Cuando del poder hegemónico mundial se decide a destruir un país, le da con todo, le manda los cuatro jinetes del apocalipsis.
Las calificadoras de riesgo lanzan profecías que se autocumplen
Cuando se haga un ranking mundial de las instituciones y empresa más perversas e hipócritas de la contemporaneidad, las calificadoras de riesgo estarán ahí, peleando los primeros puestos. Son brazos privados de corporaciones privadas que se han autoasignado la atribución de decir qué tan bueno o malo es hacer negocios con otras corporaciones privadas (incluyendo las de sus propios conglomerados de intereses) o con entidades públicas (entre ellas gobiernos de países soberanos).
Las calificadoras de riesgo pueden utilizar parámetros más o menos científicos, estadísticas y cosas por el estilo, pero lo habitual es que den sus dictámenes de acuerdo a motivos políticos o a intereses económicos particulares.
El caso de Venezuela es emblemático: el país honra todos sus compromisos y tiene las reservas de materias primas necesarias para ofrecer garantías a sus acreedores, aun en momentos de grandes dificultades, pero las calificadoras de riesgo, actuando como brazos ejecutores de la política imperial, decidieron hace tiempo que es el país más riesgoso del planeta.
Al demoler así la confianza que el mundo podría tener en Venezuela, se hace más difícil reestructurar la deuda o encontrar nuevos préstamos. En consecuencia, las mismas calificadoras de riesgo utilizan otra de las competencias que se han arrogado: decidir si un deudor está o no en cesación de pagos o default. A Venezuela, ya una de las calificadoras la ha declarado en “cesación parcial”.
Es la típica profecía que se autocumple, como el ladrón que “adivina” que dentro de diez minutos en este lugar habrá un atraco, y nueve minutos más tarde, saca su pistola.
La mediática mundial explica por qué Venezuela está “medio embarazada”
Las calificadoras de riesgo no serían nada sin el apoyo de la maquinaria mediática mundial, porque esta habla de los dictámenes de aquellas como si fuera “palabra de Dios / te alabamos, señor”.
En los últimos días, la comparsa mediática global se aferró a la declaración de la patéticamente célebre Standard & Poor`s (una entre los artífices de la crisis económica planetaria de 2007), según la cual Venezuela está en “default parcial”.
Al aparato comunicacional de la derecha mundial le basta con eso. Con tal de que aparezca la palabra default, los gigantes corporativos mediáticos pueden montar el tinglado a través de sus periodistas especializados y sus analistas, quienes le ponen visos de drama y tragedia con expresiones como “Venezuela se tambalea al borde del abismo” o “Maduro pisa la línea roja”.
Como el sistema funciona mediante retroalimentación, toda esa mala prensa incide, de retruque, en el índice riesgo-país, de modo que en los próximos días (u horas), las calificadoras pueden bajarnos aún más la nota o decir que ya el default es total. O sea, que ya Venezuela no estará medio preñada, sino preñada completa.
La oposición local celebra su triunfo
A las calificadoras y a la prensa global se les puede excusar relativamente su infamia contra Venezuela porque son empresas de otras partes del mundo, igual que sus flamantes especialistas. En cambio, la oposición local está formada por personas nacidas en Venezuela (no es exactamente lo mismo que venezolanas, ¿cierto?), de manera que sus gestiones a favor de que el gobierno nacional entre en situación de insolvencia financiera están –para decirlo con cierta cursilería- teñidas del color de la traición.
En 2017, la oposición “venezolana” hizo su aporte al apocalipsis mediante la grave alteración de la paz y con sus nefastas gestiones para que al país no se le dé ni agua.
Siguiendo (por curiosidad antropológica) el comportamiento de los opositores en los medios de comunicación y, sobre todo, en las redes sociales, es posible observar la miseria de quienes, a pesar de su actitud apátrida, siguen siendo nuestros compatriotas. Un amigo, extremadamente benevolente, me dijo: “Hay que comprenderlos, vale: si Venezuela cae en default, sería su única victoria del año”.
La prensa “nacional” anuncia eso mismo: el apocalipsis
En situación similar a la oposición interna se encuentra la prensa “nacional”, que ha consagrado todo su trabajo (no solo en política, y economía, sino hasta en el horóscopo y las recetas de cocina) a lograr que Venezuela quiebre (y se quiebre).
Algunos enfoques son tan rastreros que los medios “nacionales” los presentan por cuenta de las agencias extranjeras de noticias. Cabe suponer que a los periodistas venezolanos, asalariados en esos órganos de difusión, les tiembla un poco el pulso a la hora de cooperar con semejantes campañas. Bien por ellos.
Igual como pasa con los otros tres jinetes, este de la mediática criolla forma parte de una infernal maquinaria que se retroalimenta. En tiempos de guarimbas o de paz en las calles y de ataques inclementes en los comercios contra los más pobres, los cuatro siempre van juntos y a todo galope.