«Si quieren nuestro petróleo tienen que pagarlo», así con mucha claridad se expresaba el Primer Vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela PSUV, Diosdado Cabello, al reflexionar sobre la relación actual con EEUU; y especialmente ratificando la clara y exclusiva confianza y el respaldo total hacia el Presidente de la República Nicolás Maduro Moros, sobre los alcances de los acercamientos que se han dado entre Washington y Caracas.
Y es que para nosotros queda bastante claro que la relación política entre EEUU y la República Bolivariana de Venezuela; ha cambiado a un punto de difícil retorno en cuanto al pasado histórico entre ambas naciones.
Acostumbrada la élite política gringa en ver nuestro continente, y país, como patio trasero del cual sacar recursos e imponer fórmulas políticas, sociales y económicas; para hacer valer sólo sus intereses, la relación mas duradera con esa Nación, desde el Zumaque hasta 2019, fue el intercambio comercial de oro negro con los privilegios propios desde el punto de vista geográfico y geopolítico y una ruta de acceso muy pacífica en comparación con otros mares del mundo.
Con la llegada del Comandante Hugo Chávez al poder político fruto de la victoria democrática del 6 de diciembre de 1998, la relación de sumisión absoluta cambió hacia una de independencia de Venezuela en sus relaciones internacionales así como en las determinaciones sobre sus recursos estratégicos; política que no ha variado nada en estos años en el accionar del Poder Ejecutivo Nacional.
De hecho, la gira internacional que realizó Chávez en 1999 y la Cumbre de la OPEP en Caracas en el 2000; darían un reflote a una estructura petrolera que, acosada por el imperio hasta reducirla a escombros, la alinearían en una nueva estrategia de soberanía basada en el petróleo y en la reforma por vía habilitante de la Ley de Hidrocarburos, que completó el desagrado total de la élite estadounidense; procediendo ella a fraguar los diversos hechos desde 2002 en adelante.
Todas las conspiraciones que tuvieron como eje de planificación la Casa Blanca y el Departamento de Estado de EEUU, no hicieron sino acrecentar la firmeza de la Revolución Bolivariana en sostener la independencia y soberanía como principio fundamental de nuestro sistema político; cuestión que, sin embargo, en ningún momento nos puso en disposición de culminar el acuerdo comercial de venta de petróleo con ese país; aún a sabiendas de que era el centro de todas las agresiones contra la Patria de Simón Bolívar.
Siempre en actitud firme, alta moral, amante de la paz y el multilateralismo, la República Bolivariana de Venezuela se mantuvo en actitud de diálogo, sin chantajes ni precondiciones y mucho menos tratando de hacer retornar esa caduca visión colonial que le hicieron ver los políticos estadounidenses a un expresidente del Perú, donde todos los gobiernos del continente eran vistos como cachorros sumisos echados en la alfombra y moviendo la cola; con excepción de la «siempre problemática» Venezuela.
Al observarlo en perspectiva, y viendo el contexto actual, la realidad es que fue una torpeza del tamaño de una catedral que EEUU en su fanfarrona actitud de policía mundial, y tratando de destruir los cimientos políticos de nuestra Nación, dejara de comprarnos petróleo en 2019.
Esta brutalidad, sin medir el parto que hoy tienen al necesitar petróleo para su voraz consumo, y tratar de hacerle siquiera cosquillas a una Federación de Rusia que les esta causando migrañas con su fortaleza económica y energética, y que poco o nada ha cedido ante la guerra económica planteada por occidente; les impone hoy tener que dar pasos de rectificación, dejando los asuntos internos de Venezuela sólo como un tema exclusivo de los venezolanos que bien vamos resolviendo desde la política de pacificación nacional, lanzada en 2018 y bien trabajada por el Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros.
Venir a querer poner condicionantes políticos para avanzar hacia el restablecimiento de líneas de trabajo entre ambas naciones sigue siendo una actitud errada y alejada de los nuevos tiempos; cuando lo conducente es que retrocedan y rectifiquen su absurda política hacia Venezuela que, como si fuera poco, los lleva aislados de una región que ya está mirando otros polos de poder mundial sin seguir regodeándose en promesas vacías. El fracaso de la reunión de Los Ángeles que ya nadie recuerda es el ejemplo más evidente de esto.
Los tiempos aquellos de la sumisión absoluta han concluido y nos queda hacer valer con firmeza, valentía y disposición de diálogo la reflexión del propio Comandante Hugo Chávez; cuyo anhelo fundamental no era otro que esperar que en Washington se impusiera una visión nueva hacia América Latina; basada esencialmente en el respeto y la promoción del trabajo, en función de las demandas y anhelos de nuestros pueblos.
Exigimos respeto, no pedimos más nada, esa fue la orientación central del Comandante Hugo Chávez y debe ser el objetivo central de una relación futura con EE. UU.; dado que la relación vieja de coloniaje, al menos en el caso de la República Bolivariana de Venezuela, ya murió.
Y nadie se la va a devolver…