Estos próximos días conmemoraremos fechas que marcaron el destino de la Patria. La lucha por nuestra segunda y definitiva independencia, se inició sin dudas con la rebelión social antineoliberal del 27 de febrero de 1989, y prosiguió con las rebeliones militares del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992; sucesos que desencadenaron un complejo proceso de organización y acumulación de fuerzas del movimiento popular que se cristalizó el 6 de diciembre de 1998, cuando el pueblo votó mayoritariamente para que el Comandante Hugo Chávez Frías fuese presidente de la República y comenzar así la primera Revolución pacífica del siglo XX.
El 4 de febrero fue una respuesta a una necesidad histórica; el país requería para salir de la crisis en la que se encontraba, de un nuevo objetivo político estratégico: la consolidación de una democracia verdaderamente participativa y protagónica que sentara las bases para empezar a construir un sistema de gobierno sustentado en la justicia y la inclusión social.
Es necesario hacer memoria, recordar la coyuntura que provocó estos eventos. Para 1992, la política entreguista del puntofijismo llegó a su máxima expresión. El programa neoliberal puesto en práctica por Carlos Andrés Pérez, había colocado a la nación de rodillas ante el FMI y el Banco Mundial, y los partidos de la socialdemocracia burguesa (AD y Copei) convirtieron la práctica política en una herramienta para el saqueo de los recursos del Estado, mientras la desigualdad y la injusticia humillaban a las clases más desfavorecidas. En ese contexto, inspirados por el legado revolucionario bolivariano, toda una generación de soldados patriotas salió a dar la batalla por la dignidad del pueblo.
Como nos señaló, y nos sigue señalando, el Comandante Hugo Chávez, líder eterno de ese movimiento, el 4 de Febrero, Bolívar volvió para no irse nunca jamás. Y es esa misma premisa la que nos ha traído hasta aquí; es el pueblo heroico de Venezuela y su gesta emancipadora de más de 200 años, en la búsqueda permanente y necesaria para terminar de consolidar la independencia definitiva de la Patria.
26 años después, nos sigue impulsando el amor libertario que llevó a esa juventud patriota a alzarse en rebelión para instaurar un proyecto político y social que, como decía el Padre Libertador Simón Bolívar, garantizara al pueblo la mayor suma de felicidad posible.
Esa gesta popular se convirtió en un amanecer esplendoroso que aún determina el rumbo al futuro, el camino de la Patria nueva, la ruta del Socialismo Bolivariano que estamos construyendo pese a todas las dificultades que se nos han presentado en el camino.
Nuestro proyecto se encuentra en grave peligro, como nunca antes en estos años. Las recientes amenazas del Secretario de Estado de EE.UU, Rex Tillerson, en gira por América Latina, demuestran que la Revolución Bolivariana se ha convertido en un objetivo de guerra para la administración Trump.
Pero si los halcones del Pentágono decidieran intervenir en nuestro sagrado suelo, morderían el polvo desde las costas del Caribe a las orillas del imponente Orinoco; serían derrotados ténganlo por seguro, en las heroicas sabanas de Venezuela donde cabalgaron los centauros de Bolívar, libertadores de cinco naciones, precursores de la independencia en todo un continente.
Esta vez se unirían, como aquel 4F, pero ahora con mayor organización y conciencia, el pueblo trabajador y el pueblo uniformado en armas, para defender nuestra integridad territorial y nuestro derecho a ser libres y soberanos.
En Venezuela, nadie lo dude, la defensa de nuestra libertad y soberanía está indisolublemente vinculada a la propuesta del Socialismo Bolivariano de Hugo Chávez, que continúa siendo el guía espiritual de la Revolución Bolivariana.
Este 4 de Febrero, el Congreso de la Patria, tal y como lo decidió por unanimidad el III Congreso extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), proclamó como candidato a la elección presidencial de este año a nuestro compañero y hermano Nicolás Maduro, para garantizar la continuidad de esa batalla por la dignidad que iniciamos hace más de 20 años. Nos declararemos en Revolución Permanente, en 4 de Febrero Permanente; en Rebelión Popular para el Renacimiento y la defensa de nuestra soberanía.
II
Ante la decisión del Secretario General de la ONU, de solicitar elevar la controversia fronteriza entre Venezuela y Guyana por el Esequibo a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, el Gobierno Bolivariano ratifica la plena vigencia del Acuerdo de Ginebra, suscrito en 1966, que reconoció la soberanía venezolana sobre ese territorio y declaró nulo el Laudo Arbitral dictado en 1899 en París, que lo cedió ilegalmente a la entonces Guyana Británica.
Hoy más que nunca convocamos a la unidad nacional para proteger los más sagrados intereses de la Patria. El sol de Venezuela nace en el Esequibo.
En este Día de la Dignidad Nacional, quiero cerrar rememorando aquellas palabras que nos legó nuestro Comandante Eterno a inicios del 2012, cuando retornó a la Patria para seguir el combate PARA SIEMPRE junto a su amado pueblo Chávez nos dijo: “Viviremos, venceremos, habrá Patria y Venezuela será la Patria de la Paz, la Patria del Amor, la Patria del Pueblo y la Patria Feliz, y nadie nos va a sacar de ese camino. Lo prometido es deuda, voy a vivir, vamos a vivir y vamos a seguir venciendo, y en este compromiso daré toda mi fuerza, espiritual y física que cabe en mi corazón, en mi alma y en mis entrañas”.
No te fallaremos Comandante Hermano Pueblo. Aquí sigues en batalla convertido en millones. ¡Cumpliremos tu promesa y venceremos!
¡Con Chávez Siempre!
¡Viva la Patria!