Por Eduardo Piñate
Inició la preventa del Petro el pasado 20 de febrero y comienza a evidenciarse también la contradicción que cruza la sociedad venezolana en estos años de revolución. El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, consecuente con su política de agresión y bloqueo financiero y económico contra Venezuela; amenaza con sancionar a todos -individuos y empresas- que negocien y acuerden pagos con Venezuela con este criptoactivo. Los economistas, opinadores y partidos políticos de la derecha que actúa en Venezuela, atacan con vehemencia la iniciativa del presidente Nicolás Maduro, y desde ya pronostican no solo su fracaso, sino la hecatombe nacional tras su lanzamiento.
Por el contrario, la mayoría del pueblo venezolano ha visto al Petro como una esperanza; así, decenas de miles de jóvenes se han registrado para operar las granjas de minería del Petro, empresarios de Venezuela y de otros países se entusiasman con este primer criptoactivo que está soportado en la riqueza natural -material- de un país y se han anotado con fuerza en esta preventa y empresas de otros países como Brasil se plantean negociar con Venezuela sus pagos en Petros.
El Petro -y el Petro oro anunciado por el presidente Maduro en estos días- forman parte de una política global de la Revolución Bolivariana orientada a captar divisas no petroleras para fortalecer el aparato productivo nacional y garantizar los derechos del pueblo, a romper el cerco financiero internacional que nos tiene la élite fascista de EEUU, la UE y sus aliados y estratégicamente comienza, junto a otras iniciativas en el mundo, a configurar un nuevo sistema financiero global, por fuera de la hegemonía del dólar. Es una política integral, de la que forman parte el nuevo DICOM, la Agenda Económica Bolivariana y sus motores productivos y las iniciativas que seguramente tomará el presidente Maduro luego de su reelección el 22 de abril. Es una política para consolidar la independencia y profundizar la Revolución Bolivariana. Seguimos Venciendo.