el jumento.