Comenzamos este 2018 con la conciencia y el optimismo necesarios para continuar enfrentando los intentos golpistas del imperio norteamericano y sus aliados. En estos primeros días del año, ha arreciado la feroz campaña internacional de desinformación sobre la situación en Venezuela, en el contexto de una nueva ronda de conversaciones para el diálogo de paz entre el Gobierno Bolivariano y la oposición venezolana.
Los objetivos de la oposición apátrida y sus aliados externos siguen siendo los mismos de siempre: primero, fomentar la matriz de la necesidad de una intervención extranjera en el país; y segundo, intentar la desmoralización de nuestro pueblo.
En cuanto a lo primero, es necesario continuar denunciando ante el mundo que Venezuela se encuentra hoy ante el asedio más brutal que se haya conocido en la historia de nuestro continente.
Luego de las contundentes victorias electorales y políticas de 2017, con las que las fuerzas revolucionarias lograron derrotar la violencia fascista, se inició una peligrosa arremetida en el ámbito financiero y económico tras la que se esconde un grotesco plan genocida.
Grupos económicos transnacionales buscan asfixiar al Estado venezolano y anularlo. Lo que estamos viviendo no es un ataque contra un Gobierno, sino contra toda una población.
En casi dos décadas, la Revolución Bolivariana ha demostrado que es un proyecto de liberación nacional viable, con miras al socialismo, sustentado en la paz, la democracia y la justicia social.
Los logros están allí, concretos, evidentes, pese a las constantes amenazas y agresiones del imperialismo. Y con todos los serios problemas que en el ámbito económico enfrentamos, y que hoy se agudizan por la crisis estructural del capitalismo, seguimos siendo el único país en el mundo que destina más del 70% del presupuesto nacional a la inversión social, en una coyuntura en la que el neoliberalismo obliga a los gobiernos a cancelar sus programas sociales y a eliminar derechos como el del trabajo, la salud, la educación, las pensiones dignas.
Solo hay que dar un vistazo a lo que sucede en otros rincones del planeta: desahucios, recortes de salarios, cierre de escuelas públicas, desmantelamiento del sistema público de salud; para notar la gran diferencia entre nuestro proyecto y el de ellos; es decir, entre el Socialismo y el Capitalismo.
Los serios y graves desajustes que hoy padecemos en el área económica y que están afectando dolorosamente al pueblo venezolano, son producto de toda una conspiración financiera internacional no solo para derrocar la Revolución Bolivariana, sino para atentar contra nuestra soberanía y nuestra independencia. Necesitan imponer aquí un gobierno títere que permita el saqueo de las riquezas nacionales y principalmente de la Faja Petrolífera del Orinoco, que alberga la mayor reserva petrolera del mundo.
Eso hay que decirlo, porque ese es y ha sido el gran propósito de los inquilinos de la Casa Blanca, desde que el Comandante Chávez asumió la presidencia de la República por vez primera; o sea, desde Bush,pasando por Obama y ahora con el fatídico Trump. Eso no ha cambiado.
Agudizan ahora la Guerra No Convencional con la focalización de conflictos que son magnificados a través de las redes sociales. Vemos como coinciden en el plan conspirativo, la extrema derecha que maneja esas redes y lo que difunde la Asamblea Nacional en desacato, con las acciones del gobierno norteamericano. Los traidores a la Patria haciendo el coro a sus amos del norte. Esa táctica ya fue empleada sin éxito en 2014, cuando comenzó la operación terrorista denominada La Salida, y su fin es socavar la gobernabilidad y generar incertidumbre en nuestro pueblo. No hay que restarle importancia a esa realidad, pero no debemos caer en el juego de la desmoralización. Conciencia, organización y lucha permanente para seguir venciendo.
El Estado venezolano, ha ratificado que están en plena capacidad de garantizar la paz y el resguardo de la integridad territorial.
El despiadado ataque hacia la psiquis de la población, azuza la angustia y el desespero. Nuestro pueblo noble, digno y consciente resiste heroicamente, mientras el Gobierno Bolivariano despliega todos los esfuerzos para enfrentar la despiadada embestida de la burguesía comercial que pulveriza los ingresos del pueblo trabajador.
Venezuela nos necesita a todos, porque la amenaza y la agresión es contra todos. Y por encima de nuestras diferencias políticas deben prevalecer los intereses supremos de la Patria.
No podemos permitir que nuevamente nos conviertan a cada uno de nosotros y nosotras, a todos y a todas, en carne de cañón para desatar una guerra fratricida que llevaría a la restauración neocolonial en nuestro territorio.
Eso es lo que busca la administración Trump al sabotear el diálogo. Mientras las delegaciones del Gobierno Bolivariano y la oposición se reunían en República Dominicana, el subsecretario de Estado para América Latina, Thomas Shannon, amenazaba con más sanciones financieras a Venezuela en conjunto con la Unión Europea. Y para seguir el guión, la ultraderecha llama nuevamente a la violencia.
Por ningún motivo podemos caer en la trampa de la violencia, en el esquema de la “Guerra de Perros” que quieren aplicar para incluso escindir el territorio patrio. Todos debemos apelar por la calma y la sindéresis; retomar la confianza en la nación, en nuestra capacidad como pueblo de superar cualquier dificultad como ya lo hemos demostrado con creces a lo largo de nuestra historia. Hoy, más que nunca, estoy convencido de que seremos capaces como pueblo de crecernos, superarnos a nosotros mismos, y hacer perdurables, mejores e imperecederas nuestras conquistas.
A quienes nos adversan pero aman esta Patria igual que nosotros, debemos convocarlos a la unidad nacional, a mantener en alto el espíritu nacional, el alma nacional, a fin de evitar lo que nuestros enemigos quieren: el combate de hermano contra hermano, de pueblo contra pueblo. No podemos permitir la destrucción del Estado nación y la aniquilación de la República.
A los sectores revolucionarios y patriotas, es necesario convocarlos a mantener la unidad para enfrentar las amenazas internas y externas. Nuestra Patria hoy es libre y soberana y la defenderemos con la vida si es necesario. No retrocederemos en los avances y en las conquistas sociales obtenidas y nunca más estaremos bajo el tutelaje imperial para decidir nuestro destino.
Venimos de una estirpe de Libertadoras y Libertadores. Con ellas y ellos tenemos un compromiso eterno: defender la paz, la independencia y la soberanía de nuestra Patria buena. Venezuela fue por ellos un día libre y hoy y mañana lo seguirá siendo también por ellos, porque su ejemplo nos convoca y conduce, porque su victoria la hicieron nuestra y nos corresponde hacerla eterna.
Es tiempo de volver a las raíces que nos condujeron a iniciar la primera Revolución Socialista del Siglo XXI; es tiempo de mantener en alto la moral; es tiempo de lucidez. Porque de algo estamos seguros: ¡Al pasado no regresaremos jamás!
¡Con Chávez Siempre!
¡Viva la Patria!