No hay duda de que este caraqueño universal es uno de los fundadores del espíritu transformador de la primera mitad del siglo XIX. Fue un humanista en el sentido estricto de la palabra. Creyó en una emancipación espiritual, tanto cultural como política, para los países latinoamericanos. Además, luchó por transformaciones en la educación con la idea de que el saber es clave para la libertad. Andrés Bello nace el 29 de noviembre de 1781. Para él “Todas las facultades humanas forman un sistema, en el que no puede haber regularidad y armonía sin el concurso de cada una. No se puede paralizar una fibra, una sola fibra del alma, sin que todas las otras se enfermen”. El tamaño de Andrés Bello es continental. Cuando Venezuela y Chile estaban naciendo como repúblicas independientes, tuvieron en él a un organizador necesario. Lo prueba su obra en todos los órdenes posibles: funda la poesía hispanoamericana, es el jurista que crea modelos legales, escribe la gramática adaptada a estas tierras, incursiona en la filosofía, hace crítica literaria, en todo caso es un pedagogo a quien le interesa hasta la astronomía. Bello vive en Caracas hasta los 29 años. En Londres estará entre 1810 y 1829 y en Santiago de Chile desde 1829 hasta su muerte, acaecida el 15 de octubre de 1865.
Bello y la viruela
En 1804, Andrés Bello escribe la oda A la vacuna, en una época en que la Capitanía General de Venezuela era víctima de un brote de viruela. Sobre esta obra el profesor venezolano, Marco Aurelio Ramírez Vivas, señala: “esta oda cobra importancia hoy, por ser el primer poema que encomia la primera campaña de salud pública; por mostrar su autor admiración por la curación de una enfermedad por un medio científico; por predicar que sin salud pública no hay prosperidad económica; y por ser este creador caraqueño, sin proponérselo, el primer divulgador de los beneficios dados por la ciencia en las tierras americanas del albor del siglo XIX”.
Fue tal el daño causado por esta epidemia, que Bello escribe una pieza para teatro bajo el titulo de Venezuela Consolada, que, como señala José Antonio Calcaño, es representada con mucho éxito en el antiguo teatro colonial que estaba situado en la esquina del Conde. En el año de 1807 Andrés Bello es designado por el capitán general interino, Juan de Casas, como Secretario en lo Político de la Junta de Vacuna y durante un año entero estuvo encargado de redactar las actas.
Topofilia descolonizadora
Su excelsa topofilia descolonizadora la expresa en Londres, en 1820, en el artículo “Topografía de la provincia de Cumaná; en 1823, en los poemas La Biblioteca, dedicada “Al pueblo americano” y en Alocución a la Poesía, donde pide: “tiempo es que dejes ya la culta Europa, que tu nativa rustiquez desama, y dirijas el vuelo adonde te abre el mundo de Colón su grande escena”. En 1826, continua en esta línea ético política: en los poemas Repertorio Americano, dedicado “al gobierno de Colombia”, Bello nos dice que el propósito de cada ser humano nacido en la Abya Yala es “ser útiles a la América” y “ser útil a los americanos”, y En la Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, Bello enaltece a los hijos de América: “los que afortunados poseedores habéis nacido de la tierra hermosa y de naturaleza bondadosa” donde es “la libertad más dulce que el imperio”. El 7 de octubre de 1821, Bello se refiere a Estados Unidos, llamándola “Esa república maquiavélica, que es de todas las naciones antiguas y modernas la más odiosa a mis ojos”. En la letra que propone para el himno de la República de Colombia creada por Bolívar el 17 de diciembre de 1819 y nacida políticamente en la batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821, Bello le canta a los patriotas: “Otra vez con cadenas y muerte amenaza el tirano español. Colombianos, volad a las armas, repeled, repeled la opresión” y también a los enemigos: “Atacad; una fe mercenaria poco da que temer al valor. Por victoria hallarán escarmiento, por botín llevarán deshonor”.
Principios de derecho de jentes
En 1833 publica Principios de derecho de jentes, en el que habla de autodeterminación de los pueblos y soberanía: “La independencia de la nación consiste en no recibir leyes de otra, y su soberanía en la existencia de una autoridad nacional suprema que la dirige y representa”. Sobre la independencia de la que deben gozar las nuevas repúblicas americanas, gracias a la doctrina bolivariana y no a la doctrina Monroe, Bello nos dice: “De la independencia y soberanía de la naciones se sigue que a ninguna de ellas les es permitido dictar a otras la forma de gobierno, la religión, la administración que esta debe adoptar, ni llamar la cuenta por lo que pasa entre sus ciudadanos, entre el gobierno y los súbditos”. Sobre las ansias expansionistas y la actitud bélica de las potencias europeas y norteamericanas, Bello explica: “El soberano que emprende una guerra injusta, comete el más grave, el más atroz de los crímenes, y se hace responsable de todos los males y horrores consiguientes: la sangre derramada, la desolación de las familias, las rapiñas, violencias, devastaciones, incendios son obra suya”. Para Bello, “Las intervenciones que tienen por causa o por pretexto el peligro de un contagio revolucionario han sido siempre funestas, efímeras en sus efectos, y rara vez exentas de perniciosos resultados”. Sobre el hegemón del modelo civilizatorio occidental, Bello expone: “En la república de las naciones, hay una aristocracia de grandes potencias, que es en la que de hecho reside exclusivamente la autoridad legislativa; el juicio de los Estados débiles ni se consulta, ni se respeta”. Bello se opone a estas confederaciones imperiales ya que imponen “una intervención demasiado frecuente y extensa en los negocios interiores de los otros Estados”, en este sentido, aclara Bello, “aceptarlas implicaría una supremacía irreconciliable con los derechos de soberanía de los demás Estados y con el interés general que traería los más graves inconvenientes”. Sobre la defensa integral de la Patria, Bello manifiesta: “No hay duda de que cada nación tiene derecho para proveer a su propia conservación y tomar medidas de seguridad contra cualquier peligro. Pero éste debe ser grande, manifiesto e inminente para que nos sea lícito exigir por la fuerza que otro Estado altere sus instituciones a beneficio nuestro”.
Andrés Bello rector
Andrés Bello es el rector fundador de la Universidad de Chile, creada por ley del 19 de noviembre de 1842 e instalada el 17 de septiembre de 1843 con el discurso en el que dice: «El programa de la Universidad es enteramente chileno. Si toma prestadas a la Europa las deducciones de la ciencia es para aplicarlas a Chile. Todas las sendas en que se propone dirigir las investigaciones de sus miembros, el estudio de sus alumnos, convergen a un centro: la patria». Esta alocución fue publicada en 1846 en la revista Anales de la Universidad de Chile, la publicación periódica más antigua en idioma español de América. En este discurso, Andrés Bello pregunta ¿Estaremos todavía condenados a repetir servilmente las lecciones de la ciencia europea, sin atrevernos a discutirlas, a ilustrarlas con aplicaciones locales a darles una estampa de nacionalidad? Su respuesta es contundente: “Si no fuésemos capaces de hacerlo, no haríamos sino traicionar el espíritu de la misma ciencia que nos prescribe el examen, la observación atenta y prolija, la discusión libre, la convicción concienzuda”. Después insiste con otra pregunta: “La historia chilena, ¿dónde podría escribirse mejor que en Chile? Pocas ciencias hay que, para enseñarse de un modo conveniente, no necesiten adaptarse a nosotros, a nuestra naturaleza física y nuestras circunstancias sociales”.