Maduro le escribe al rey de España
Desde 2002, un decreto presidencial emitido por Hugo Chávez establece que en Venezuela el 12 de octubre se celebra el Día de la Resistencia Indígena, fundamento de la identidad nacional y regional. En este año Bicentenario, el presidente Maduro le escribe una carta al rey de España, en su “Día de la hispanidad”; con el fin de “protestar con la indignación que sentimos como pueblo amerindio, multiétnico y pluricultural en la República Bolivariana de Venezuela; al ver cómo 529 años después se sigue celebrando lo que, a la luz de la historia y la razón universal, fue una de las más sangrientas conquistas”.
El presidente bolivariano recordó al “señor Felipe de Borbón” que en la Batalla de Carabobo “se concluyeron tres siglos de Resistencia Indígena cuyo levantamiento encabezó el Cacique Guaicaipuro”, en cuyo espíritu Venezuela exige de España “un cambio de mirada, un cambio histórico para ver el pasado y el futuro con otros ojos”. Europa “debe reconocer que su modernidad y su vertiginoso crecimiento industrial, comercial y financiero, es decir, el auge del capitalismo occidental, tuvo sus cimientos en un crimen de lesa humanidad contra los pueblos de lndoamérica y de África, y en un despojo material de sus riquezas que inició el 12 de octubre de 1492”.
Masacres, desplazamientos, guerras, enfermedades nuevas, trabajos forzados —dijo el presidente—, acabaron con la vida de más de 90 millones de indígenas. La trata negrera secuestró, expatrió y esclavizó a cerca de 50 millones de africanos. “Son cifras que superan los holocaustos y las guerras causadas y sufridas por Europa en el siglo XX”.
Lo que no es aceptable, prosigue la carta, es la banalización y negación del genocidio indoamericano, “que nos parece manifestar el peligro y la justificación de nuevos holocaustos”.
Con la Revolución Bolivariana, Venezuela en cambio se embarcó en un viaje hacia sus orígenes y encontró una «memoria plural y una identidad múltiple» que permite una visión intercultural hacia un futuro descolonizado. En más de 500 años desde la invasión europea —escribió Maduro—, como diría José Vasconcelos, «hemos afinado una raza cósmica, representante y vocera de todas las razas del mundo».
Venezuela es un país que ha acogido a millones de inmigrantes de todo el mundo, ciudadanos con igualdad de derechos y dignidad, en defensa del legado del Libertador Simón Bolívar que así exhortaba en el Congreso de Angostura de 1818: “La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla. Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte. Que más bien es un compuesto de África y América, que una emanación de Europa: pues que hasta España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos”.
Profético el Libertador, dijo Maduro: “¿No es acaso cierto que hoy la Europa que mira desde el «norte de los Pirineos», trata al pueblo español con el mismo desprecio que dispensa hacia los africanos, árabes y latinoamericanos? Una hispanidad sin el reconocimiento y el perdón, sin la verdad y el resarcimiento moral por el crimen y el despojo, es un cascarón vacío que solo sirve para la fotografía de un club de presidentes derechistas”.
Y luego, Venezuela, que ha conocido «en carne propia el poder destructivo de la mentira», exige la verdad.
Por ello, Maduro cree que ha llegado el momento de establecer una Comisión de la verdad sobre el colonialismo europeo, que utilice todo el material disponible en el universo hispanohablante para producir una visión indómita de la conquista de América contra los nuevos oscurantismos que pretenden ocultar “el más sangriento de los episodios humanos».
Una comisión dirigida por la CELAC y formada por chamanes, antropólogos, arqueólogos, defensores de derechos humanos, juristas, escritores e intelectuales, así como historiadores y representantes de todas las religiones. La presidirá el Ministro de Cultura Ernesto Villegas.
El Día de la Resistencia indígena fue, por tanto, también una oportunidad para dar a conocer los datos de la recuperación económica, a pesar del feroz bloqueo. Maduro dijo que el Banco Central de Venezuela (BCV) está elaborando el informe oficial sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Mientras tanto, fuentes financieras internacionales han anticipado que la economía venezolana tendrá un aumento del 5-6% y que la hiperinflación comienza a mostrar una curva descendente.
La capacidad industrial de Venezuela, dijo Maduro, proviene de su economía mixta, lo que le permite combinar todos los elementos para producir y avanzar. A diferencia de la economía especulativa, que solo piensa en obtener ganancias sin preocuparse por las necesidades concretas de la población, la economía real que se está construyendo se enfoca en esas necesidades concretas.
Un gran aporte a la estabilidad y recuperación de la economía venezolana proviene de las redes de producción y autoproducción comunales que dieron origen a los CLAP y que se encaminan hacia la construcción del socialismo comunal. Un proyecto, querido por Chávez, que implica la participación activa y protagónica de las y los trabajadores, de las comunidades organizadas, para consolidar ese bloque social alternativo que tiene como objetivo controlar todo el proceso productivo y construir una nueva sociedad.
El socialismo comunal venezolano tiene profundas raíces históricas, que hacen referencia a las sociedades indígenas originarias y su evolución (histórica, espacial y cultural) a través de diferentes formaciones socioeconómicas y modos de producción, cuyas huellas persisten en el presente.
En 1492, Colón «descubrió» un continente habitado no por «salvajes», sino por millones de personas. Poblaciones que habían alcanzado diferentes niveles de desarrollo y organización social, algunos más estables y más complejos, hasta sociedades con alto desarrollo tecnológico y organizacional en las regiones occidentales del continente. Un mundo ciertamente no idílico, animado por enfrentamientos por el poder entre «imperios» y entre comunidades por el control de territorios, pero equilibrado a su manera. Un mundo que, a través de contradicciones y conquistas, iba desarrollando y construyendo su propia historia.