Por Jonny Hidalgo
Haití inició la abolición de la esclavitud en América. Su posición geográfica le otorga gran influencia sobre las rutas marítimas interoceánicas del Caribe, en especial sobre el muy transitado Canal del Viento. Su cultura une al Caribe con África. Su epopeya posee un significado histórico de gran valor para la humanidad. Su idioma es expresión del carácter subversivo de su pueblo. Quien visita a Haití, puede percibir el orgullo patrio hasta en la pulcritud de los niños que van a misa o a la escuela.
El imperialismo reconoce en Haití las condiciones necesarias para el florecimiento de una revolución continental, por lo que en el siglo XX le impuso 20 años de ocupación estadounidense, 29 años de dictadura de los Duvalier, varios golpes de Estado, y la participación armada de Naciones Unidas que se ha mantenido desde 1990 hasta hoy, cambiando cinco veces de nombre: Unmih, Unsmih, Untmih, Miponuh, Minustah, y ahora Minujusth. De Canadá, Francia y Estados Unidos provienen la mayoría de las ONG que, bajo el pretexto de la “ayuda humanitaria”, debilitan al Estado canalizando de vuelta a sus países un capital mayor al que manejan las instituciones públicas.
Esta situación propició los mayores índices de pobreza del continente aunado a un sistema energético poco desarrollado. Así, el 5% del consumo energético es abastecido con hidroelectricidad; el 20% con combustibles fósiles que requieren de más del 50% de la capacidad de importación nacional. El 75% restante, se cubre con leña y carbón vegetal. Algunas instituciones señalan que este patrón de consumo redujo casi a cero la vegetación del país.
En este contexto, Petrocaribe abastece cerca del 70% del consumo de combustibles líquidos de Haití. En el año 2008, la cooperación Cuba-Venezuela-Haití permitió la instalación de tres centrales eléctricas que suman 61,2 MW, y que hoy son vitales para las principales ciudades. No obstante, grupos económicos transnacionales tienen gran influencia sobre la distribución de combustibles y pretenden el control del sector eléctrico que hoy monopoliza el Estado mediante la empresa “Electricité d’Haití”.
La cooperación venezolana en Haití también ha llegado al sector salud, educación y agricultura. Un cambio radical que logra la Revolución Bolivariana considerando que, a principios de los años 90, EE.UU preparaba una invasión a Haití desde Venezuela, con la colaboración de los gobiernos del puntofijismo. Finalmente se impuso la alianza entre Petión y Bolívar, jamás olvidada por los pueblos.