Clodovaldo Hernández
La confrontación que está en marcha se da en todos los planos, y uno de ellos son los medios de comunicación y las redes sociales. Cuatro casos –tomados de entre muchos más- sirven para mostrar esta realidad.
Para ciertos periodistas Washington locuta, causa finita
Los autores de una investigación
periodística acerca de presuntas irregularidades en la compra de
productos para el programa CLAP han salido a escena, desde su exilio
(aseguran que son perseguidos políticos) para dar por confirmadas
sus denuncias.
Alegan
que las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro de Estados
Unidos a empresarios que operan con los CLAP constituyen la prueba
fehaciente de que sus señalamientos son verdaderos. Algunos de esos
periodistas investigadores y también personas que respaldan su
trabajo aseguran que luego de la medida del Departamento del Tesoro,
ellos deberían ser reivindicados en Venezuela.
Analicemos
este punto porque dice mucho acerca de una de las funciones del
periodismo opositor con los poderes fácticos globales: la
legitimación del orden imperial.
Un punto central en el debate es
que los periodistas investigadores le den carácter de sentencia
validadora a una sanción del Departamento del Tesoro de EEUU,
componente de un gobierno hostil contra el de Venezuela.
Actúan
como si la Corte Celestial, integrada por jueces inmaculados, hubiese
emitido un fallo inapelable e incuestionable. En lugar del Roma
locuta, causa finita
(frase latina que significa “habló Roma, el caso está cerrado”),
que se aplica a las determinaciones infalibles del Papa, acá se
pretende que cuando habla alguien de Washington, hay que atribuirle
la categoría de verdad irrebatible.
La
pregunta es por qué habría de ser así, si está más que
demostrado que las medidas coercitivas unilaterales de EEUU son de
naturaleza inequívocamente política. Solo por un interés
particular o por una ingenuidad poco probable en estos casos, alguien
puede creer que tales sanciones se toman por preocupaciones sobre la
transparencia administrativa o cualquier otro motivo noble.
En
los últimos meses ha quedado recalcado, incluso, que esas medidas
coercitivas no son basadas en ningún principio ético. Una muestra
es el caso del general Manuel Cristopher Figuera, sancionado por
supuestamente violar derechos humanos cuando era funcionario de
inteligencia del gobierno, y perdonado sin ningún otro trámite,
luego de sumarse al intento fallido de golpe de Estado del 30 de
abril, huir del país y asumir el discurso opositor.
Matemáticas de la injerencia:
120 países valen menos que 50
Dicen las agencias de noticias y
los grandes medios globales, que Juan Guaidó es reconocido por 50
países. Es la fórmula que han encontrado para meterse en el juego
de llamarlo “presidente encargado”, como si fuese normal
que los gobiernos dependieran del número de otros países que los
avalen.
Este enfoque
«matemático» deja de serlo cuando las cifras son
desfavorables para la matriz de opinión. Por ejemplo, en la reunión
del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) al gobierno de Nicolás
Maduro lo reconocieron enfáticamente 120 naciones. Pero ninguno de
los medios globales y agencias ponen ese dato cuando hablan del
verdadero presidente constitucional de Venezuela.
Muertos por buscar el CLAP
Un medio digital escribió el
siguiente titular respecto a un suceso lamentable: «Iban a
buscar la caja del CLAP y murieron en un aparatoso
accidente».
Podría
tomarse como una versión nueva de aquel clásico disparate «Era
de noche y, sin embargo llovía». Pero la acotación no es
producto de una mera torpeza. No,
se hace con el propósito de seguir demonizando el programa más
exitoso que se ha desarrollado contra la guerra económica.
La
canalla mediática no desperdicia ninguna oportunidad para torpedear
al CLAP porque creen que destruyendo esta política social se va a
lograr el objetivo del «cambio de régimen» mediante una
implosión social.
Si
alguien tiene alguna duda de esto, pregúntese si el autor de este
peculiar titular le hubiese dado alguna importancia al lugar al que
se dirigían los infortunados fallecidos en caso de haber tenido el
accidente en ruta a un centro comercial a ver Avengers
endgame.
Medios e influencers a favor de la antisociedad
Los medios y los influencers de
redes sociales son capaces de alinearse con el diablo en persona para
estar en contra del gobierno revolucionario. Una demostración de
esto es la conducta de la maquinaria comunicacional y «enredática»
respecto a los enfrentamientos de los cuerpos de seguridad con las
megabandas criminales.
Los
integrantes de la maquinaria comunicacional catalogaron como una
vergonzosa derrota la retirada de la policía de los dominios del
«Coqui» en la Cota 905, luego de varias horas de tiroteos
en los que fueron heridos cuatro policías.
Si
el poderoso jefe de banda o algunos de sus «luceros»
hubiesen caído muertos, no habrían pasado cinco minutos cuando los
mismos medios hubiesen clamado por los derechos humanos violados por
la policía.
De hecho, unos días después, el FAES actuó en Altagracia de Orituco con saldo de algunos presuntos delincuentes dados de baja. Medios y redes no dijeron que fueron abatidos, como se estila en estos casos de enfrentamientos, sino que fueron asesinados por la policía. Algo más que pura semántica.