El 5 de junio de 2018, el presidente Nicolás Maduro, desde las instalaciones de PDVSA, ordenó la creación de un nuevo modelo de gestión en la que la clase obrera tenga el poder para decidir el rumbo de esta empresa. Exigió a los trabajadores construir una nueva revolución ética y moral dentro de PDVSA, con el fin de evitar las mafias y fortalecer la producción de crudo.
Una tarea compleja, en la que es fácil distraerse en los entramados tecnocráticos de PDVSA; y es tentador pensar que a PDVSA se le puede controlar con “buenos asesores” y con empresas que “sí saben”. Así, no es posible vislumbrar la transformación necesaria.
La industria petrolera es un sistema de baja gobernabilidad, montado acorde al interés transnacional. PDVSA fue pensada así. Las bases de su estructura se recogieron en el artículo 303 de la Constitución de la República: Monopolio creado acorde al derecho privado, como una Casa Matriz reservada al Estado, que no ejerce el manejo directo de los hidrocarburos sino a través de filiales privatizables.
La transformación de PDVSA necesita de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), no solo para cambiar o eliminar el referido artículo 303, sino también para modificar los principios constitucionales de la administración pública, de tal manera de otorgar a la clase trabajadora las prerrogativas legales que le permitan participar en la contraloría y dirección de las empresas del Estado. Para esto, la ANC debe retomar la propuesta que hizo el Comandante Chávez en el año 2007: Construir un nuevo nivel de distribución del Poder Público, el Poder Popular. Esto amerita de la modificación del artículo 136 de la Constitución y de la inclusión de la división político-administrativa correspondiente: La Comuna. Entre las instituciones del Poder Popular, estarían los Consejos de Trabajadores, autónomos del poder constituido. También es imperativo eliminar del artículo 146 de la Constitución (y de todas las leyes) a los “cargos de libre nombramiento y remoción”; ya que estos captan parte del Poder Público, por lo que deben tener algún tipo de regulación, no pueden ser “libres”. Así se incrementaría la gobernabilidad del sistema y la moral de los trabajadores.
Aunque todo esto exige mayor explicación, lo más importante (en este limitado espacio) es entender que la ANC puede crear desencadenantes históricos que fortalezcan la gestión en las instituciones públicas y propicien su transformación. Con un sólido aporte de la ANC, la transformación de PDVSA es un hecho.