Para no perder de vista cómo es la derecha en el ejercicio del poder y quiénes son los amigotes de la MUD, acá van estas cuatro escenas recientes.
Trump y la mentalidad del saqueador
Por supuesto que cuando se habla de la manera de ser de la derecha, de su modo de estar en el mundo, lo mejor es comenzar por Estados Unidos. Así vemos al actual presidente de esa nación, Donald Trump, poniendo de manifiesto la mentalidad del saqueador, una de las características más protuberantes del capitalismo voraz.
Después de un desastre natural o humano siempre surge una segunda ola de desgracia: los saqueadores, esos seres sin escrúpulos que ejercen la violencia sobre las ruinas y contra las víctimas de la catástrofe. Pues bien, el ricachón Trump ha actuado de esa deplorable manera con Puerto Rico: en vez de enviarle ayuda al estado libre asociado del imperio estadounidense, el hombre les mandó los cobradores.
Para la corporatocracia que Trump encarna (aunque digan que es un outsider), las medidas de emergencia no deben dirigirse a rescatar a víctimas del huracán, restablecer servicios y reconstruir infraestructuras, sino poner a salvo el dinero que los borinqueños les deben a la banca privada y al gobierno federal, que son más o menos la misma cosa. ¡Así, así, así es que gobiernan los neoliberales amigos de la MUD!
Rajoy: ese demócrata tan Franco
Mariano Rajoy es el otro gran amigote de la banda opositora que ha dado demostraciones muy contundentes de la visión que la derecha tiene de la democracia, la libertad, el derecho, la autodeterminación de los Estados y la represión.
El presidente del gobierno español, ese que siempre pretende darle clase de democracia a Nicolás Maduro, fue observado in fraganti por el mundo entero, impidiendo un referendo mediante la violencia.
Injerencista hasta extremos groseros, Rajoy se ha indignado por los comentarios que el presidente venezolano ha hecho sobre los sucesos de Cataluña, alegando que son de la exclusiva competencia de los españoles. Debería pensar lo mismo cuando se toma selfies con Julio Borges, quien, por cierto, se queda en silencio ante las acciones de su amiguete gallego.
Los premios de Almagro
El gran pana de la oposición “venezolana” (es un decir) sigue siendo Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, quien sigue ocupándose a tiempo completo de luchar contra “la dictadura de Maduro”, mientras el continente sufre los avatares de los huracanes, los terremotos, los tiroteos, las fosas comunes y las desapariciones forzosas.
Por una conducta tan obsecuente con los intereses imperialistas, a Almagro lo están llenando de premios (y quién sabe de qué más). Los galardones proceden de organizaciones fachada de los poderosos intereses corporativos que gobiernan a EE.UU y a buena parte el mundo.
En abril le dieron nada menos que el premio “Libertad” de Freedom House, una organización financiada por la USAID, el Departamento de Estado, la famosa National Endownment for Democracy (NED) , y de la Lynde & Harry Bradley Foundation, que patrocina toda clase de movimientos de ultraderecha. Almagro, al recibir el premio, prometió entregárselo en sus manos a los presos políticos venezolanos, una vez que el rrrrégimen haya sido derrocado.
En agosto, a Almagro le regalaron el premio a la Libertad de la Sociedad Interamericana de Prensa, ente conformado por los dueños de los grandes medios de comunicación del continente, entre ellos los que han respaldado a los gobiernos dictatoriales que han asolado a Latinoamérica (Uruguay incluido) durante décadas.
Ahora, el pelele uruguayo se declara orgulloso por recibir el premio a la Democracia Charles T. Mannat. Para abreviar, si usted quiere tener una idea de a qué tipo de personas le otorgan este premio, tenga en cuenta que en 2014 se lo dieron a María Corina Machado. ¡Uf!
La prensa siempre canalla
Ninguna revisión de la cosmovisión de la derecha puede ser completa sin una escena de la maquinaria comunicacional que sustenta el tinglado y construye opinión pública.
Basta analizar la cobertura que los grandes medios internacionales le han dado a acontecimientos como la miserable actitud de Trump ante Puerto Rico o a la desproporcionada represión del gobierno español en Cataluña para comprender que la libertad de expresión es más que nada “la propiedad de expresión”, pues es la libertad de los propietarios, de los ricos.
Un ejercicio útil para esa comprensión es comparar la cobertura de la prensa española sobre los sucesos ocurridos en Cataluña, llena de eufemismos y justificaciones a la violencia gubernamental, con los amarillistas y mentirosos trabajos periodísticos que se hicieron en Venezuela durante los cuatro meses de guarimbas, atentados, linchamientos y quema de personas. Si alguien hace la comparación, que después nos cuente.