I
Escribimos estas líneas, continuidad del esfuerzo que venimos realizando por sistematizar la génesis de la Revolución Bolivariana, en momentos en los que culminamos una exitosa gira por la Federación de Rusia y la República de Belarús, como Enviado Especial del compañero Presidente Nicolás Maduro; gira respecto a la cual conversaremos en una próxima entrega de nuestro Sentir Bolivariano y cuyos objetivos se inscriben, sin lugar a dudas, en los preceptos que desde su propio nacimiento animaron el proyecto de amplias transformaciones que tiene lugar en Venezuela desde el año 1999.
El 29 de marzo de 1994, el Comandante Chávez arribó a Barinas, después de pasar dos años en la Cárcel de la Dignidad, por los hechos del 4 de febrero de 1992. A solicitud suya, preparamos un acto de recibimiento en Sabaneta, nuestro pueblo natal. Junto a un grupo pequeño de camaradas, fuimos a esperarlo en un restaurante que estaba ubicado en la carretera entre Guanare y Boconoito, en el estado Portuguesa. Todo ello había sido previamente acordado.
Llegamos a los alrededores de la plaza Bolívar de Sabaneta en caravana; lugar en donde se había colocado una tarima muy sencilla, adornada con flores y matas de plátano. La euforia era total y prácticamente todo el Pueblo estaba allí, además de personas que enteradas de la noticia, se había trasladado por su cuenta desde la capital y otros pueblos cercanos.
De allí salimos hacia Barinas, donde habíamos convocado a un acto político en la urbanización Rodríguez Domínguez, al frente de la casa de nuestros padres. La multitud que se reunió allí también fue impresionante, pero lo que más nos sorprendió, es que en la entrada a la ciudad, sin ninguna convocatoria previa, había tanta o más gente que en la concentración que conseguimos en la referida urbanización.
Casi no podían avanzar los vehículos que formaban parte de la caravana y la gente se abalanzaba sobre la camioneta donde iba el Comandante Chávez saludando. Recuerdo que a alguien se le ocurrió llevar un conjunto de música llanera para recibir al líder bolivariano con las coplas de la sabana, pero el alboroto y los empujones eran tales que el arpa terminó rodando por la ladera del río Santo Domingo.
II
En los discursos que pronunció en ambos espacios le escuchamos, a nuestro Comandante Eterno, “lanzar las primeras líneas del plan de acción diseñado para dar la batalla por la conquista del poder político en el país.
Palabras más, palabras menos, planteó que gracias al trabajo que se había realizado desde los años de la Cárcel de Yare, y al apoyo decidido y valiente de quienes asumieron el proyecto bolivariano, a pesar de las amenazas y las persecuciones; contábamos con una plataforma organizativa: el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200), que daría soporte al inicio de un recorrido nacional que permitiría, entre otras cosas, avanzar en su conformación en cada entidad federal y local del país. Se trataba de consolidar una estructura nacional, con un comando general; y de establecer comandos estadales y municipales.
El líder histórico de la Revolución Bolivariana definió claramente que la postura de las bolivarianas y los bolivarianos tenía que ser de oposición al gobierno de la oligarquía, enarbolando por todas partes la bandera de la Constituyente y la profundización de un proceso de reflexión política, de formación ideológica, sustentado en los principios fundamentales recogidos en el Árbol de las 3 Raíces.
Se trataba de, apelando al Padre Libertador Simón Bolívar, construir un sistema político que le asegurara a nuestro Pueblo la mayor suma de estabilidad política, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de felicidad posible. También, con Simón Rodríguez, de inventar o errar, promoviendo con el saber y el trabajo, y la educación popular, la construcción de un modelo propio; y de asumir, al mismo tiempo, con el General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora, la batalla por tierras y hombres libres.
Así comenzó la etapa de la esperanza en la calle; una etapa en la que, como le contara el mismo Comandante a Ramonet: Me fui por los caminos, las montañas, los ríos, los Pueblos; salí disparado en una gira huracanada, ciudad por ciudad; cuando llegamos a 1997 no había Estado de Venezuela donde no existiera un comando del MBR-200. Conseguimos organizar el movimiento en todas partes, yo hablaba en las plazas, pronunciaba discursos, declaraciones, daba ruedas de prensa, intervenía en programas de radio día tras día, casi sin descanso, durante los años 1994, 1995, 1996.
III
Ya a mediados de 1996, con el MBR-200 bien estructurado a nivel nacional, comenzamos a debatir la tesis de la participación o no en las elecciones presidenciales del año 1998.
Se organizaron sesiones de debate a todos los niveles: municipal, estadal y nacional; estando de acuerdo en un primer momento la mayoría de las y los militantes del Movimiento, en no participar de dichas elecciones y en la necesidad de plantearnos nuevas formas de lucha, sin descartar la vía armada —a pesar de la derrota militar del 4 de febrero de 1992—; un planteamiento que estaba soportado en los riesgos que sentíamos correría nuestro proyecto, en una coyuntura tan compleja como la predominante en el país en ese momento.
La mayor preocupación era que, aunque se ganaran las lecciones, no se reconociera el triunfo de las fuerzas patriotas y que aquel sistema político corrupto pusiera en práctica sus viejos métodos antidemocráticos expresados, entre otras realidades, en aquella tristemente célebre frase de Acta Mata Voto; siendo desconocida en consecuencia la voluntad popular e imponiéndose el candidato de la derecha.
Sin embargo, a medida que pasaban los meses y se fortalecía el liderazgo del Comandante Chávez, la opción electoral ganaba mayor fuerza; en tanto el proyecto que encarnaba el líder bolivariano gozaba de un gran respaldo por parte de las masas populares, las cuales acompañaban el planteamiento de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, a partir de la cual refundar la República. La gente, procedente de diferentes sectores sociales y políticos, continuó sumándose a nuestro Movimiento en la medida en que el líder histórico de la Revolución Bolivariana seguía recorriendo el país.
El argumento más fuerte para defender la idea de participar en las elecciones de 1998, con Chávez como candidato a la Presidencia, era que aunado a la aceptación popular que tenía el líder bolivariano, se contaba con una gran fortaleza en los cuarteles, lo cual se pensaba haría muy difícil que nos robaran las elecciones.
Así llegamos a la Asamblea Nacional del MBR-200 del 19 de abril de 1997, organizada con la participación de delegadas y delegados de todas las entidades federales del país; asamblea que tuvo lugar en la ciudad de Valencia del estado Carabobo, y en la que se aprobó casi por unanimidad —a excepción de un voto—, participar en las elecciones presidenciales de 1998; sin que ello negara ninguna otra forma de lucha, según se fuesen presentando las condiciones objetivas y subjetivas durante el proceso.
A partir de entonces, se aceleró el trabajo organizativo y de movilización a nivel nacional, con una propuesta programática que se denominó Agenda Alternativa Bolivariana (AAB); con la cual se hacía frente a la presentada por los defensores del profundamente neoliberal modelo adeco-copeyano de esos años, denominada Agenda Venezuela.