Señales de un plan casi siempre oculto
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Justicia transicional
La oposición, que dice ser unitaria, nunca explica del todo su plan de gobierno. Se limita a hablar generalidades sobre un cambio político y el retorno a un pasado supuestamente feliz, el de la Cuarta República.
Pero lo que piensan hacer en caso de obtener el poder está más que claro. La inhabilitada María Corina Machado dispara amenazas como «enterrar el socialismo para siempre», mientras el candidato nominal, Edmundo González Urrutia, empeñado en proyectar imagen de comedido y equilibrado, anuncia una justicia transicional, como la que se ha aplicado, tras su retorno a la democracia, en países que han sufrido horribles dictaduras.
Ya sea en las desaforadas expresiones de la ventrílocua o en las relamidas palabras se su muñeco, el plan es el mismo: quieren borrar del mapa al chavismo mediante juicios sumarios y acciones represivas que serían aplaudidas por la «comunidad internacional».
Mediante esa misma justicia transicional pretenden liberar a los privados de libertad que sean calificados como «presos políticos» y permitir el regreso de los «exiliados».
Esos tribunales hechos a la medida, concebidos como un poder judicial paralelo, dejarían sin efecto cualquier ley que hubiera sido aprobada de acuerdo a las pautas constitucionales en estos años, todo ello para cumplir su objetivo de desmontar el estado social de derecho y justicia. La guerra está más que avisada.
Pacto con genocidas
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La campaña electoral hace brotar lo oculto, a veces por iniciativa de los oponentes, y otras veces porque los mismos aliados —por diversas causas— consideran necesario que los secretos se ventilen públicamente.
Así está ocurriendo con el ala pirómana de las oposiciones. Se exponen a la luz datos y documentos capaces de hacer reflexionar hasta a los más fanáticos.
Ya se conocía acerca del pacto firmado por el movimiento político (no legalizado) Vente Venezuela con el partido Likud, que lidera el genocida sionista Benjamín Netanyahu. Ahora se sabe que Machado también le pidió a ese nefasto individuo, cabecilla del genocidio contra el pueblo palestino, que considerara incorporar a Israel a una coalición para intervenir militarmente en Venezuela.
«Dando casquillo», como se dice coloquialmente, la dirigente de extrema derecha argumentó, en 2018, que el gobierno de Venezuela mantenía lazos con Irán, y por lo tanto era una amenaza para Israel. La misma petición les hizo a muchos otros gobernantes fachos del mundo. Tremendos amigos los que se gasta la oligarca; qué planes tan oscuros tiene para el país, mientras anda por ahí, tratando de darse baños de popularidad.
Citgo compra petróleo a Guyana
A veces, cuando un dirigente o comentarista bolivariano llama «traidor a la patria» a algún opositor, a ese vocero se le acusa de ser sectario y radical. Pero es que, en muchos casos, no hay otra opción. La conducta de estos sujetos y de sus partidos políticos es indiscutiblemente antinacional.
Ejemplos hay muchos y se renuevan a cada rato. Uno de los más recientes y lacerantes es el siguiente: la empresa venezolana Citgo, robada por Estados Unidos con la complicidad del falso gobierno interino de Juan Guaidó, y que sigue en manos de esta banda delictiva a través de unos “gerentes”, está comprando petróleo también robado a Venezuela, extraído ilícitamente de las aguas no delimitadas con Guyana.
Es un acto de doble traición a la patria. Por un lado, están usurpando el manejo de una empresa nacional de la que el país ha sido despojado vilmente y en cuya defensa jurídica se le ha impedido participar al Estado venezolano legítimo.
Por otro lado, se usa ese activo venezolano para alimentar los negocios írritos de Guyana y las transnacionales petroleras que operan impunemente en un territorio y unas aguas marinas que Venezuela reclama desde hace más de un siglo. Son crímenes de lesa patria, más allá de cualquier propaganda política.
Preparativos para lo de siempre
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