José Gregorio Linares
“Seguid el ejemplo que caracas dio”, dice nuestro Himno Nacional. Y en efecto Caracas ha sido a lo largo de la historia un ejemplo a seguir. Ha sido escenario de disputa entre fuerzas foráneas reaccionarias y fuerzas internas patriotas. En esta ciudad en distintas coyunturas históricas han surgido personajes emblemáticos en la lucha contra la dominación extranjera. Nunca nos hemos rendido ante los enemigos foráneos.
En 1595 el corsario inglés Amyas Preston invadió la ciudad. Había arribado a las costas de La Guaira con seis barcos y quinientos hombres. De allí emprendió la marcha hacia Caracas, atravesando el Waraira Repano. No se vino por el sendero de la culebrilla (ahora conocido como Camino de los Españoles) sino que tomó una ruta menos conocida para sorprender a los habitantes. Llegó con “cuatrocientos bien armados” a las cercanías de la Plaza Mayor. Allí lo enfrentó un anciano quijotesco llamado Alonso Andrea de Ledesma. Y lo hizo solo porque el resto de los caraqueños habían salido en búsqueda de los invasores para hacerles frente. Éste “con su lanza y adarga salió a encontrar al corsario que, marchando con las banderas tendidas, iba avanzando hacia la ciudad”, cuenta Oviedo y Baños. De modo que este caraqueño encaró solo, sin más nadie, a las huestes de filibusteros. Fracasó en el intento; “le hicieron luego pedazo, y entraron en el pueblo”, cuenta el cronista Fray Pedro Simón. Como vemos, Andrea de Ledesma no logró derrotar a los invasores, que al no conseguir el pago demandado a cambio de no destruir la ciudad, la incendiaron y devastaron. Pero la historia de arrojo y coraje de este hombre es símbolo de resistencia, que permanece vivo en la memoria ancestral de los caraqueños.
Del mismo modo, a comienzo del siglo XIX, Caracas fue pionera en la lucha anticolonial suramericana. Fue acá donde se inició en 1810 la epopeya de la independencia hispanoamericana. En efecto, el 19 de abril de ese año fue un acto de soberanía y resistencia, primero contra el ejército francés que invadió España en 1808 y, simultáneamente, un primer paso hacia la independencia continental del imperio español. El hecho tuvo resonancia en el mundo entero. En Londres los periódicos anunciaron que “los habitantes de Caracas se han declarado independientes a consecuencia de la disolución de la Junta Suprema y de la entrada de los franceses a Sevilla”. De modo que podemos afirmar que a inicios del siglo XIX Caracas fue el epicentro de la independencia hispanoamericana, el ejemplo a seguir en la lucha anticolonial.
De igual manera a comienzos del siglo XX, durante el gobierno de Cipriano Castro (1899-1908), Caracas se convirtió en centro de la resistencia antiimperial. Entre diciembre de 1902 y marzo de 1903 varias potencias europeas, con el pretexto del cobro de deudas, conformaron una alianza contra Venezuela: bloquearon nuestras costas, hundieron nuestros buques, desembarcaron tropas, bombardearon fortificaciones, destruyeron edificaciones, dispararon contra la población civil, y dejaron decenas de muertos. La respuesta del pueblo de Venezuela, en especial del pueblo caraqueño, no se hizo esperar. Miles de patriotas salieron a protestar, y cien mil voluntarios se organizan en milicias populares para enfrentar la planta insolente del extranjero. Entre ellos el médico José Gregorio Hernández.
Hoy vivimos momentos críticos. Venezuela está amenazada por el más genocida imperio. En virtud de que Caracas es la sede de los poderes públicos nacionales, esta ciudad se convierte en un objetivo político-económico-militar prioritario para EEUU. Sobre esta ciudad ha lanzado sus proyectiles más destructivos: desabastecimiento, boicot del transporte, paros, hiperinflación, paramilitarismo, sicariato, invasión cultural, daño a la propiedad privada y al patrimonio público, inseguridad programada, crímenes de odio, guarimbas, saboteo informático y financiero, divisionismo en el seno del movimiento popular, etc. En la Casa Blanca saben que Caracas es el epicentro de la política nacional. Lo que ocurre en Caracas irradia todo el país. Si Caracas cae, Venezuela es herida en el corazón.
Debemos, por tanto, garantizar que su administración y gobierno estén en manos de líderes patriotas, con trayectoria exitosa en la organización de la contraofensiva antiimperial. En la contienda electoral que se avecina no podemos vacilar. Todas las fuerzas patriotas unidas debemos respaldar a Érika Farías, una caraqueña del Guarataro, una luchadora “sancionada por EEUU”, una joven rebelde de la parroquia San Juan, una militante con sólida formación ideológica, una líder de probada experiencia en la gestión gubernamental, una mujer de firmes convicciones antiimperialistas.
Cuatro F Nº 148 (PDF)