Desde hace siglos el hombre convive con otros animales sin valorarlos como seres sintientes, como seres que experimentan el dolor y el sufrimiento.
Quizá por eso, hasta el final del siglo pasado se justificaban experimentos y otras crueldades, amparándose en la teoría de que los animales no sentían dolor y que solo tenían reflejos musculares incontrolados y respuestas nerviosas.
Afortunadamente, hoy se considera que los animales tienen un umbral de dolor similar al nuestro. En la actualidad, la mayoría de los veterinarios se rigen por el principio de analogía, que puede resumirse en que, si algo es doloroso para nosotros, también lo es para los otros animales.
Al no poder ponerle palabras humanas a su dolor, lo expresan a través del lenguaje de su cuerpo y los cambios en su comportamiento.
La reacción más básica, sobre todo si el dolor es agudo, o se siente amenazado suele ser la reacción de forma violenta.
No todas las especies se manifiestan de la misma manera. Algunos perros aúllan y gimen, los gatos presentan una tendencia a esconderse en lugares cerrados o dejan de acicalarse, otros signos en gatos y perros pueden ser, cambio de posturas (dorso arqueado, cola para abajo, etc.), mirada vidriosa, alteraciones en el sueño, dificultad para incorporarse, disminución de la actividad, menor consumo de agua y de alimento, temblores, Jadeos, renguera.
Tengamos presente que, en la naturaleza, muchos animales tratan de no mostrarse vulnerables para evitar ser presas fáciles, o para no perder autoridad dentro de su manada y ser agredidos.
El tratamiento del dolor en los animales se torna fundamental para evitar efectos perjudiciales sobre sus organismos como la predisposición a infecciones, las complicaciones post-quirúrgicas, el retardo en la cicatrización de heridas, etc.
Hoy se logró demostrar que el reconocimiento neurológico del dolor y las vías de propagación son iguales en humanos y en animales, y que se encuentran maduras desde el nacimiento.
Así que prestémosle siempre mucha atención a nuestros animales de compañía y a aquellos que queramos ayudar y ante el mínimo indicio de que algo no anda bien, llevémoslo al veterinario o a cualquier clínica de la Misión Nevado para evitar complicaciones en su salud y bienestar.