Por Armando Carías
La prensa bogotana, como casi toda la que se publica y circula en Colombia, es patológicamente antichavista.
Los periódicos en general, incluso uno que desprevenidamente compré atraído por su tramposo lema “la otra posición para leer” (“Desde abajo” se llama), destilan, no solo una adversión enfermiza por la Revolución Bolivariana, sino una abrumadora ignorancia por nuestro proceso.
En el mes que llevamos aquí, entre visitas a los tradicionales referentes históricos, culturales y turísticos de la ciudad; también nos hemos dado a la tarea de difundir el trabajo de Comunicalle y hablar de la apuesta que desde el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información se hace a favor de los medios alternativos y comunitarios.
Apoyados en la publicación “Comunicalle, una experiencia comunicacional desde el arte”, en la que se recoge la metodología de nuestro colectivo, nos hemos dado a la tarea de visitar las sedes de diversos grupos de teatro de la capital y compartir con sus integrantes lo que estamos haciendo en Venezuela para democratizar la comunicación y para llevar información “objetiva y veraz”, como lo expresa el Código de Ética del Periodismo Venezolano, a espacios y audiencias no convencionales.
La primera reacción que recibimos cuando decimos que somos un grupo de actores, actrices, músicos, bailarines, dramaturgos y artistas plásticos que, por medio de los lenguajes del arte, difundimos los valores, logros y proyectos de la Revolución Bolivariana, es una mezcla de desconcierto e incredulidad ante la existencia de una propuesta que, ni en sueños, podría pensarse en el marco de un gobierno de corte neoliberal.
Cuando les referimos a nuestros hermanos colombianos que casi a diario salimos a la calle con acciones comunicacionales que abordan la noticia con la misma inmediatez y exigencia investigativa que un periódico, una emisora radial, un canal de televisión o las mismas redes sociales; les resulta inusual la comparación y les cuesta entender que desde el Estado se impulse una propuesta que marcha a contracorriente con los intereses y apetencias de las corporaciones mediáticas.
Cuando salga publicada esta columna ya estaremos haciendo maletas para regresar a Caracas, después de un intenso mes que nos ha servido para contrastar realidades y para ratificar la certeza de la ruta por la que optamos como creadores y comunicadores que con gestos y palabras insistimos en hacer “La Revolución en Escena”.