Los científicos dicen que estamos hechos de átomos pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias”
Subió al cielo
Dicen que murió Galeano, pero yo no me lo creo. Al igual que el hombre del pueblo de Neguá, yo creo, que subió a lo alto del cielo, y desde allá arriba nos mira con atención.
Fue un pensador original y profundo, crítico del capitalismo y comprometido con los inconformes, los oprimidos y explotados. Hizo suya la lucha de los pueblos y se ocupó de visibilizarla, de descubrir o redescubrir la historia para conocernos y recuperar lo que nos une, y también para develar la voracidad de los imperios contra nuestras naciones.
Vivió en exploración permanente del mundo, pero no como simple espectador, si no intentando descubrir los porqués. Todo lo que veía, sentía, así como las imágenes que evocaban de las diferentes situaciones, lo anotaba en pequeñas libretas, que luego, entretejía con su formación, cultura política y capacidad reflexiva, y entregaba al mundo, como narración, ensayo, poesía o crónica, con una visión profundamente crítica, pero con ternura infinita.
Sobre ese indagar la realidad comentaría: “Yo busco hechos de la realidad para que la realidad me cuente cómo son las realidades que ella esconde. Porque así como el mundo esconde, o tiene en la barriga otros munditos posibles, así también cada realidad contiene otras realidades”.
La poesía salva, la historia también
La literatura fue una vía para comunicarse con los otros, un espacio para salvarse, en tanto le permitió “vivir y saltar por encima de algunos obstáculos que la vida pone”.
Concibió a Latinoamérica como tierra de encuentro y diversidad, sin embargo, aseguró “que lo peor que la herencia colonial nos dejó, fue el odio y la ignorancia mutua”, razón por la cual, tomó la historia, con una perspectiva revolucionaria para revelarnos lo que somos como pueblo, y así reencontrarnos en nuestros dolores pero también en nuestras luchas. Instó permanentemente a juntarse para defender “el valor de nuestros derechos”. Y en distintas oportunidades refirió que “la historia no es para repetirla, si no para transformarla, crearla e imaginarla”. Sin duda, fue un militante de la vida y contra el olvido.
Del vivir
Ya a los trece años publicaba caricaturas para el periódico socialista El Sol, bajo el pseudónimo de “Gius”, y antes de ser escritor y un reconocido intelectual, trabajó como obrero, dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo e incluso cajero de banco, hasta que llegó al periodismo y de allí a las letras.
A comienzos de los 60 ingresó al periodismo en el semanario la Marcha, bajo la dirección de Carlos Quijano, donde desplegó su capacidad de narrar. Sobre su “virtud” diría, “el arte de narrar lo aprendí escuchando, en las mesas de los bares, a aquellos maravillosos narradores orales cuyos nombres ignoro, que contaban mentiras prodigiosas y las contaban de tan bella manera que todo lo que contaban volvía a ocurrir cada vez que ellos lo narraban”. A su vez, Eduardo, fue editor del diario Época, y trabajó como editor en jefe en la prensa universitaria.
Con apenas 31 años de edad publicó “Las venas abiertas de América Latina”, considerada una obra de valor universal, a través de la cual presentó en clave de crónicas y narraciones la historia de saqueos de recursos naturales que sufrió América Latina desde el siglo XV hasta finales del siglo XX. En 1973 un golpe militar tomó el poder en Uruguay, Galeano fue detenido por su militancia de izquierda y logró escapar, cruzó el Río de la Plata y llegó a Argentina. Sin embargo, la ola de terror recorría el cono sur, y tras un golpe militar, Videla tomó el poder. Galeano fue incluido a lista de los escuadrones de la muerte. En Chile, Pinochet, también mediante golpe de estado contra Allende cerraba el camino al socialismo. Tanto en Uruguay, Argentina y Chile, “Las venas abiertas de América Latina”, fue censurada.
Mientras estuvo en Argentina escribió “Días y noches de amor y de guerra” una crónica sobre los hechos vividos entre mayo de 1975 y julio de 1977. De Argentina se fue al exilio a Cataluña, al norte de Barcelona y allí continuó publicando en revistas españolas, colaboró con una radio alemana y un canal de televisión mexicano. “Días y noches de amor y de guerra” recibió Premio Casa de las Américas en 1978. En Barcelona escribió la trilogía “Memoria del fuego” (Los nacimientos, Las caras y las máscaras y El siglo del viento).
Regresó a Montevideo en 1985, y junto a otros escritores, como Mario Benedetti, y periodistas de Marcha, fundaron el semanario Brecha.
Es mejor dudar
Creyó en la necesidad de dudar como vía para conocer y transformar la realidad: “Yo hablo siempre que hay que dudar, que dudar es bueno, contra una tradición -a mi juicio nefasta- de la izquierda tradicional que elogiaba siempre a la certeza y desconfiaba de la duda. (…) Yo creo que el barbudo este don Carlitos Marx no se equivocó cuando creyó que la contradicción es el motor de la historia humana (…)”.
Inmortal
El 13 de abril de 2015, se fue a otros paisajes. Sin embargo, para mi, Galeano es inmortal. Su obra, de historias de vida y esperanza, pequeñas, grandes y profundas, perviven en cada uno de sus lectores y lectoras, pero en general en todas las historias de los pueblos que luchan contra la dominación. Desde allá en el cielo, el sigue iluminando conciencias, pues es de esos fueguitos que arde con ganas.