Los que mueren por la vida nunca mueren, dice el canto de Alí Primera y ese canto que es un canto todos, hoy es nuestro canto por Eliécer Otaiza, quien hace 7 años fue asesinado por una derecha sedienta de sangre.
Su cuerpo sin vida fue hallado el 26 de abril de 2014 por la policía municipal de El Hatillo, en en una zona boscosa de Turgua, en El Hatillo, estado Miranda, con cuatro impactos de bala y signos de torturas.
Entonces el centro de Caracas se llenó de pueblo que salió a despedir al admirado revolucionario, quien era velado en Capilla Ardiente en los predios de la Asamblea Nacional. En su honor fueron decretados 5 días de duelo.
“Decir Eliézer Otaiza no es cualquier nombre, es un revolucionario auténtico, un compañero leal en el combate, audaz, valiente, aguerrido, un gran ser humano, un bolivariano (…) con tu memoria decimos: ¡Nosotros Venceremos!», expresó Diosdado Cabello a través de su cuenta en Twitter.
Otaiza nació en Valencia el 7 de enero de 1965. Estuvo entre los alzados el 27 de noviembre de 1992, cuando una segunda ola de militares rebeldes trataron de culminar el “por ahora” del 4 de febrero de Chávez.
Ese día lo dieron por muerto cuando cayó herido en los enfrentamientos del Palacio de Miraflores. El militar insurrecto recibió un tiro en el estómago y en una pierna. Pero en el Hospital Militar descubrieron que el muerto no estaba muerto y como el Ave Fénix resucitó.
Luego acompañó a Chávez en la cárcel de la dignidad y en 1994 fue puesto en Libertad. Desde entonces y hasta el final de sus días en este plano acompañó a su Comandante en la gesta por la segunda independencia de Venezuela.
Fue licenciado en Artes y Ciencias Militares y cursó una maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar. Presidente de la Cámara Municipal de Caracas. Dirigente revolucionario estrechamente ligado al proceso de conformación del proyecto social, político y económico de la Revolución Bolivariana.
Fue miembro del MVR y en 1999 estuvo en la Asamblea Constituyente, siendo quien propusiera el nombre «República Bolivariana de Venezuela». Se destacó en materia de seguridad.
También participó activamente en la redacción del capítulo de Seguridad y Defensa de la nueva Constitución Bolivariana. Formó parte del Congresillo, organismo de transición del Congreso a la Asamblea Nacional. Allí cumplió un papel protagónico en la redacción de la Ley de Servicios de Inteligencia, que derogaba la figura de la DISIP.
Y estuvo en las inmediaciones del Palacio Blanco durante la retoma de Miraflores, el 13 de abril tras el el breve golpe de Estado de una derecha que trataba de evitar que la nueva Ley de Hidrocarburos asegurara la propiedad en manos del pueblo de las mayores reservas del petróleo del planeta.
Entre 2006-2008 fue director general del Sistema Nacional de Contrataciones Públicas. Fue candidato a la gobernación del estado Carabobo (en plena convocatoria a revocatorio).
En enero del 2000 fue nombrado director de la DISIP.
Y ejerció como coordinador general de la Terminal Bandera (2011) y presidente del Instituto Municipal de Deporte y Recreación de la Alcaldía Libertador (2012).
Para las elecciones municipales del 2013 encabezó la lista de candidatos concejales del Municipio Libertador, ganando por un amplio margen y obteniendo la presidencia de la Cámara, cargo que desempeñó hasta su asesinato.
Su pasión, su legado
Otaiza amaba los deportes acuáticos y usó su pasión para ayudar a quienes necesitaban recuperar su salud. Tras un accidente de tránsito que casi le cuesta la vida, utilizó la natación para rehabilitarse, hasta lograr la plenitud de sus condiciones dentro y fuera del agua.
Amigo del campeón Rafael Vidal, tras su trágica muerte por un accidente de tránsito, Otaiza fue uno de los que impulsó la jornada “Un millón de metros por Rafael Vidal”, que convocaba a nadadores de todo el mundo a sumar metros en homenaje al medallista olímpico.
Su vocación de servicio la materializó en el programa de Natación Terapéutica que ayudó a cientos de personas a sanarse. Para Otaiza la actividad física debía servir no solo para ganar medallas, sino para que las personas asumieran el deporte como un estilo de vida.
El programa de natación terapéutica -que nació nueve años luego de su accidente- atendía a personas con distintas condiciones. “Lo primero que buscamos es que el paciente se sienta cómodo en el agua, se relaje y maneje bien la respiración durante los movimientos. Después de eso, las personas realizan balanceos y distintos ejercicios que se practican para recuperar el movimiento corporal fuera del agua”, explicó Otaiza en un reportaje realizado por el Correo del Orinoco, que exploraba su faceta como deportista.
El programa llegó a atender a más de 5 mil pacientes. Ayudó a pacientes que habían sufrido accidentes cerebrovasculares, esclerosis múltiple, osteoporosis, estrés, dolores de columna y hernias discales, entre otras patologías.
Otaiza había logrado recuperar la movilidad de la parte izquierda de su cuerpo gracias a la natación. “Desde ese momento comencé a investigar todos los beneficios de la natación terapéutica para colocarlo como un programa alternativo de Caracas”, explicó al Correo.
Su enfoque fue usar el deporte con un fin altruista, y ese legado vive pese a sus victimarios.