“La salud no es una mercancía”. La pancarta abrió las manifestaciones contra la Cumbre de Salud Global en Roma. Colectivos, sindicatos de base y partidos políticos, no incluidos en la compatibilidad institucional actual, han representado así la agenda de los pueblos contra el G20 del capital, organizado por Italia, que encabeza la presidencia de la cumbre, junto con la Comisión Europea. El G20 terminó con la habitual hipocresía de las grandes instituciones internacionales, que encubre la era Biden.
«Alto a las patentes: vacunas gratuitas, en todas partes para todos», decía la pancarta que un grupo de colectivos comunistas dejó caer desde el techo de la sede de Pfizer en Roma. El mismo reclamo que adelantan la Venezuela bolivariana y el arco de países del Sur. El diputado Saúl Ortega, junto a los delegados al Mercosur, llevará la propuesta al organismo regional para exigir la eliminación de las patentes; con el objetivo de que los países de la región puedan producir vacunas, dándoles prioridad a las cubanas.
Más allá de las declaraciones de fachada de algunos de sus países miembros, como Italia y Francia, la Unión Europea, debido a la presión del gobierno alemán sigue apegada al negocio de las patentes; mientras que otros gobiernos hacen promesas de dosis adicionales para ser incluidas en el programa Covax.
China dijo que aportará tres mil millones de dólares en ayuda durante tres años para países en desarrollo. Y, de hecho, muchos países del continente latinoamericano ya han recurrido a China y Rusia; ante los impagos y retrasos de algunos de los ocho productores con los que la OMS había llegado a un acuerdo para abastecer a América Latina con 280 millones de dosis bajo el programa Covax. Argentina, Brasil, Chile, México y Perú han llegado a un acuerdo para obtener al menos 30 millones de dosis de las vacunas chinas CanSino, Sinopharm y Sinovac (Coronavac); y están en curso vacunaciones con Sinovac y Sputnik V de Rusia en al menos 6 países; Venezuela está entre los primeros.
La escasa disponibilidad actual de vacunas para la población; eleva las previsiones del número total de víctimas por Covid en Brasil; que podría llegar al medio millón en junio, con consecuencias aún más graves en el resto del continente. Cuba, es el único país sudamericano que está desarrollando sus propias vacunas, dos de las cuales están prácticamente en la recta final; en la fase tres.
Venezuela presenta una cifra baja de muertes (2.465) y, a pesar del feroz bloqueo económico-financiero, un nivel de curación del 93% (203.523 curados de 219.864 infectados). La posición geopolítica de Venezuela en el contexto de las relaciones de solidaridad sur-sur en el continente, y la colaboración con China y Rusia, han permitido este resultado, logrado mediante políticas de salud pública y gratuita, y con el desarrollo de la prevención y la medicina territorial; en completo contraste con lo que sucede en países capitalistas, comenzando por Italia.
«El objetivo de la cumbre es garantizar 100 millones de dosis a los países de ingresos bajos y medianos para el 2021», dijo Ursula von der Leyen, pretendiendo ignorar que se necesitan entre 5 y 10 mil millones de dosis. Sin embargo, las promesas no fueron ni siquiera escritas en blanco y negro. En la cumbre, por lo tanto emergió un apartheid vacunal, directo o disfrazado, de los países del Norte contra los del Sur, apoyado en barreras comerciales y cláusulas secretas en los contratos realizados con Big Pharma.
Eurodiputados del grupo de izquierda de la UE (GUE) denunciaron que no se está utilizando ni el 50% de la capacidad de producción de vacunas del mundo, mientras que en los países ricos, donde se registra el 16% de la población, se ha concentrado —hasta ahora— el 90% de las dosis; y Europa ha exportado 200 millones de dosis, la mitad de su producción. Las grandes empresas farmacéuticas continúan rechazando la suspensión de patentes. Afirman que no hay problemas de producción.
En el Parlamento Europeo, a pesar del voto contrario de la derecha italiana, los eurodiputados del GUE consiguieron aprobar una enmienda que apoya la solicitud de suspensión de patentes sobre vacunas presentada por India y Sudáfrica a la Organización Mundial del Comercio (OMC), con la que se insta a las empresas farmacéuticas a compartir sus conocimientos y datos a través del pool de acceso a tecnología (C-TAP) relacionada con la COVID-19. Sin embargo, la decisión de la Comisión Europea podría ser diferente a pesar del voto.
Las cifras del desastre producido por la pandemia en los países industriales más avanzados indican el fracaso del modelo capitalista al priorizar sus necesidades de lucro. La ineficacia de las recetas neoliberales, que han llevado a recortar drásticamente los servicios públicos, empezando por la salud, para favorecer a las empresas privadas, ha emergido de forma espectacular ante la crisis pandémica; enfrentada de manera muy diferente por el estado chino, que controla las palancas de su propia economía.
En los países europeos, por el contrario, el chantaje del gran capital a la política ha impedido una cuarentena eficaz, basada en el principio de corresponsabilidad que rige la Constitución Bolivariana. A pesar de la evidencia, incluso de aquellos sectores de la burguesía que han especulado y destruido todas las garantías posibles para los trabajadores tras el ciclo de lucha de los años setenta; se escuchó reiterar que «nada volverá a ser igual».
Una retórica alimentada por las buenas intenciones expresadas por Biden y algunos representantes de instituciones internacionales; que de momento parecían «caritativas». Sin embargo, como enseña Marx, el capitalista recupera con la otra mano lo que se vio obligado a conceder en el plano económico tras las luchas sindicales, y el imperialismo es por naturaleza voraz, dispuesto a pisotear sus propias leyes. Sin un cambio en la correlación general de fuerzas, como sabemos, el capital tiende a recuperar el terreno perdido y, si no encuentra obstáculos, como lamentablemente está ocurriendo en Europa, se expande.