Jimmy López Morillo
Desde enero, el imperialismo inició en Venezuela, ya desprovisto de impudicias, la que considera la fase final del derrocamiento del presidente legítimo y constitucional de la República, Nicolás Maduro Moros, y el exterminio total de la Revolución Bolivariana, por representar un “mal ejemplo” para países que luchan por su definitiva liberación.
Al mismo tiempo, dio otro paso con miras al objetivo primordial del gran capital: destruir a los Estados-Nación, imponiendo la definitiva tiranía del mercado, sin ningún tipo de barreras territoriales, ni leyes que limiten su asalto a las riquezas de los países en cualquier parte del planeta.
Como parte del proceso, violentando nuestra Constitución, sin importar la opinión de millones de venezolanas y venezolanos, utilizando como papel higiénico el derecho internacional, designaron a un títere desprovisto de escrúpulos y, secundado por un bandidaje de altos vuelos, para que se autojuramentara como “presidente interino” en una plaza pública.
Comienza el saqueo
En la misma ruta para intentar destruirnos como Estado-Nación, el 25 de enero, cinco días después de la unción del “gusano despreciable” –en definición acertadísima del legítimo Jefe de Estado venezolano- el engendro de la Casa Blanca, Donald Trump, por intermedio de su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton –declarado por diversos analistas como “el hombre más peligroso del mundo-, anunció «sanciones» contra PDVSA, “congelando” más de 7 mi millones de dólares y 11 mil en exportaciones estimadas para este año de la refinería Citgo, con el fin de darle respaldo financiero a la marioneta colocada al frente de la conjura interna, mientras se apoderaban de activos correspondientes a los 30 millones de dólares.
Dieron un par de señales al mundo con ambas acciones: primero, con la autoproclamación del imbécil sin escrúpulos y con avaricia desmedida, intentaban replicar escenarios como el de Libia, fracturada y sumergida en una guerra civil desde hace casi una década; segundo, el imperio no solamente asumía la conducción directa de la inepta oposición venezolana, sino también amenazaba a otras naciones con similares consecuencias, de no entrar por el aro.
Las aves de rapiña de Voluntad Popular, Primero Justicia y otros partidos de la derecha apátrida, recibieron luz verde para la más predilecta de sus aficiones: meterle mano a los dineros públicos. Montaron el 22 y 23 de febrero en Cúcuta, un show con concierto y supuesto envío de “ayuda humanitaria” a Venezuela, que en realidad alimentaba objetivos invasores. Lo recaudado en el evento musical, se lo apropiaron desfachatadamente. Más tarde, se develó como las donaciones destinadas a sostener a los traidores que desertaron de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, las dilapidaron los compinches del autoproclamado en rumbas y otras veleidades.
Pero esas eran las minucias. “La gran pelota”, como suele decirse en la jerga popular venezolana, estaba en la Citgo. El 17 de junio, el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, denunció que el prófugo Carlos Vecchio, en complicidad con la ilegal junta directiva designada por el títere autoproclamado para la citada refinería, alteraron los libros de contabilidad para apoderarse de 70 millones de dólares en intereses del pago de los bonos 2020.
Más recientemente, el 31 de julio, la vicepresidenta Ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, denunció otro vil maniobra de despojo contra Venezuela en la misma empresa, cuando una Corte Federal estadounidense declaró sin lugar la apelación del legítimo Gobierno venezolano, introducida el año pasado ante una demanda de la empresa minera Cristallex, abriendo así la puerta al embargo de los activos de Citgo por 1.400 millones de dólares. No por casualidad o coincidencia, el “procurador” nombrado por la marioneta imperial para “defender” los intereses de nuestro país, hasta apenas días antes había pertenecido a la nómina del emporio demandante.
“Crystallex solo tenía un contrato de servicios sobre la mina (Las Cristinas), lo que no le daba ningún derecho a la propiedad ni a los activos de Venezuela. Esto es un crimen organizado que viola el derecho internacional”, puntualizó en esa oportunidad la Vicepresidenta.. El fallo judicial, por cierto, fue celebrado por José Ignacio Hernández, el ilegal “procurador” y toda la oposición pues así el sistema judicial estadounidense desconoce al legítimo gobierno venezolano.
Más bloqueo
En la práctica, Venezuela está sometida a un criminal, bestial bloqueo económico, comercial y financiero desde hace ya largo tiempo. El engendro de la Casa Blanca, lo formalizó el lunes 5 de agosto con una Orden Ejecutiva mediante la cual embarga todos los bienes venezolanos en territorio estadounidense. Al mismo tiempo, su perro de presa, John Bolton, amenazó a los empresarios del mundo: “Si quieren hacer negocios con Estados Unidos, no los hagan con Venezuela”.
Todo forma parte del mismo proceso de expoliación de los activos de nuestra patria no solo en aquel país, sino en cualquier lugar del planeta, como lo denunció Delcy Rodríguez, alertando a otros países, pues podrían correr similar suerte.
“Los venezolanos comunes, pueden no ser el objetivo de las sanciones, pero serán los más afectados por las dificultades económicas y el sufrimiento que conllevan”, advirtió el articulista Michael Shifterm en un trabajo publicado en el New York Times el 8 de agosto, bajo el título “Las sanciones a Venezuela no funcionarán”, contradiciendo así a los voceros opositores que saltaron a festejar por las redes las genocidas medidas anunciadas por sus amos imperiales.
“No existe imperio, no existe bloqueo, no existe orden ejecutiva que pueda detener a Venezuela (…) Nos hemos preparado para dar esta batalla por Venezuela, y tengan la seguridad de que ésta también la vamos a ganar», fue la respuesta contundente del legítimo presidente de nuestro país, Nicolás Maduro Moros, ante la nueva agresión de los genocidas de Washington.
La otra respuesta la está dando el pueblo venezolano en la calle, volcándose a firmar masivamente contra el aspirante a emperador del mundo, mientras en numerosas partes del planeta también lo hacen. El mensaje está bien claro:No podrán con nosotros. Nosotros venceremos.