Jonny Hidalgo
A finales del siglo XVIII, Thomas Malthus planteó “la necesidad de que la población se reduzca al nivel de los medios de subsistencia”. Según él, la población crece mucho más rápido que la producción de alimentos; lo que hace más difícil la sobrevivencia y restringe, por selección natural, al crecimiento poblacional mediante “la miseria y el vicio”. El hambre y las privaciones sufridas por la infancia en las clases humildes, son solo “obstáculos positivos” que frenan el incremento de la población. Todo tipo de subsidios o políticas que reduzcan la pobreza, solo incrementarían la población sin incrementar las subsistencias, lo que es absolutamente reprochable.
Aunque es inconfesable, estas teorías inspiran a las clases dominantes del mundo. De allí surgen las ideas de “selección natural” y “selección sexual” de Darwin. En el año 2003, George Bush obsequió a Néstor Kirchner un ejemplar del libro “Principios de economía política” escrito por Malthus. En 1972, el Club de Roma publicó el informe “Los límites del crecimiento”, relacionando al crecimiento poblacional con los problemas ambientales, los cuales afectan la circulación de la materia y los flujos de energía presentes en el planeta.
Se presenta al crecimiento poblacional como una fuerza que acelera el agotamiento de los recursos “no renovables” como el petróleo, hierro, agua, etc. Aunque a escala mundial existe una correlación entre el crecimiento de la población y el consumo de energía, a escala local se evidencia que se consume más energía en los países donde la población crece más lento, es decir en los autoproclamados “desarrollados”.
No se sabe si la población crece porque hay más energía disponible (petróleo) o si se consume más energía porque la población crece. Entre tanto, los poderosos del mundo asumen a la pobreza como un “mal necesario”, se mantienen unas 1.100 millones de personas sin acceso a la electricidad, mientras que 2.800 millones dependen de la madera, carbón y restos de animales para cocinar y calentar sus hogares, lo que hace que unos 800 mil niños mueran anualmente por el humo generado por la quema de biomasa en espacios interiores. Unos 50 mil millones de dólares anuales solventarían el déficit energético mundial; sin embargo, no aparece ese dinero aunque el gasto militar es más de 35 veces esa cantidad.
El capitalismo trata de controlar la demografía según sus intereses y aplica el maltusianismo a las poblaciones subversivas, he allí el caso de Siria, Cuba, Haití, Venezuela y tantos otros.