Tengo casi todo el mundo en contra mía. A los hombres, porque exijo la emancipación de la mujer, a los propietarios, porque exijo la emancipación de los asalariados”.
Bella es la que lucha
Aunque nació en París, dicen que los soles del Perú doraban su frente. Flora tenía una hermosa cabellera de bucles de caída romántica, caminaba altiva y sus ojos, a veces, desbordaban orgullo, otras, nostalgia. Pero lo más hermoso de Flora fue su espíritu libertario, y la capacidad de tomar su historia, sus cicatrices y sus anhelos, como mujer y trabajadora, para luchar por un mundo distinto.
Vivió la abundancia y en breve la pobreza. Padeció la discriminación de ser considerada “hija natural”. Debió trabajar como obrera desde muy joven y tras el matrimonio padeció la violencia doméstica y sexual cotidianamente. El mayor agravante, una sociedad que lejos de protegerla, la sentenció como mujer indigna.
Afortunadamente hay espíritus indomables, y sin duda, Flora logró forjar el suyo en medio de las dificultades y la exclusión. El deseo de ser libre y de labrarse un destino realmente distinto, la llevó a convertirse en la voz de la clase obrera y de la mujer.
Primeros años
Flora Célestine Thérèse Tristán Moscoso nació el 7 de abril de 1803, en plena época napoleónica. Su padre Mariano de Tristán, coronel de los dragones del rey de España de origen peruano, se había establecido en España desde joven y pertenecía a una noble y rica familia de Arequipa. Su madre, Teresa Laisney, era francesa y su familia había emigrado a España. Ambos se conocieron en Bilbao y se casaron en una ceremonia privada.
Durante sus primeros años, vivió rodeada de lujo en una hermosa casa en París. Don Mariano además de su pensión por antiguo coronel, recibía una renta de su tío, arzobispo de Granada. Todas las noches su padre le contaba las historias más grandiosas del Perú. Sin embargo, la muerte de Don Mariano y la invasión de Napoleón a España en 1808, generó crisis en la familia pues los bienes de los españoles residentes en Francia fueron incautados. Flora y su madre, embarazada para el momento, caen en la ruina y sin derecho a la pensión familiar.
De Vaugirard, madre e hija se mudaron a un barrio pobrísimo, la calle del Gato que Pesca, donde “(…) gentes de mala vida se amontonaban en sucuchos miserables. Olían las paredes a vino agrio y a mugre (…)”.
Amistad con Bolívar
En los días en que el joven Simón Bolívar pretendió a María Teresa del Toro comenzó a frecuentar a la familia Tristán Laisney en su casa en Vaugirard. Vínculo que retomó en su segundo y último viaje a Europa, después de la muerte de su amada, de hecho, Mariano fue a buscarle en un lugar donde se había echado a morir tras la pena de la pérdida de su mujer. Teresa también lo acompañó en su duelo y en esas terribles horas de llanto.
Flora solía leer las cartas entre sus padres y Bolívar; y en una oportunidad contó que el caraqueño asistió a una cena con sus padres, en la cual estaban invitados políticos, senadores, generales y el obispo, y cuando se habló de Napoleón, se levantó y dijo: “Bonaparte ha traicionado la causa de la libertad, aspira la tiranía, violando los derechos del pueblo”. En homenaje al Libertador en 1839, publicó “Selección de Cartas”.
Doblemente oprimida
Desde muy jovencita, se empleó como obrera colorista en una pequeña imprenta regentada por André Chazal. Allí trabajó largas horas por una ínfima retribución. Chazal se obsesionó con la joven y comenzó a abordarla, así que en breve, instigada por su madre, se casó. Con el matrimonio llegaron días aterradores, pues además del trabajo doméstico, continuó en el taller largas horas, pero ahora sin paga. Fueron tres años de maltrato y abuso sexual por parte de su marido, hasta que un día decidió huir, pues el divorcio no estaba permitido y no podía siquiera obtener la custodia de los hijos.
