La sociedad en los últimos años ha estigmatizado a ciertas razas de perros y muchos medios de comunicación, han hecho campaña sobre perros potencialmente peligrosos, pero ¿son los perros agresivos por una condición innata o nuestra conducta hacia ellos los torna así?
La lista negra canina la encabezan, entre otros, los Pitbull. Pero esto no siempre ha sido así, hace 150 años, eran utilizados como perros niñera en las familias más adineradas, ¿qué ha pasado, no será que nuestra conducta hacia ellos ha cambiado?
Cuando buscamos un perro para que nos proteja, nos defienda de cualquier agresor, o cuide nuestros intereses, estamos pensando en él como un arma, no como en un ser sensible e independiente, con sus propias necesidades y sus características naturales, y le transferimos nuestra responsabilidad y lo hacemos cargo de nuestros temores, condenándolo a una vida que lo llevara por el camino del maltrato, a usar cadenas y collares con pinchos en el cuello, a no socializar y estar atado y aislado y a ser castigado violentamente cuando no entienda que en el reparto le tocó un dueño esquizofrénico o psicópata.
Muchas veces la falta de conocimiento de los dueños sobre sus animales de compañía, hace más daño que la condición o característica de la raza del animal.
Como en todas las cosas de la vida, uno debe involucrarse en la responsabilidad de tener un animal con determinadas características y respetarlas, alentando sus virtudes desde cachorros. Cualquier perro puede morder, tenga fuertes mandíbulas o no, pero detrás de esa actitud, hay una razón sobre la que debemos trabajar.
Debemos tomar conciencia de que en la mayoría de los casos somos nosotros quienes transformamos a nuestros animales de compañía en agresores a través de entrenamientos que exacerban sus instintos y transforman negativamente su comportamiento hacia otros seres.
Desde el punto de vista legal, en algunos países, si una persona causa lesiones a otra haciendo uso de un arma, o de su conocimiento en artes marciales, eso constituye un agravante para su situación procesal, pero si es un perro el que genera un ataque, producto de la conducta inducida por un entrenamiento, es el animal el que lleva la peor parte, no solo por el castigo al que pueda ser sometido, sino también por la estigmatización que llevara por el resto de su vida.