Desde su nacimiento Estados Unidos ha hecho uso de las tácticas del bloqueo y el boicot comercial como medio de sometimiento contra las naciones y pueblos que luchan por su soberanía. Uno de los primeros países bloqueados fue Haití. No es casual que haya sido precisamente contra Haití que se haya empleado esta táctica de guerra: 1) era una de las colonias europeas más importantes de la época, 2) allí la población era predominantemente de origen africano, 3) por medios violentos lograron (1793) la abolición de la esclavitud, 4) derrotaron militarmente a los poderosos ejércitos europeos que vinieron a enfrentarlos y 5) se convirtieron en la primera nación independiente (1804) de América Latina y el Caribe.
En efecto, Haití (para entonces llamada santo Domingo) era la principal colonia francesa y, posiblemente, la más rica colonia del mundo, gracias a la proliferación de plantaciones de azúcar, café, y otros productos. En 1789, representaba las dos terceras partes del comercio de Francia con el exterior y era la salida comercial más importante para el tráfico europeo de esclavizados. Para Francia es clave para su supervivencia y desarrollo. De hecho, Haití es a la economía francesa del Siglo XVIII, más que toda África a la economía francesa del S. XX. Pero toda esta prosperidad económica se basaba en la mano de obra esclava.
Y en agosto de 1791, dos años después de la Revolución Francesa, los esclavizados de Haití se rebelan contra uno de los más salvajes regímenes esclavistas de toda América. Los instigadores de la insurrección se aglutinan alrededor de su jefe, Boukman, en el bosque de la montaña Morne Rouge, a la luz de las antorchas y bajo la lluvia de una tormenta tropical. Realizan una ceremonia y Boukman eleva una plegaria donde dice a los suyos: “El dios de los blancos les inspira crímenes, pero el nuestro solo nos empuja hacia las buenas acciones. Nuestro dios, bueno para nosotros, nos ordena vengarnos de las ofensas recibidas. El dirigirá nuestras armas y nos ayudará”. En pocos días, la insurrección se extendió por toda la isla. Uno de los líderes de la sublevación, Toussaint L´Ouverture escribió a los franceses: “Hemos sabido afrontar todos los peligros para obtener nuestra libertad, y sabremos afrontar la muerte para preservarla”.
Es la primera vez en la historia que los esclavizados negros de una nación abolieron por la fuerza la esclavitud (1793) y se liberaron, combatiendo y derrotando las potencias coloniales más poderosas de entonces: Francia Inglaterra y España. Sometieron sucesivamente a los blancos esclavistas de la isla, vencieron un ejército español que fue en su apoyo, una expedición británica compuesta por 60.000 hombres y una expedición francesa de tamaño similar comandada por el cuñado de Napoleón Bonaparte.
Surgió el movimiento de los “jacobinos negros”, cuya influencia se propagó por todo el Caribe insular y continental causando pavor entre la oligarquía racista de Suramérica y EEUU, temerosas de que el ejemplo haitiano contagiara al resto de la población esclava del continente y de las islas.
Entonces, las potencias esclavistas reaccionan con furia. Haití sufre un largo período de aislamiento internacional promovido, fundamentalmente, por Europa y Estados Unidos: no admiten la existencia de una nación gobernada por antiguos esclavos. Ello implicaba una amenaza para sus propios sistemas esclavistas y para su prestigio como potencias blancas.
EEUU jugó un papel protagonista en su odio al pueblo haitiano. Ya en 1791 George Washington, apoyaba financieramente a la administración colonial francesa; sin tal apoyo la estructura militar de la monarquía francesa no habría podido sostenerse durante los primeros meses de la revolución antiesclavista e independentista haitiana. En 1805, el Secretario de Estado Norteamericano James Madison, coincidió con el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Charles Talleyrand, en que: “La existencia de un pueblo negro en armas es un espectáculo horrible para todas las naciones blancas”. En 1806 Estados Unidos se suma al bloqueo contra la Haití impuesto por las principales potencias europeas, su Presidente Thomas Jefferson prohíbe el comercio norteamericano con esa isla caribeña; y en 1807 renueva el embargo económico contra el gobierno haitiano y promueve la división territorial de esta isla caribeña, una república ubicada en el Sur y una monarquía ubicada en el Norte. La primera fue presidida por Alexandre Petión y la segunda por Henri Christophe.
A comienzos del siglo XIX, Haití, un pueblo digno demostró que se puede resistir, e incluso vencer a los imperios más poderosos. Para retomar la expresión de C. L. R. James, autor de la obra Los Jacobinos Negros: “los esclavos que hicieron la revolución haitiana fueron verdaderos héroes de la emancipación humana”. Por esta razón un líder de la negritud, el martiniqueño Aimé Césaire afirmó: “Haití representa las Antillas heroicas y las Antillas africanas. Haití es el país donde el hombre negro se ha puesto de pie por primera vez, para afirmar su voluntad de formar un nuevo mundo, un mundo libre”.
Hoy, a comienzos del siglo XXI, el bloqueo y el embargo son aplicados contra Venezuela. Las distintas potencias imperiales lideradas por EEUU se coaligan para impedir la propagación de las ideas revolucionarias en Latinoamérica y el Caribe. Olvidan que cuando en 1816 Bolívar visitó Haití para solicitar ayuda para impulsar la independencia de toda Suramérica, su Presidente Alejandro Petión le regaló su espada libertadora. Y hoy, esta espada ha sido desenvainada de nuevo para cortar las amarras que pretenden someternos. En Venezuela tenemos la firme voluntad de “formar un nuevo mundo, un mundo libre”.