Por: Jonny Hidalgo
Al derrotar el sabotaje petrolero, en el año 2003, emergió la “Nueva PDVSA” deteniendo el proceso de desnacionalización de la industria. Sin embargo, no se transformó la estructura de la “Vieja PDVSA”, la cual había sido modificada, en 1998, para adaptarla a la Apertura Petrolera.
Con las estructuras casi intactas, sobrevivió la tecnocracia y ésta fue ocupando posiciones de poder. Atacamos al mérito, necesario para ocupar posiciones gerenciales, por confundirlo con la “meritocracia”, modelo organizacional que explicaremos en otro artículo. Esto favoreció al nepotismo y frenó el desarrollo de carrera en la corporación. Este escenario, aunado a la falta de evaluación estratégica de gestión, le facilitó a la tecnocracia infiltrar sus cuadros en todos los niveles de la organización.
Cuando, en el 2007, PDVSA asume el personal de transnacionales petroleras que operaban en el país, en sectores sujetos al proceso de nacionalización de ese año, se respetaron sus niveles de jerarquía, por lo que muchos fueron designados en posiciones gerenciales o de supervisión.
Entonces, la campaña mediática cambió y comenzó a hablarse de la PDVSA “roja, rojita” mientras que, a lo interno, el chavismo era definido por la afiliación política a ciertos grupos de poder y no por la acción revolucionaria. El juego político establecido degeneró la cultura organizacional, patrocinó la corrupción y atacó a la Revolución Bolivariana, primero liderada por Chávez y ahora por Nicolás Maduro.
En el año 2015, gracias al ímpetu del Presidente Nicolás Maduro, se inició un proceso de consulta que los trabajadores aprovechamos para plantear la transformación estructural de PDVSA. En dicho proceso, la agenda y el método que la tecnocracia no permitió que surgieran los liderazgos de base que existen en PDVSA, aunque sí se logró un saldo organizativo, mediante vocerías, que abrió paso a los Injertos Socialistas que han sintetizado una fuerza chavista importante, por lo que la tecnocracia se ha esforzado por neutralizarlos e infiltrarlos.
En fin, la “limpieza en PDVSA” debe inscribirse en un proceso de reestructuración de la Industria Nacional de Hidrocarburos, para lo cual es recomendable crear una Comisión Especial, con un perfil moral elevado, que logre identificar liderazgos que sirvan de base para una nueva arquitectura organizativa, y que además capte, pondere y canalice la experiencia y conocimiento de la clase trabajadora.