La poesía deja sin aliento cuando interpreta lo universal, prefigurando antiguos miedos o semillas del futuro. La poesía te deja sin aliento por el dolor o la alegría, multiplicando preguntas y expectativas. La poesía te deja sin aliento si el poeta corre, coral y visionario, al ritmo de la revolución, pero en el fondo pensando que “nada existe si no se mide con el misterio”, como escribió Pasolini.
La poesía de Freddy Ñañez deja sin aliento. Se desnuda, se expone, y desenmascara, buscando el firmamento en esta tierra, sin escapar de las sombras del presente. Combina los elementos fuertes que dibujan el universo literario del autor, su trayectoria artística, política y filosófica; las distintas tareas que desempeñó y desempeña, en el ámbito cultural y comunicativo, en el proceso bolivariano.
Un resto de sombra, que lleva un prólogo de Luis Alberto Crespo, dice todo esto. Se trata de una antología poética (editada por Monte Ávila), que recoge los versos escritos desde 2010 hasta 2022, y que resultó ser el libro más vendido en la pasada Feria Internacional del Libro (Filven). Allí, entre debate y discusión filosófica con los lectores, encontramos a Ñañez, ministro de Comunicación, tenaz y apasionado; dispuesto a defender sus argumentos hasta el último momento.
De alto nivel y estímulo, la charla en torno al libro de Ignacio Ramonet, La era del conspiracionismo (Monte Ávila), conducida por Ñañez junto al presidente del Centro Nacional del Libro (CENAL) Raúl Cazal. Pensando en Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio, los tres intelectuales han puesto sobre la mesa los principales puntos de quiebre del presente, articuladas en torno a la crisis sistémica del capitalismo y sus falsas promesas.
Son tres las crisis centrales examinadas por Ramonet y que fueron discutidas con el público: crisis epistémica, crisis de la información y crisis de la democracia. Ñañez, quien escribió el prólogo de la edición venezolana del libro, destacó los escollos del pensamiento crítico en la era de la comunicación digital, lo que amplifica un individualismo autista, narcisista y megalómano, cuya realización está dada por una forma subordinada de ejercer la libertad de opinión. Así, al pensamiento científico se oponen opiniones espurias, vagas y arbitrarias que niegan ciertas verdades en cuanto «oficialistas»; por lo tanto sospechosas, consideradas parte de una red de engaños de los que defenderse.
Una reacción muy evidente en la clase media blanca norteamericana, pero cuyas características, con varias peculiaridades, son visibles en otras latitudes y en distintos continentes. La despolitización general que conduce al odio a los partidos y a las ideas –señala Ñañez– opera como una deconstrucción del contrato social y cuestiona la legitimidad del otro.
La función radial de la política –recuerda Ñañez– consiste en regular los odios y sostener el conflicto social en el ámbito de lo simbólico, las leyes y el diálogo. Horadadas por el descrédito y relativizadas por el rumor viral que aniquila sus principios, ciencia y política abandonan el presente dejándolo a merced de sus contrarios: el prejuicio y la guerra tribal.
¿Cómo es posible que un hombre rico como Trump, un producto del sistema, logró presentarse como el héroe de los empobrecidos por el mismo sistema? De acuerdo con Ramonet, Freddy Ñañez explica que Trump ha construido una imagen empática valiéndose del uso de la big data (inteligencia de datos) para encarnar la épica del capitalismo protestante y ajustarse, al mismo tiempo, a los deseos y expectativas del perdedor blanco –segmentado en grupos y temperamentos sociales, por la inteligencia artificial– a quien solo lo moviliza el deseo de revancha.
“El fascismo digital es la supresión del otro, es la sociedad de consumo que hace todo aparentemente consumible, desde la comida hasta el deseo sexual, lo que nos empuja a conformarnos y no pensar”, dijo el autor, discutiendo filosofía con un lector, al margen del encuentro, y mostrando un hermoso capítulo del “ágora” venezolana: donde, sin embargo, a diferencia de la antigua Grecia, son los últimos –hombres y mujeres– los que dirigen el juego, los que fueron tradicionalmente excluidos; pero aquí están en el centro de la escena.
Después de la discusión entre los dos filósofos, logramos llevar a Freddy a un espacio menos concurrido y hacerle algunas preguntas sobre sus libros y la situación política.
─En la Filven también se presentó otro texto poético de tu autoría, publicado por la Gobernación del Táchira: En otra tierra. Un volumen en el que predomina una estética del paisaje, y que retoma los temas de la llamada literatura del éxodo, presente en Viraje, de 2016. ¿Qué fase atraviesa hoy tu escritura y de qué se nutre, dado el papel central que ha asumido el compromiso político en tu vida?
─Para todos los que, como yo, nos formamos en revolución, la investigación artística es una herramienta investigativa para construir una poética de la diferencia que sirva para explorar y revelar nuestro país y las ideas que propone. En otra tierra es parte de una trilogía que estoy terminando, que comenzó con Viraje, donde traté de expresar el estado emocional y la estructura cultural, las motivaciones y los impulsos detrás de la migración rural venezolana a principios del siglo XX: es decir, a partir del establecimiento de la cultura rentista. Esa es la historia de los migrantes tachirenses y andinos que llegaban a Caracas o Maracaibo en busca del dinero que traía el petróleo y donde creo que está el origen de una clase media que se ve obligada a salir del país cuando entra en crisis el andamiaje del rentismo, del que se beneficia. En otra tierra es la continuación de Viraje, pero al revés. Trata del retorno al lugar de origen y da cuenta del extrañamiento del migrante, reivindicando el impulso de viajar, el deseo de conocimiento inherente al ser humano, acompañado de la nostalgia del lugar de partida, y la dificultad de dejarlo, en cuanto punto de apoyo de afectos y experiencias fundantes que nos acompañan y resemantizan nuestra historia.
