Por Jonny Hidalgo
Contrario a lo que muchos pueden creer, el objeto declarado en la Cláusula Segunda de los Estatutos de PDVSA no se refiere a la actividad petrolera per se; consiste en la planificación, supervisión, coordinación y control de las sociedades de su propiedad (filiales y empresas mixtas), las cuales sí se reparten las actividades de la Industria Nacional de Hidrocarburos.
Este objeto fue propuesto, en el año 1974, por la Comisión de Reforma Integral de la Administración Pública presidida por Pedro Tinoco, una de las figuras más oscuras del fascismo financiero venezolano, recordado por los “tinoquitos” y la mega-estafa bancaria liderada por el Banco Latino. Desde entonces, el objeto de PDVSA no ha cambiado; a pesar de sus tres modificaciones, realizadas en los años 1979, 1985 y 2008, que solo afectaron el objeto de las filiales y el rol del ministerio.
El objeto de PDVSA, fuerza la creación de filiales y reduce el rol del ministerio como órgano de dirección y control. Así, el ministerio tutela a PDVSA y ésta a sus filiales; representa a la República, como la accionista, en la Asamblea de PDVSA, pero no en las filiales. Este esquema organizativo pone en riesgo la gobernabilidad de la industria, en la medida en que PDVSA crea filiales de filiales, cada vez más alejadas del poder central, y más presionadas por factores transnacionales. ¿Quién designa a las autoridades en filiales de tercer o cuarto nivel, como sucede en la Faja Petrolífera del Orinoco? Con Petrocaribe, por ejemplo, la filial PDV Caribe S.A. creó 13 empresas mixtas en los países miembros: ¿quién representa a la República en esos espacios?
El Artículo 303 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sugiere que el objeto de PDVSA es el “manejo de la industria petrolera”, lo que hace en realidad pero no directamente, sino a través de filiales no reservadas al Estado. El mismo artículo alude a la “visión de negocios” impuesta con la “nacionalización” de 1975, lo que desvirtúa la política de Estado en esta materia, pues los hidrocarburos no son mercancía, afectan la seguridad de la nación y, además, son la energía requerida para el desarrollo nacional, por lo que también determina nuestro ethos, nuestra cultura.
La transformación de PDVSA pasa por la revisión de su objeto, único de las empresas del Estado aludido en nuestra Constitución. Una razón más para incorporar a la Industria Nacional de Hidrocarburos en la agenda energética de nuestra Asamblea Nacional Constituyente.