Por: Irene León
La alianza propone dejar atrás las definiciones de competencia capitalista, para generar una propuesta de solidaridad y complementariedad, con enfoques de diversidad económica, reciprocidad y perspectiva participativa
Cumpliendo 20 años de su surgimiento como alternativa de integración regional anti sistémica, ALBA-TCP se dispone a profundizar la unión en torno a un proyecto portador de ‘objetivos superiores’, tales como la solidaridad, la complementariedad y la justicia económica que, junto con un enfoque de soberanías, son substancia clave de su significación. Ese es el espíritu de la ALBA que, según su secretario ejecutivo, Jorge Arreaza, es incluso más relevante que los acontecimientos contextuales.
Ese espíritu aportó sustantivamente al delineamiento de todas las iniciativas de integración soberana, que marcaron un antes y un después en el devenir de la región e incluso del Sur geopolítico. El advenimiento del ALBA, con su enfoque de soberanía para una geopolítica de la integración, vigorizó la prospectiva de un futuro compartido con el Sur, garantía ineludible para la proyección de un mundo multicéntrico y pluripolar.
Asimismo, la tesis de que la región integrada tenía y tiene grandes posibilidades de constituirse en un polo muy potente de multipolaridad y tener futuro, resultó en una inspiración de horizonte que se evidencia claramente ahora que el mundo multipolar es ya una realidad en disputa.
De ahí la relevancia del actual planteo, de afianzar una Agenda Alternativa Social Mundial como iniciativa conexa a la formulación de la Agenda Estratégica ALBA-TCP 2030 pues, mientras la primera tiene potencial para poner en perspectiva algunos elementos esenciales para la supervivencia planetaria y la convivencia humana, la agenda 2030 de ALBA-TCP marca las metas clave para su fortalecimiento endógeno, a la vez que su enfoque continúa enriqueciendo la agenda internacionalista con elementos estratégicos.
Es el caso del impulso de las prácticas de intercambio heterogéneas, implícito en la meta de culminar la adopción del Tratado de Comercio de los Pueblos; para establecer una zona de comercio justo y de complementariedad económica.
En la línea de una nueva arquitectura financiera, que es parte nodal del concepto ALBA-TCP, el afianzamiento del Banco del ALBA, la creación de una Agencia de Cooperación y el desarrollo de una ofensiva de captación de recursos, propuestos en la Agenda 2030, potenciará los resultados cooperativos a través de una institucionalidad financiera pública regional. Este es un recurso clave para el impulso de la integración económica y para propiciar la reducción de asimetrías a través de prácticas concretas de cooperación, distintas de las dinámicas especulativas y de endeudamiento que impone el capital financiero privado.
La ALBA propone dejar atrás las definiciones de competencia capitalista, para generar una propuesta de solidaridad y complementariedad, con enfoques de diversidad económica, reciprocidad y perspectiva participativa. En ese sentido, el relanzamiento de Petrocaribe permitirá salvaguardar este mecanismo ejemplar de intercambio solidario; más valioso aún en un contexto de grandes presiones por parte de las corporaciones transnacionales, que proyectan mercantilizar todos los bienes naturales del planeta.
Petrocaribe es más meritorio aún porque se despliega desde los países más asediados por presiones económicas, como el bloqueo, las medidas coercitivas unilaterales y similares, que Estados Unidos ejerce contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la vez que despliega una variopinta gama de presiones sobre Bolivia. Sin olvidar que mantiene activa su quinta flota militar en el Caribe con amenazas recurrentes que afectarían al ALBA en su conjunto.
Y es justamente en el Caribe, región insular vulnerable al calentamiento de los océanos, que gana un sentido de urgencia la meta ALBA 2030 de crear una Agencia especializada en la mitigación de la emergencia climática pues, al ritmo que va el cumplimiento de los compromisos internacionales, la situación que antes era de riesgo se ha convertido en una emergencia impostergable.
Los programas impulsados por ALBA-TCP en materia energética, alimentaria, educativa, cultural, tecnológica, sanitaria y otros; sientan un precedente por las modalidades de intercambio diversas con alcances altruistas, que han incluido hasta a países no miembros y a gobiernos locales. Entre los logros emblemáticos figuran: la erradicación del analfabetismo en varios países, los intercambios relativos a la soberanía alimentaria y más recientemente el programa de remediación de los impactos de la COVID-19 en los países miembros, con dotación de vacunas, atención sanitaria y otros.
Este despliegue de medidas socioeconómicas muestra que los intercambios no tienen que ser siempre mercantiles, que son diversos y que deben estar articulados a la reproducción ampliada de la vida y no a la reproducción de las ganancias de unos pocos como constriñe el capitalismo. Para optimizar este aporte a los avances civilizatorios, la Agenda ALBA 2030 coloca la soberanía de los conocimientos, la ciencia y la tecnología como un paso certero para dar respuestas estratégicas a la sostenibilidad, a la salud, a la soberanía alimentaria y más. ALBA alimentos, la Universidad de los pueblos del ALBA y el relanzamiento de Alba Salud aportarán en ese sentido.
Por otro lado, la ALBA-TCP de 2024, como frente articulado en torno a un horizonte común, quiere constituirse en un bloque influyente y coordinado en el seno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que es el mecanismo de concertación política, cooperación e integración económica, social y cultural, garante de la diversidad y la vigencia democrática en la región. Esos aportes fortalecerán a su vez a la CELAC que es vocera de la región en temas globales y tiene el mandato de propiciar la inserción de la región en el ámbito internacional.
En síntesis, ALBA-TCP no sólo ha logrado sortear las presiones desintegradoras que proliferan en la región, sino que sigue siendo la mayor propuesta de integración soberana y antisistémica que la región haya engendrado. Me atrevo incluso a decir que es la más antisistémica del mundo, pues, una simple mirada a las instancias de integración existentes nos permite constatar una diferencia conceptual mayor: en un contexto internacional en el que la integración convencional se concibe principalmente como la facilitación de convergencias para aumentar la competitividad en el mercado capitalista, La ALBA se plantea como una alternativa al capitalismo. Esta es su originalidad.
ALBA-TCP celebra sus veinte años en grande, relanzando sus líneas de horizonte que son portadoras de un germen de alternativa civilizatoria, al colocar la vida y la unión de los pueblos en el centro de su proyecto regional. Es un espacio compartido entre países con una gran diversidad política pero con confluencias de horizonte, que en esta fase proyecta robustecerse con el afianzamiento de su Consejo de Movimientos Sociales, para delinear juntos un futuro de paz, con sustento en el bien común y la felicidad de los pueblos.