Recientemente hemos presenciado tantos temas noticiosos, que obligan a quien escribe a considerarlos a la hora de alimentar estas líneas. Y, por cierto, no se trata solamente de mencionarlos con la intención de poner al tanto a algún lector no actualizado; sino más bien de relacionar lo sucedido fuera de nuestras fronteras con lo que acontece ─o pudiera manifestarse─ aquí, en nuestro país.
El territorio de Bolivia, país récord en golpes de Estado, frustrados y exitosos (con la intentona del general Juan José Zuñiga ya suma 39), es rico en gas natural, litio, plata, cobre, zinc, reservas de agua y otros recursos naturales. La presencia de estos elementos, más su estratégica ubicación geográfica, convierten a esta nación en blanco de todas las estrategias posibles pensadas (y ejecutadas) desde Estados Unidos para “rescatarla” de las manos de los movimientos sociales y pueblos originarios.
Es necesario recordar que los eternos excluidos llegaron al Palacio Quemado en 2006, con el triunfo electoral de Evo Morales y que, a pesar de la Organización de Estados Americanos, es decir, de la Casa Blanca, y de los empleados de esta última: Luis Almagro y Jeannine Añez; los campesinos, mineros, trabajadores organizados, etcétera, aún se mantienen gobernando con el actual presidente, Luis Arce.
Para acabar con el mandato popular en Bolivia, como en Venezuela, ha habido de todo un poco. Golpe de Estado de fugaz éxito y autojuramentación de la guaidocista Añez en 2019. Intentos de secesión con tintes racistas en la llamada Media Luna durante 2008. Y, al igual que aquí, más allá de lo que se diga en cualquier discurso demagogo ofrecido en Washington o en Bruselas; el interés de hacerse con el poder político en nuestros países es, al final, uno solo: el económico. Y más claro aún: la meta de hacerse del control de los recursos naturales, tal y como lo ha dicho Laura Richardson, jefa del Comando Sur.
Y, por cierto, sí que tardó mucho el Departamento de Estado de Estados Unidos en condenar la intentona del general Zúñiga. Pero no solamente se manifestó a destiempo, su comunicado tampoco fue tajante. Cosa rara, tal vez sus funcionarios andan en la misma onda en la que estuvo Joe Biden durante el primer debate con Donald Trump: perdido en el tiempo y en el espacio. Casualmente, en ese mismo tono de destiempo estuvo la Plataforma Unitaria Democrática de Urrutia, del candidato afiche.