Pintura heroica
Con su obra, recreó magistralmente nuestra gesta emancipadora. A través de sus lienzos, Martín Tovar y Tovar, nos mostró un ejercicio histórico de gran valor artístico para legarnos, como páginas de crónicas, las batallas, el territorio donde tuvieron lugar, los ejércitos en confrontación, y a los héroes en plena acción de lucha. Según el escritor y crítico Juan Calzadilla, este pintor, “(…) divide al siglo; pone fin a una época y comienza lo que será la etapa heroica de nuestra pintura (…)”.
La Batalla de Carabobo, es una de sus obras más valoradas, y fue presentada en 1888, en el marco de la inauguración del Salón Elíptico del Palacio Federal. En ésta obra, de gran magnitud, el pintor nos presenta diferentes eventos del combate, como el Libertador dirigiendo la estrategia, Páez en plena batalla, así como la muerte de Negro Primero y de Plaza. Al conocer el trabajo de Tovar y Tovar, el muralista mexicano, David Alfaro Siqueiros señaló: “(…) su mural de la bóveda del Salón Elíptico (…) muestra, sin duda alguna, al más grande muralista latinoamericano del siglo XIX y uno de los más brillantes del mundo”.
Entre sus obras podemos mencionar Batalla de Boyacá, Batalla de Junín, Batalla de Ayacucho; así como retratos de los próceres y personajes emblemáticos como Simón Bolívar, José Félix Ribas, Francisco de Miranda, Rafael Urdaneta y José María Vargas, entre otros. Sobre Firma del Acta de Independencia, Manuel Cabré, el pintor del Waraira, escribió: “En las colecciones de Versalles hay pocas pinturas de género que puedan compararse con el 5 de Julio de 1811 pintado por Tovar y Tovar”.
Pintor Caraqueño
Nació en Caracas, el 10 de febrero de 1827, justo por esos días en que El Libertador visitó por última vez el país intentando detener el movimiento separatista de La Gran Colombia conocido como La Cosiata. Fue hijo de la caraqueña Damiana Tovar Liendo y de Antonio María Tovar, oficial granadino que estuvo bajo las órdenes de Pablo Morillo.
Desde niño era muy curioso y vivaz. Asombrados por sus inclinaciones artísticas desde temprana edad, sus padres lo llevaron a formarse con el pintor, litógrafo y fotógrafo Celestino Martínez. Continuó estudios en la Academia de Dibujo con el pintor y pedagogo Antonio José Carranza y también con el maestro Carmelo Fernández en el Colegio de La Paz.
Pionero de la litografía
Apasionado por la pintura se hizo amigo de Francis Clément LeBeau, un médico francés, con gran conocimiento de la pintura, con quien pasó muchas tardes conversando sobre arte, pintores y tomando algunas lecciones. Con apenas quince años daba clases en colegios de niñas de la época, y en 1844, junto a Carmelo Fernández, Rafael Meneses y Pedro Correa, compró y regentó, la célebre litografía de Müller y Stapler; para convertirse en uno de los pioneros del arte litográfico en el país.
Viaje a Europa
A los veintitrés años se fue a formarse a Europa. Estudió en la Academia de San Fernando de Madrid, donde tuvo como maestro en colorido y composición, al pintor y grabador José de Madrazo y a Federico de Madrazo y Kunz, pintor especializado en retratos románticos, arqueología y ropaje. Afiebrado por conocer más y más sobre la pintura, tomó adicionalmente clases de anatomía pictórica, perspectiva, historia y costumbres, bajo la dirección de Antonio M. Esquivel, Patricio Rodríguez, Francisco José Fabre, Eduardo Cano y de Ramón Rodríguez. Al culminar se fue a París a estudiar el taller de Léon Cogniet, pintor de estilo romántico y neoclásico, con quien practicó la pintura del natural. Por esos días dio clases de dibujo en París para mantenerse.
De vuelta al país
En 1955 regresó y propuso la creación de un Museo Nacional, para lo cual planteó “copiar” algunas de las obras de los mejores artistas. Su propuesta fue aceptada, ya que para la época, incluso la enseñanza artística se basó en la copia de modelos europeos. Sin embargo, no contó con los recursos económicos para emprender el proyecto. Esa temporada se dedicó al retrato. A su vez, entre 1857 y 1859 dirigió la cátedra de dibujo natural y topográfico en el Colegio de Roscio y de dibujo lineal.
Afición por la fotografía
Regresó a París donde permaneció año y medio, y participó en la Exposición Universal en Londres. Además de la pintura, se aficionó por la fotografía, así que al poco tiempo de retornar a Venezuela, fundó en 1865, en la esquina del Principal, su estudio: Fotografía Artística de Martín Tovar y Tovar, donde realizó “trabajos fotográficos, iluminaciones, además de retratos al óleo”.
Según reseñas del diario El Federalista, realizaba, exposiciones permanentes de fotografías y de pinturas al óleo. Cuentan que su taller tenía los procedimientos de fotografía más avanzados de la época, llamados «retratos mágicos». José Antonio Salas, padre del pintor Tito Salas, fue su socio en el estudio.
Pintar a los próceres
A partir de una petición del Ministerio de Interior y Justicia en 1873 realizó para el Salón Elíptico del Palacio Federal, treinta cuadros dedicados a los próceres. Sobre dicha colección, Enrique Planchart escribió: “logró crear en parte figuras tan bien caracterizadas, que la historia y la imaginación popular acaban aceptándolas como auténticas, o por lo menos, como valederos retratos”. Con su obra, la Apoteosis de Miranda, presentada en 1896, para conmemorar los ochenta años del fallecimiento del Precursor, cerró su producción histórica para dedicarse a realizar paisajes al aire libre en Macuto y Caracas.
Reconocimientos
En 1867 obtuvo Medalla de Oro en la Exposición Universal Internacional de París. En 1872 participó en la «Primera Exposición Anual de Bellas Artes Venezolanas» organizada por James Mudie Spence; y en la «Exposición Internacional Anual de obras selectas de Bellas Artes y Arte Industrial e Inventos Científicos» en Londres, donde sus obras fueron ampliamente valoradas. Con motivo del Centenario del natalicio del Libertador, participó en la «Exposición Nacional de Venezuela», donde expuso entre otras obras, la Firma del Acta de la Independencia, por la cual, le otorgaron la Medalla de Oro en Bellas Artes. Incluso fue reproducida en litografías y representada en los llamados “cuadros en vivo”.
A los 64 años de edad, el 17 de diciembre de 1902, murió el pintor. En su homenaje, El Cojo Ilustrado publicó varias entregas con reproducciones de sus obras y dibujos. Sus restos fueron llevados del Cementerio General del Sur al Panteón Nacional en 1983.