Retomó su nombre de soltera y se empleó en distintos lugares para poder pagar un techo donde dormir y comer. Trabajó como doméstica para una familia inglesa y aprendió el idioma. En Londres, conoció de cerca el movimiento pujante de trabajadores e inició el estudio de la obra de Mary Wollstonecraft, quien escribió a favor del derecho de las mujeres a la educación y a la igualdad. Estos planteamientos prendieron en el alma inquieta de Flora, quien fue acumulando documentos y experiencias en pro de la emancipación femenina.
De París a Perú
Regresó a París con una disposición distinta. Al cabo de un tiempo decidió viajar a Perú para conocer a la familia Tristán y tratar de obtener los derechos que le correspondían. El día que cumplió 30 años, se embarcó en el Mexicano rumbo a Perú, pero nada obtuvo: «Vine a buscar un lugar legítimo en el seno de una familia y de una nación… Pero tras ocho meses de ser tratada como una extraña en la casa de mis tíos era evidente que no había ganado ningún estatus dentro de mi familia paterna». En su viaje también descubrió un país que recientemente se independizaba, pero en el que estaban vivos los antagonismos económicos, sociales y culturales más crudos.
Escritura feminista
Reiniciaron los desencuentros con Chazal, quien continuó al acecho y hasta la hirió con un arma. Fue detenido y encarcelado y luego aprobada la separación. Así que paradójicamente, esa bala, que casi la mata, la libró de su opresor.
Tras ese renacer, se dedicó de lleno a formarse y a escribir. Publicó un folleto sobre el derecho de la mujer al divorcio y luego, el ensayo “De la necesidad de dar buena acogida a las mujeres extranjeras”, a través del cual planteó la necesidad de fundar una sociedad que defendiera a las mujeres del egoísmo de los hombres. A su vez, publicó, con las memorias de su viaje a Perú “Peregrinaciones de un paria”, donde retrató las distintas manifestaciones de exclusión social de la sociedad de Arequipa”. Contra todo pronóstico, el libro fue muy exitoso.
Se relacionó con Charles Fourier, pensador socialista francés, padre del cooperativismo y promotor de los derechos de la mujer, y se incorporó activamente a grupos de mujeres activistas por los derechos. En su opinión, hombres y mujeres debían luchar juntos contra la explotación.
En Londres
Viajó a Londres, visitó fábricas y barrios obreros para conocer la situación laboral y de vida de los trabajadores. Entrevistó a activistas políticos, obreros y obreras textiles Se reunió incluso con prostitutas y vestida de hombre, se coló en el parlamento. Se hizo amiga de Pauline Roland, maestra, periodista, feminista, quien era seguidora de las ideas de Saint-Simon, y de ésta experiencia publicó “Paseos por Londres”, en el cual desnudó la realidad de la revolución industrial
La Unión Obrera
Cada viaje fue un nuevo espacio de aprendizaje y lucha para Flora, los cuales la comprometían cada vez más con la causa libertaria. En 1843 publicó “Unión Obrera”, donde expuso las condiciones laborales y sociales del proletariado, y planteó la creación de una Internacional obrera, para trabajar por los derechos de la clase obrera. El respeto a la mujer, su derecho a la educación y a la profesionalización serán planteamientos claves.
Tras notas de piano
Tenía apenas 41 años cuando la muerte la sorprendió en pleno recital del pianista Franz Liszt, el 14 de noviembre de 1844. Sobre Flora, André Breton escribió: “quizá no haya destino femenino que deje en el firmamento del espíritu una estela a la vez tan larga y tan luminosa como la de Flora Tristán”.
Su ataúd fue cargado por obreros y en su tumba escribieron: “A la memoria de Flora Tristán, autora de la Unión Obrera, de los trabajadores reconocidos. Libertad, Igualdad, Fraternidad, Solidaridad”.
Aline, la única sobreviviente de sus hijos, se casó años más tardes con Clovis Gauguin, periodista antimonárquico. Ambos serán los padres del pintor Paul Gauguin.