Por Clodovaldo Hernández
El resultado de las elecciones regionales reitera varias enseñanzas que la oposición se niega tercamente a asimilar. Acá van cuatro de ellas.
La violencia, esa mala consejera
La oposición no termina de entender que la vía violenta es negativa para el país y para su opción política. Una y otra vez la toman, y una y otra vez fracasan, quedando peor que antes.
La tomaron en 2002 y la alegría les duró menos de dos días. La tomaron en 2004, con las primeras guarimbas, y perdieron el referendo revocatorio. La tomaron en 2014, con las segundas guarimbas, y perdieron las elecciones de alcaldes (que ellos mismos se empeñaron en presentar como un plebiscito nacional contra el gobierno de Nicolás Maduro). La tomaron este año, con especial furia, y ya llevan dos derrotas electorales en el lapso de mes y medio.
Como no aprenden ni por las buenas ni por las malas, ya hay un sector de la oposición preparando la cuarta ola guarimbera. Por fortuna, la mayoría de los dirigentes están todavía en estado catatónico. Veremos qué hacen cuando reaccionen… O cuando les den instrucciones.
La estrategia de boicotear elecciones
La primera coalición opositora, llamada Coordinadora Democrática (¿se acuerdan?) pensó (es un decir) que una forma efectiva de lucha era negarse a participar en las elecciones que convocara el rrrégimen, pues así lo deslegitimarían.
El experimento se puso en práctica en las elecciones parlamentarias de 2005. Los opositores se retiraron unos días antes de los comicios y le dejaron el campo libre al chavismo, aunque luego algunos de los supuestos rojos-rojitos resultaron ser microorganismos escuálidos (…pero ese es otro tema).
El boicot no dio resultado alguno y en las siguientes elecciones (las presidenciales de 2006) tuvieron que ir, con el rabo entre las piernas, a inscribir la candidatura del filósofo Rosales.
Este año, a algún genio de la estrategia política (los hay por docenas en la oposición) se le ocurrió desempolvar aquella idea y hacerle un vacío a la elección de los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente. “La historia vuelve a repetirse”, hubiéramos podido cantarles, pues la ANC se eligió únicamente con candidatos revolucionarios y hasta ahora solo ha traído paz y buenas expectativas.
Una vez más, la alianza contrarrevolucionaria tuvo que echar para atrás y acudir al CNE a anotar sus candidatos para las gobernaciones, tragándose miles de palabras previas.
Como no aprenden ni siquiera cuando los obligan a ir a reparación, no falta en la MUD (así la han mentado hasta ahora… ¿seguirá llamándose así?) quien proponga no participar en las próximas elecciones de alcaldes o hasta en las presidenciales de 2018. Veremos.
Si gano, te tumbo
Llámese Coordinadora o llámese Mesa, la pandilla opositora siempre está soñando con tomar el poder para hacer caída y mesa limpia. Su postura es “si gano, te tumbo”.
Cuando tomaron el poder por la fuerza en 2002 dictaron un decreto de tierra arrasada. Cuando derrotaron la reforma constitucional de 2007 no faltó quien exigiera la renuncia inmediata de Chávez.
Cuando ganaron la AN en 2015, anunciaron que en cuestión de seis meses habrían acabado con un gobierno que tiene mandato hasta enero de 2019.
Este año, cuando lograron mostrar cierta fuerza en las guarimbas, retomaron su discurso de “cuanto tres y llevo una…”. Los dos resultados electorales más recientes: el 30 de julio y el 15 de octubre, les demostraron qué piensa la mayoría nacional de esas bravatas. ¿Aprenderán?
Si pierdo, canto fraude
La materia que más veces ha repetido la oposición es, sin duda, la de cuestionar los resultados electorales luego de sufrir una derrota.
Cantaron fraude en 2004, a pesar de que el referendo presidencial fue una victoria inobjetable para el comandante Hugo Chávez. Cantaron fraude anticipado en 2015 (y por eso se retiraron). Cantaron fraude en 2013 (el episodio de “la calentera caprilista”) y ahora varios de sus líderes (no todos, algunos sí han aprendido) han salido con el mismo canto o, mejor dicho, la misma cantaleta.
La postura sería defendible si las denuncias de fraude fuesen respaldadas con pruebas. Los líderes anuncian que las consignarán en cuestión de horas, pero pasan días, semanas, meses y años sin que se muestre indicio alguno.
Los denunciantes de fraude podrían haber aprendido a respaldar sus cánticos si se hubiesen fijado en la conducta del chavismo cuando ha hecho señalamientos públicos de presuntos delitos electorales. Por ejemplo, en el caso de las firmas planas en 2004; en la elección parlamentaria en Amazonas en 2015; y con respecto a las firmas para el fallido referendo revocatorio de 2016, junto a la denuncia siempre se ha presentado la documentación para sustentarla. ¡Cópiense, señores de la MUD! (o como quiera que se llame esa cosa de ahora en adelante).