Por: Carolys Helena Pérez González @CarolysHelena
La historia de las venezolanas por la construcción de sus espacios para el desarrollo de la nación resulta un profundo desafío para el análisis; pues dentro de la cartografía ideológica y estructural del socialismo, la presencia del Socialismo Feminista, declarado por el Comandante Hugo Chávez en el año 2009 (“Sin feminismo, no hay socialismo”) abre un cauce político y social que ha permitido reestructurar la política de atención al Poder Popular.
Esto va así; para generar un cambio es necesario hacerse cargo del estado de ánimo propio, del ánimo de los otros, de las otras y de les otres. Entender cuál es la meta colectiva, los puntos de encuentro y estos tenerlos claros. Acción que solo es posible lograr con atención plena y haciendo la batalla en colectivo hasta ganar con los pies en la tierra y teniendo visión estratégica; de este punto es que parte esta reflexión, ¿cuánto de nuestro accionar militante como feministas está sumándose a la conversación y formación del Poder Popular?
Somos un pueblo formado, forjado al calor de las grandes batallas, pero que ante tanta información irradiada a través de la social media, de los dimes, diretes y bulos bien trabajados para alcanzar los espacios más íntimos, como aquellos en los que nos acompañan los teléfonos celulares, haciendo uso de las cadenas de Whatsapp como principal canal de transmisión pudieran sin nuestra participación articuladora en lo territorial verse asediados por un mensaje neoliberal, que se disfraza en frases de moda y que hoy requiere de nuestra atención y blindaje ideológico.
Y sí, esta protección incluye al Socialismo Feminista.
Pero, ¿A qué viene esto?, El Comandante Chávez, en El libro azul, texto fundamental para la construcción política y partidista, señala ─entre otras cosas─ la necesidad de desarrollar, desde el sistema político, canales para el fluir del poder popular; o dicho en sus palabras textuales: “el sistema político debe instrumentar los canales necesarios, tanto a nivel local como regional y nacional. Canales por los cuales corra el poder popular protagónico”. (P. 77).
La conformación de estos canales, ocurre al momento de abrirnos espacios desde nuestros contextos, a la escucha y conversación permanente con el pueblo que hoy recibe de nosotros, nosotras y nosotres líneas de dirección.
Lo tenemos claro, la articulación es un medio para un fin. Lo hemos entendido desde la primera vez que se presentó ante el escenario político el desarrollo del empoderamiento político social, el poder popular; entendido como el pueblo asumiendo el poder como propio, como ejercible; pero tengo semanas preguntándome ¿el poder, para qué? Y siempre vuelvo a la misma respuesta, el poder para hacer el Socialismo Feminista, nuestro principal aporte al Socialismo del siglo XXI.
La palabra poder, adopta en el lenguaje diversas formas como: capacidad, estar en condiciones, tener facultad para hacer determinada cosa; pero el poder ahora es una batalla en tierra, una convocatoria también a mirar por encima de las pantallas, a alzar la vista para encontrarnos de frente, conociendo nuestras voces, reconociendo nuestros espacios, aprendiendo a deducir qué hay en nosotras, nosotros y nosotres que nos vincula, nos facilita la comprensión del objetivo y hace posible la patria feminista.
Es probable que la comprensión de la necesidad de trascendencia, complique un poco el panorama para quienes se dejan sumergir por la dinámica de la inmediatez, de like sin profundidad y de los compartidos sin vinculación real; pero es posible lograrlo, lo vemos a diario en los despliegues territoriales, en los espacios de conversa con la mirada desnuda en las comunidades, las mujeres lo hemos entendido: en nosotras recae la posibilidad de hacer la verdadera Revolución Socialista.
Y que no se nos olvide, la revolución se sigue haciendo en tierra; pero esta solo será posible con la participación real de las mujeres, hablando y transformando sus historias; y esa es nuestra tarea.
¡Venceremos!
¡Palabra de mujer!