Un resto de sombra, que reúne los últimos cinco libros que publiqué del año 2010 al 2021, contiene también una pequeña anomalía para mi tradición poética, Casa ajena. Da cuenta de la violencia política en Colombia. He vivido la mayor parte de mi vida en San Cristóbal, en el Táchira, territorio de violencia política y barbarie. En Casa ajena hay un inventario de fosas comunes, de desapariciones, de lo que significa para un ser humano enfrentarse a una situación como la que aqueja a Colombia desde hace más de medio siglo.
─El tema de los límites y las fronteras, tan presente en tu escritura, tiene también su propia relevancia geopolítica dramática. Venezuela, que en todas las cumbres internacionales y en términos concretos desde sus políticas nacionales propone la libre circulación de personas, la hospitalidad y la solidaridad, ha estado y está en el centro de una campaña de desprestigio que utiliza el tema migratorio para imponer sanciones y bloqueo. ¿Cómo desenmascarar este mecanismo detrás del cual se esconden grandes intereses?
─El problema de la migración es principalmente económico. Alude a las condiciones insoportables que impone el capitalismo al desarrollo básico del ser humano: sobre todo en los países del Sur, empobrecidos por el neoliberalismo y el desarrollismo industrial, y hoy por el capital especulativo, que se concentra en países históricamente saqueados por el imperialismo, y que continúan oprimidos en cuanto a la distribución del trabajo, debido al neocolonialismo económico. Que los pueblos del sur se vean obligados a migrar al norte es un síntoma del fracaso de este sistema, que no puede sostener sus condiciones materiales de existencia. Que la respuesta del capitalismo desarrollado del Norte sea la eliminación y represión de los migrantes demuestra la crisis sistémica del modelo, la hipocresía de los derechos humanos que se utiliza como propaganda para continuar con este sistema de dominación. Mientras los migrantes mueren en el Mediterráneo o en el desierto, o están siendo perseguidos por la policía fronteriza en los Estados Unidos o Europa, hay la prueba comprobada de que el capitalismo ha fracasado, que la civilización occidental tal como la conocemos ha fracasado, y que las condiciones materiales de existencia necesitan ser transformadas, tenemos que de-construir este mundo, y reconstruir un sistema igualitario y solidario en el que todos y todas podamos vivir sin penalizar la movilidad humana. Por el contrario, debe castigarse la corrupción del capitalismo, la movilidad de los capitales, el colonialismo y no sus consecuencias, como la migración forzada, ya que en estas condiciones toda migración es en realidad un desplazamiento.
─¿Cuánto pesó el alto monto de la financiación, renovado por la Unión Europea para «migrantes venezolanos», en la decisión de continuar por un año más con las medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela por parte de los gobiernos de la UE?
─Las medidas coercitivas unilaterales son el arma de un sistema en crisis para aniquilar un proceso político, cultural, histórico, que ha demostrado en más de veinte años la posibilidad de otro tejido de relaciones, otra forma de hacer política, de construir estados alternativos y políticas de derechos distantes del capitalismo, incluso profundamente anticapitalistas. La idea de empobrecer a Venezuela con “sanciones” es también el intento de construir la falsa narrativa del fracaso del socialismo en todas sus formas. Pero si así fuera, ¿para qué molestarse tanto en bloquear a Cuba, Venezuela y Nicaragua e invertir tantos medios para derrocar a nuestros gobiernos? El problema de la migración también existe en los países capitalistas, y existe aquí. Solo que, en nuestro caso, se está utilizando como herramienta en la guerra de propaganda, que ha aumentado exponencialmente tras la imposición de la guerra económica. Tenemos que construir una contranarrativa mostrando la vinculación entre el tema de la migración y el problema del bloqueo económico, las “sanciones”, con el sabotaje, la violencia política y la propaganda bélica contra Venezuela. Y son estas políticas imperialistas las que han fracasado, no el socialismo.
─Hablando de presiones y «sanciones». ¿Qué opinas del caso de Alex Saab, el diplomático venezolano secuestrado y deportado a Estados Unidos que el día 12 de diciembre tiene que afrontar la audiencia para el reconocimiento del estatus diplomático que le es negado? ¿Crees que hay alguna esperanza de liberarlo?
─Cada hora más de este encarcelamiento arbitrario e injusto que sufre Alex Saab es una herida impuesta al derecho internacional, la única herramienta que tenemos para que Estados y naciones podamos dialogar de igual a igual, y con el respeto entre las civilizaciones, y podamos aspirar a esa “paz perpetua” de la que nos habló Kant. Para nosotros, Alex Saab representa la dignidad de un país que ha intentado por todos los medios romper el cerco, para garantizar al pueblo alimentos y medicinas, y otros derechos básicos. Representa el empujón para seguir adelante con nuestros medios, sin temer al imperialismo y sin hundirnos en el suelo que nos quiere imponer con el terror. Ahora mismo, Alex Saab, repito, representa una herida en el corazón del derecho internacional que aqueja al mundo entero. El secuestro de un diplomático no tiene precedentes. Seguiremos luchando para liberarlo y desenmascarar al imperialismo.