Jonny Hidalgo
En nuestros estudios sobre la transformación de la Industria Nacional de Hidrocarburos, nos hemos percatado de algo interesante: La Derecha no le teme a la transformación, en cambio la Izquierda sí le teme, y mucho.
A comienzos de la década de los 70, las transnacionales forzaron una oleada de nacionalizaciones a nivel mundial. Venezuela formó parte de ese proceso, cuando el Gobierno de Carlos Andrés Pérez y sus “doce apósteles” garantizaban la hegemonía de las transnacionales, a pesar del vencimiento de las concesiones que ocurriría en el año 1983. Luego, en la década de los 90, la Derecha ejecutó otra transformación en PDVSA denominada Apertura Petrolera; y quienes no estuviesen de acuerdo con ella, podían irse con su “cajita feliz”. Como puede observarse, la Derecha supo transformar a la industria petrolera, adaptándola al momento histórico, según sus intereses.
En cambio la Izquierda, por temor, es más conservadora. Dado que históricamente los cambios estructurales de la industria nacional fueron promovidos por la Derecha, cuando un nuevo actor propone otra transformación, la Izquierda lo ve con recelo; tal como pasó cuando conoció al Comandante Chávez, a quien veía con recelo solo por ser militar. Después del sabotaje del año 2002, los Estatutos de PDVSA se modificaron cuatro veces, significando más control y menos transformación de la industria. En el año 2015, los trabajadores recomiendan la transformación estructural de PDVSA, pero la Izquierda teme perder gobernabilidad, pues siente que el resultado no estará bajo su control. También teme que la transformación propuesta, desde una perspectiva nacional, no sea adecuada a la realidad internacional. En el mejor de los casos, se teme que los trabajadores propongan una transformación reivindicativa y no cultural. Aún se teme a que algo explote, por lo que se duda, filtra y estanca el proceso de transformación.
Los temores de la Izquierda son justificables, pues se fundamentan en los riesgos asociados a seguridad, gobernabilidad y adaptación. Pero las circunstancias fuerzan una transformación, el imperialismo amenaza a nuestro país mientras que la Revolución demanda cambios que ubican a Venezuela en otro rol geopolítico. No podemos seguir siendo mono-exportadores de crudo. Así que, si la Izquierda no supera sus miedos y se conecta con la clase trabajadora, los cambios serán sobrevenidos y se materializarán sus temores. Esto es lo que la Derecha siempre quiso evitar que le ocurriese. Hay que tomar decisiones.