Las diversas y profusas declaraciones de la Jefa del Comando Sur, Laura Richardson dejaban clara no sólo la preocupación de los laboratorios de ideas militares de EEUU con respecto a los recursos estratégicos de esta región y su valor para satisfacer sus necesidades; también muestran que vienen pensando y posiblemente accionando estrategias y tácticas que les permitan sostener una situación de control y exclusividad sobre ellos, casi inviable en el escenario actual, donde insurge un multilateralismo creciente.
Esto último, lo afirmamos por dos elementos claramente vigentes: Por un lado la existencia de grupos políticos, partidos, movimientos sociales; cuya agenda de posicionamiento de los problemas de la gente, de los pueblos en primer orden; más en este contexto nacional, regional y mundial tan convulso; ya no considera como un centro de su accionar el pensamiento político de Washington, cuestión que aunque parezca banal no es poca cosa.
Por el otro la irremediable irrupción, enfoque y acercamiento de un bloque alternativo de poder que ya no es una esperanza en materia de desarrollo económico, sino que está muy vigente con un poder propio de tener en su seno, por ejemplo a China y Rusia, la primera y quinta economía del planeta respectivamente, elemento que cambia la baraja estratégica y que ha promovido acuerdos, inversiones, conectividad y relacionamiento con una figura de poder nueva y con maneras más constructivas que las provenientes del norte.
En su momento, cuando la Jefa del Comando Sur le hablaba al Atlantic Council, laboratorio de ideas en materia militar como auxiliar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, a través de un vídeo foro, hizo una enumeración bastante específica de los recursos estratégicos y vitales para su sostenimiento, existentes en la región latinoamericana.
En dicha intervención, por allá en enero de este año, expresó: «¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, está el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo se encuentra en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile (…) [Posee] las reservas de petróleo más grandes incluidas las de crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana hace más de un año. Tienen los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre y oro, tienen los pulmones del mundo. El 31% del agua dulce del mundo se encuentra en nuestra región».
Cerró en aquel momento su intervención afirmando que era necesario incrementar el juego en la región dado que estos asuntos eran de importancia vital para la seguridad nacional de los EEUU, en medio de afirmaciones que poco o nada consideraron Estados, constituciones, sistemas políticos o pueblos de nuestras naciones. Un ejercicio narrativo de monroísmo clásico que bien puede ser el preludio de una ofensiva planificada para hacerse, por cualquier modo, de dichos recursos.
Tanto ha sido así que el Ministro del Poder Popular para la Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, en el marco de su intervención ante la Conferencia de Seguridad Internacional de Moscú, puntualizó la necesidad de avanzar aceleradamente en la construcción del Nuevo Orden Mundial, momento que aprovechó para expresar que: “La principal amenaza a la seguridad y la paz en América Latina son las acciones que llevan a cabo los Estados Unidos (EE.UU.) a nivel político, económico, militar para tratar de mantener su decadente hegemonía”.
Desde enero hasta acá no sólo se ha recrudecido el proceso de anomia internacional, se ha expandido el conflicto entre los factores multipolares y unilaterales, visto el mismo no sólo desde el punto de vista bélico sino de guerra multiforme; sino además que en la región se han venido afirmando posiciones bastante incómodas para factores de poder en Washington.
Basta en ello dos ejemplos muy concretos. La Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, resultó un trago complicado de pasar para las capitales europeas; dado que trataron de utilizar este espacio para promover la adhesión de América Latina al proceso de guerra que vienen desarrollando en Ucrania, bajo toda la narrativa antirusa posible, incluso con la pretensión de incorporar en la agenda la intervención del máximo líder del régimen ucraniano.
La negativa por parte de varios países de la región de incluir a Zelenski entre sus invitados así como el rechazo recurrente a incorporar narrativa ofensiva y bélica en su declaración, básicamente demostraron que el continente no está dispuesto a aceptar directrices ni instrucciones de nadie, lo cual fácilmente puede trascender de lo político hasta lo económico; generando más incomodidades entre quienes desean rehacer una especie de colonia de nuevo tiempo histórico.
De hecho la República de Nicaragua finalmente no fue parte de la Declaración, sacando su propio documento de acuerdo a las posiciones de Managua en materia de política exterior, un desaire fruto de la obstinación de algunos factores europeos de insistir en incluir elementos con los cuales el país centroamericano no comulga. Evidencia muy clara de la existencia de otros tiempos mundiales por mucho que genere urticaria en algunos poderosos.
Por si fuera poco, la reciente Cumbre de los BRICS en Johannesburgo, Suráfrica, fuertemente presionada para no llegar a un proceso de ampliación y con la clara determinación de avanzar desde lo meramente económico a posiciones políticas sobre los desafíos mundiales actuales, dejó decisiones que no pueden ser calificadas sino como alertas para los factores unilaterales de EEUU y Europa Occidental.
Esto, a pesar de que en todas las intervenciones los Jefes de Estado de dicha instancia, creada en 2006, reiteradamente aseveraron que los BRICS (ahora BRICS+) no son para nada una organización que pretende alterar los mecanismos creados desde Bretton Woods en la pos Segunda Guerra Mundial, y que sin duda expresaron por mucho tiempo una lógica global muy distinta a la presente.
