El 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, la Corte de Apelaciones de Inglaterra y Gales revocó la decisión que prohibía la extradición de Julian Assange a Estados Unidos, atendiendo las demandas de los representantes de Washington. El caso fue devuelto al Tribunal de Distrito de Westminster.
El periodista permanecerá en la prisión de Belmarsh de Londres, donde está detenido desde 2019. La defensa tiene derecho a apelar esta decisión. La abogada y prometida de Assange, Stella Morris, ya ha anunciado que los abogados pronto apelarán.
La extradición del fundador de Wikileaks de Reino Unido a Estados Unidos podría convertirse en una cuestión de vida o muerte, teniendo en cuenta los graves problemas de salud mental que padece el periodista. Hace poco se supo que sufrió un micro accidente cerebrovascular en la prisión de Londres, así lo informó Morris a la prensa. Según ella, el derrame cerebral ocurrió el 27 de octubre durante la audiencia de Assange en el Tribunal Superior de Londres desde la prisión a través de un enlace de video. La abogada señaló que el derrame cerebral fue causado en mayor medida por el estrés que surgió como resultado del litigio en curso.
Julian tiene el párpado derecho caído, problemas de memoria y signos de daño neurológico. Fue sometido a una resonancia magnética del cerebro y ahora está tomando medicamentos para el accidente cerebrovascular.
Al delicado cuadro de salud de Assange, se suma la absurda sentencia de 175 años de prisión que el gobierno de los Estados Unidos le quiere hacer pagar por revelar información confidencial de este último que incluye escándalos de espionaje, corrupción de alto nivel y crímenes de guerra y de lesa humanidad en muchos países.
La comunidad internacional y los activistas de derechos humanos temen que Estados Unidos utilice las llamadas «medidas administrativas especiales» contra Assange, que se endurecieron después del suceso del 11 de septiembre de 2001. Un régimen de ese tipo, que se suele aplicar a la sospecha de terrorismo, prevé el máximo aislamiento de los presos que ya se encuentran en régimen de aislamiento, con el pretexto de prevenir cualquier amenaza a la «seguridad nacional».
Los detenidos sujetos a estas medidas solo pueden comunicarse con un círculo limitado de familiares y abogados, y después de un control exhaustivo de estas personas por parte de los servicios especiales. Además, estos últimos tienen todo el derecho a escuchar a escondidas las conversaciones entre abogados y sus clientes. Al mismo tiempo, los representantes de la defensa, bajo pena de prisión, tienen prohibido difundir públicamente la situación de sus clientes.
Por otro lado, hay que recordar que, según una investigación del equipo de periodistas de Yahoo! News, en 2017, la CIA ya estaba desarrollando un plan para secuestrar y asesinar a Assange.
A pesar de todos estos elementos, el gobierno estadounidense insiste en afirmar que la vida del periodista estará a salvo de ser entregado al sistema judicial de ese país.
Con una sucesión de verdades filtradas sobre los planes y acciones del imperio estadounidense, hoy en franca decadencia, lo que ocurre con Assange es una especie de chivo expiatorio que está pagando por mostrar al mundo entero los crímenes que desde el campo antiimperialista hemos estado denunciando por décadas.
En ese sentido, WikiLeaks es una herramienta para conocer a profundidad las entrañas del monstruo imperial que, a la larga, puede servir de instrumento para la acción a contrapelo del interés de Washington. Ese es el mayor crimen de Julian Assange, según Estados Unidos.
Por: Versión Misión Verdad