Las fuerzas del capitalismo mundial han creado nuevas figuras para oprimir a los países que no se doblegan ante sus dictados. Aquí van cuatro de ellas.
Las elecciones y otras cosas “creíbles”
En tiempos de la posverdad, los países hegemónicos y sus lacayos han patentado un invento genial: lo que se haga en el resto del mundo tiene que resultar “creíble” para ellos o, de lo contrario, no funciona.
Es una expresión refinada de “la hipocresía y la falsedad”, como rezaba el coro de un legendario tema de Ray Barreto, pues lo que importa no es que el asunto sea cierto o no, sino que los países grandes lo quieran creer.
La autodenominada “comunidad internacional” (equivalente mundial del concepto de sociedad civil que se usa en lo interno) exige que sean creíbles las elecciones, las leyes, los acuerdos comerciales, los tratados de paz y todo lo que pueda uno imaginarse.
En el caso de las elecciones, ya no basta con que un país las realice según sus reglas, sino que deben tener el visto bueno de las naciones que se han arrogado el derecho de supervisar a las demás. Así vemos como un país con un sistema electoral de segundo grado (además de extremadamente vulnerable) como Estados Unidos o un puñado de monarquías anacrónicas, como las que vegetan en la Unión Europea, exigen que “las elecciones en Venezuela sean creíbles”. En cambio, se creyeron sin mucha discusión las realizadas en Honduras, porque “ganó” la derecha.
La expresión, que encierra un afán injerencista totalmente colonial, lo que significa que es “queremos una elección cuyo resultado nos guste”. En este caso, la única posibilidad es una elección ganada por la derecha interna que representa sus intereses globales.
El derecho de admisión en una cumbre
Otra supuesta innovación que hace retroceder la democracia internacional más de un siglo es la que ha tratado de poner en vigor el canino presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski (lo de canino no es una ofensa, pues él mismo reconoció ser un perrito en la alfombra de Estados Unidos). Se trata del presunto derecho que tendría el país anfitrión de una reunión internacional de vetar la presencia de la representación de otro de los Estados miembros de la organización multilateral de la que se trate.
Kuczynski ha invocado ese tal derecho para retirar la invitación que tiene el presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, para asistir a Lima a la VIII Cumbre de las Américas, en abril próximo.
Los cánones diplomáticos más elementales indican que el Estado sede de un encuentro como este no tiene el derecho de vetar la presencia de ningún gobernante, pues no se trata de una visita a ese país, sino de la participación en una reunión multilateral.
Si los demás países dejan pasar este capricho del presidente de Perú y los otros “perros” de Lima, se creará un precedente que podría ser aplicado también por los países que son sede de organismos internacionales. Así, quien no le caiga bien a Trump no podrá ir a las reuniones de la ONU o de la OEA, y el gobierno de Austria podría impedir que los miembros de la OPEP se reúnan en la sede de la OPEP. ¡Tremendo invento!
Canal de bombardeo humanitario
La nomenclatura de los expertos internacionales para legitimar la ruptura del principio de no intervención se torna tan flexible que se amelcocha. Comienza con algo suave como la apertura de un canal de ayuda humanitaria, pero como esta es una medida que requiere el consentimiento expreso del país que recibirá la asistencia, tiende a instaurarse como algo normal y legítimo el concepto de injerencia humanitaria, que es la imposición de ayuda por la fuerza.
Si continuamos por esa vía, pronto estaremos hablando de la invasión humanitaria y de los bombardeos humanitarios, y no como ironías, sino como algo muy serio, en la boca de burócratas de la diplomacia internacional.
Frente amplio extranjero
La desesperación de una élite política fracasada, que se sabe desconectada por completo de la mayoría del pueblo, conduce a la aberración de hablar abiertamente de los terceros países como si fueran el electorado legítimo.
El incalificable señor Julio Borges, en lugar de dedicarse a forjar una alianza de fuerzas políticas y electorales venezolanas que le permitan disputarle el poder al chavismo, anda tratando de que se establezca un “frente amplio internacional”, vale decir, una coalición extranjera que venga a quitarle el poder a la Revolución Bolivariana para dárselo a personajes como él.
Es la misma receta que ha seguido el imperialismo en los países que han sufrido “revoluciones de colores” o “primaveras”, en los que las oposiciones tampoco tenían fuerzas políticas internas capaces de aglutinar apoyo electoral, y apelaron a las coaliciones internacionales que, a punta de pistola o de grandes manipulaciones mediáticas, impusieron sus “candidatos”. ¿Será que tienen con qué?
Twitter: @clodoher