Para ser más específicos dicha instancia no pretende competir ni con el G7 ni con el G20, sino que promueve el accionar geopolítico en torno a la necesidad que el enfoque del «Sur Global» se haga sentir en todas las instancias internacionales, especialmente en Naciones Unidas, ya que al sol de hoy representan la irrupción, no de países prometedores; sino de verdaderas potencias mundiales que juntas, quiérase o no, representan un alerta a las determinaciones unilaterales con actores muy identificados.
No hay que ser demasiado analítico para darnos cuenta la potencia que representa una instancia como los BRICS, de hecho bien esbozada por el Presidente de la República Federativa del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva: «Los Brics pasaron a ser una cosa más poderosa, más fuerte, más importante. Creo que el mundo no será el mismo después de la ampliación de los Brics, en las discusiones económicas globales (…) Ahora el Brics es más fuerte que el G7. En 1995, los países del G7 tenían el 45 por ciento de participación en el PIB (producto interno bruto) mundial por paridad de compra y el Brics el 16 por ciento. Ahora el Brics tiene el 32 por ciento y el G7 el 29 por ciento».
Y es que, duélale a quien le duela, los movimientos del mundo se hacen rebeldes ante las pretensiones de sostener una lógica imposible y que no ha dejado resultados positivos en regiones como América Latina o África, con posturas lo suficientemente anacrónicas y conservadoras para impedir el desarrollo de zonas donde, lejos de influir positivamente, lo han hecho muy al contrario causando daño a los pueblos de estos continentes, especialmente cuando tratan de irrumpir generaciones levantiscas, transformadoras o abiertamente revolucionarias.
Si queremos sumar al análisis la situación de crisis política y derrocamiento del gobierno de Gabón, abiertamente genuflexo a los intereses de Washington y Europa Occidental con un régimen de más de 57 años en el poder sin resultados muy positivos para su pueblo, da cuenta de este proceso telúrico actual donde los pueblos se van cansando de neocolonialismos y promesas incumplidas.
Todo ello implica problemas y peligros. Más bien las advertencias van y vienen; y con ellas los peligros de querer expandir una lógica de recolonización por la fuerza que en el mundo actual no tiene cabida; pero si demasiados factores e intereses en juego. La pretensión de intervenir militarmente en Níger, la agresión multiforme hacia Venezuela o la entronización de un régimen dictatorial felizmente depuesto en Bolivia, son datos no menores de este contexto.
Por ello al comenzar este artículo observando lo afirmado por la Generala Laura Richardson, en tono suficientemente amenazante para con nuestra región; nos encontramos con una nueva pieza que ahora pretende dividir territorios en pedazos, como si tal cosa fuese una papaya pelada, y como «castigo» por la pretensión de hacer crecer factores vistos como amenaza para el occidente hegemónico.
Ahora observamos nuevas advertencias de funcionarios de la OTAN, con atrevimientos como dividir en varios países precisamente a la República Federativa del Brasil, país cuyo liderazgo, no sólo el actual de Lula da Silva sino incluso de Jair Bolsonaro se negó a la ejecución de un plan de creación de una especie de fuerza multinacional para la Amazonía; entre otros planes que dejarían bastante lesionada la soberanía del Estado Brasileño.
A esta negativa recurrente, súmese las posturas de Lula en contra de la hegemonía del dólar, promoviendo incluso fórmulas de intercambio sin el uso de esta moneda y la creación de una institucionalidad adherida a nuestros intereses como región, elementos que por supuesto no son de buen ver en la Casa Blanca y en toda la institucionalidad estadounidense, mucho menos por esa élite política que valora claramente el liderazgo de uno de los países de mayor potencia en nuestro continente como vital para favorecer, o no, sus intereses.
Pues dichas posturas han conllevado a que un personaje de la OTAN, el presidente del Comité europeo de desarrollo de la OTAN, Günther Felinger, le haya dado por lanzar una perla de división de Brasil hasta en cuatro Estados, afirmando que esto es necesario ante la negativa de Brasilia de suministrar armas a Ucrania y más aún por su participación y posiciones ante la Cumbre BRICS+.
Por supuesto, cualquiera podría despachar estas amenazas o propuestas amenazantes como una locura; pero llama la atención que semejante asunto sea vertido de tal manera que por un lado se mantiene un silencio como de termómetro para saber reacciones; y por el otro venga de un elemento justo de la instancia bélica principal que ha desarrollado la provocación fundamental en contra de la Federación de Rusia, promoviendo así una guerra que estancada en el terreno busca expandirse a otros territorios en el mundo.
Este tema, junto a otros elementos como la aprobación por el controversial Congreso de Perú de la presencia de militares de EEUU en territorio de ese país, o una Operación Unitas 2023 más expansiva en el territorio de nuestra región, a lo cual añadimos el plan de intervención militar en contra de la República Bolivariana de Venezuela, denominado Operación Puma, parecen ser elementos más que suficientes para la necesaria consideración por parte de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC, ya que se han venido moviendo varias maniobras que buscan alterar una de las declaraciones más importantes de este grupo, como fue la proclamación de América Latina como Zona de Paz.
De plano está la consideración de un continente esencialmente rico en recursos estratégicos, que por ende es muy apetitoso para diversos intereses, pero además un eventual objetivo político y militar de acuerdo a como avance el proceso de mundialización del conflicto en Ucrania.
Estas aseveraciones, con respecto a la República Federativa del Brasil, no son precisamente juicios demenciales, algo hay en la trastienda planificándose.
La ingenuidad en estos temas, como siempre, es pecado.