Jose Antonio Egido.
Aunque las hienas salvajes de la extrema derecha española de los partidos PP y VOX acusan al gobierno español de ser favorable al gobierno bolivariano, la realidad no es esa. El actual presidente Sánchez empezó su carrera política como un joven becario de la misión del FMI encargada de instaurar el capitalismo neocolonial en la antigua república socialista yugoslava de Bosnia Herzegovina tras la guerra civil entre el partido musulmán fascista apoyado por el FMI, la Unión Europea (UE) y la OTAN y los nacionalistas serbios y quienes querían mantener la unidad yugoslava. Sánchez demostró que no es ningún antimperialista siendo el primer presidente de gobierno de la UE en exigirle al presidente Maduro convocar elecciones presidenciales en enero de 2019 siguiendo las órdenes de Trump. Designó ministro de exteriores a un pro norteamericano del viejo equipo de Felipe González, Josep Borrell, muy parecido ideológicamente a otro ministro de González que dirigió la OTAN en su bombardeo de Serbia y Montenegro en 1999. Hoy las circunstancias son otras: la Revolución bolivariana ha resistido heroicamente, han entrado en coalición 4 ministros de la coalición de centro izquierda Podemos cuyo líder Pablo Iglesias prefiere que no le recuerden sus fotos en Venezuela con franela de Chávez pero que no respalda una invasión militar para derrocar la revolución, Borrell gracias a sus méritos pro norteamericanos ha sido nombrado jefe de la diplomacia de la Unión Europea y tiene un rol positivo hacia Venezuela el ex primer ministro Rodríguez Zapatero, a la izquierda de Sánchez, lo que tiene algo de peso político. Estas circunstancias no hacen de Sánchez ni de su canciller Arancha González amigos de Venezuela ni tampoco feroces enemigos como la ultraderecha española. Ambivalencia, cobardía y oportunismo marcan su comportamiento. Así se entienden el insulto de “dictador” que le lanza González al presidente Maduro y el cambio de posición de Borrell para pasar a pedir un atraso de las elecciones legislativas bajo presión de Trump. La solidaridad de los progresistas españoles, la diplomacia bolivariana y, sobre todo, la resistencia heroica del pueblo venezolano impondrán las realidades políticas a los tibios, timoratos y acobardados socialdemócratas y liberales “de izquierda” españoles leales a Washington, la OTAN y la UE.