Por: Jesús Faría
Pocas veces ha tenido la Revolución Bolivariana una confrontación con enemigos tan poderosos y perfectamente alineados en torno al golpismo, una arremetida económica tan descomunal y ataques políticos y psicológicos tan despiadados. Este cuadro es el resultado de profundas contradicciones que tenemos que resolver por la vía revolucionaria.
Agresión imperial vs liberación nacional
La contradicción fundamental que enfrentamos, la que determina el resto de las contradicciones y el momento histórico de nuestra revolución, es la existente entre la agresión imperial y la lucha de las fuerzas populares por la liberación nacional.
Nuestra revolución desarrolla una estrategia que apunta al empleo soberano de nuestras riquezas, el despliegue de la más amplia participación popular, la distribución justa de la riqueza, el desarrollo soberano de la política internacional…, es decir, la independencia nacional para el desarrollo integral de la patria.
En razón de su naturaleza, el imperialismo ha desatado toda su gigantesca fuerza para aniquilar un ejemplo de rebeldía antiimperialista (peligrosísimo para los poderes fácticos de los EEUU) y para explotar nuestras fabulosas riquezas naturales.
Guiados por el credo cuasi religioso del “Destino Manifiesto” y con el cínico pretexto de defender la democracia, la libertad y los DDHH, se creen elegidos por poderes superiores para imponer sus intereses en el mundo a sangre y fuego.
Lo que ocurre en nuestro país es la continuidad de sus brutales abusos por casi dos siglos de descaradas intervenciones y guerras encubiertas, para lo cual han construido una colosal institucionalidad de carácter criminal y cuentan con el apoyo vergonzoso de gobiernos vasallos.
Oligarquía vs fuerzas populares
El apoyo a la agresión imperial no proviene solo de peones externos. Los factores oligárquicos locales y las fuerzas políticas a su servicio han asumido el repugnante papel de estimular y justificar la intervención.
Cuando hablamos de desarrollo dependiente del capitalismo en nuestros países, nos referimos también al servilismo imperial que caracteriza a estos actores “nacionales”.
El proyecto de liberación nacional del chavismo, respaldado por la inmensa mayoría del pueblo, por una parte, y la línea entreguista en lo político y económico de la derecha chocan violentamente en un escenario, en el que la contrarrevolución busca alterar el orden democrático por la vía del golpismo, de la guerra económica y de la brutal presión internacional.
Ante ese escenario, no podemos olvidar el principio fundamental de toda revolución, que su fuerza fundamental radica en la movilización de las masas populares. Esta siempre ha constituido el principal disuasivo a las aventuras terroristas de la contrarrevolución.
En este nuevo panorama electoral y, principalmente, postelectoral se impone la mayor unidad y despliegue de las fuerzas populares, incluyendo las FANB, así como la correcta aplicación de la estrategia revolucionaria para derrotar la guerra económica y estabilizar el desarrollo de la nación.
Se impone fortaleza, audacia e inteligencia para superar al imperialismo en su mayor esfuerzo por sepultar el sueño de nuestro pueblo.