En la reunión que realizó el camarada Nicolás Maduro con la Dirección Nacional del PSUV el pasado 4 de junio, refiriéndose al IV Congreso del Partido expresó –palabras más, palabras menos- que este era un Congreso en batalla, en combate, para consolidar con el pueblo el peso histórico de la victoria del 20 de mayo. La victoria del 20 de mayo, por su contundencia en medio de las difíciles y complejas circunstancias que vivimos como pueblo, derivadas de la guerra total del imperialismo y la burguesía contra nosotros; coloca a la Revolución Bolivariana en una nueva situación, favorable para profundizar la ofensiva en todos los órdenes y en todos los espacios.
Es obvio que las elecciones del 20 de mayo cerraron el ciclo victorioso que comenzó el 30 de julio del año pasado con rotundas victorias en los cuatro procesos electorales realizados en el período, con lo cual se fortaleció la legitimidad política institucional de la revolución y, al lado de eso, se consolidó el control territorial de las fuerzas –políticas y sociales- revolucionarias. Se trata de un nivel altísimo de hegemonía política de la revolución alcanzada en medio de la más radical agresión contrarrevolucionaria –económica, política, ideológica, psicológica, mediática, cultural y militar- orientada a desmoralizar y fragmentar las fuerzas del pueblo y romper su unidad con la dirección revolucionaria encabezada por Nicolás Maduro.
Como es sabido, el imperialismo y sus aliados no se conforman con menos de la destrucción de la revolución y la recolonización del país y del continente latinoamericano y caribeño; eso queda claro cuando vemos que no han detenido, sino incrementado la agresión contra el pueblo. Frente a eso, estamos obligados a avanzar para preservar la Patria, a consolidar la ofensiva que tenemos en lo político y social en la economía, derrotando la guerra económica y construyendo la economía productiva socialista, robusteciendo nuestra unidad y la dirección del camarada Nicolás Maduro. Seguimos venciendo.