Estamos en la hora de nuestros pueblos, pertinente es recordar y avivar el pensamiento de José Carlos Mariátegui, su llamado a la unidad, su invitación permanente al análisis de la realidad para la transformación; y la consecuente construcción de un pensamiento propio, anticapitalista y antiimperialista.
“(…) A Norteamérica capitalista, plutocrática, imperialista, sólo es posible oponer eficazmente una América latina o íbera, socialista (…)”. De esta forma en septiembre de 1928 refería José Carlos Mariátegui la necesidad de concretar la unidad latinoamericana e impulsar además una revolución de carácter socialista. Esta afirmación iría acompañada de una aclaratoria contundente: “(…) agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: «antiimperialista», «agrarista», «nacionalista-revolucionaria». El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos (…)”.
El Amauta
José Carlos Mariátegui, periodista y escritor autodidacta que se entregó con pasión a la tarea de hacer del socialismo la opción política en el mundo. Conocido como el Amauta, maestro en quechua, fue un intelectual y militante revolucionario antiimperialista considerado como una de las figuras más importantes del marxismo en Iberoamérica. Creció en un hogar humilde, y desde jovencito ingresó como obrero en un diario, luego paso a linotipista y en breve publicó su primer artículo. Tempranamente se sensibilizó con temas sociales como la reforma universitaria y las luchas obreras; y se vinculó con César Vallejo, Víctor Raúl Haya de la Torre, Raúl Porras Barrenechea y Luis Alberto Sánchez. Fue un hombre sencillo, de pensamiento profundo y muy crítico. Cuentan que el gobierno de Augusto B. Leguía le concedió una beca a Europa como una forma de sacarlo del país, pero lejos de aquietarlo le dio la oportunidad de formarse, puesto que se fue a Italia donde completó su formación socialista y alimentó sus ideas. Estudió marxismo e idiomas y se relacionó con intelectuales de Francia, Alemania o Checoslovaquia.
Unidad
La unidad de nuestros pueblos como destino histórico fue su planteamiento fundamental, de hecho, en La Unidad de la América Indo-Española, señaló que: “Los pueblos de la América española se mueven, en una misma dirección (…) Estos pueblos, realmente, no sólo son hermanos en la retórica sino también en la historia”. Reconoce a su vez en este documento, la unidad continental como motor para la liberación y lucha contra los imperios que impulsó la gesta libertadora independentista.
A su juicio, era necesario acabar con la dominación y convertirnos en pueblos independientes, razón por la cual debíamos avanzar en unidad hacia una revolución socialista, que a su vez, tuviera como eje central la visión antiimperialista. Su pensamiento político se desarrolló a través de su persistente análisis crítico de la realidad del Perú y de la América Latina, específicamente a través del método dialéctico del marxismo, del cual refirió: “(…) Es un método que se apoya en totalidad en la realidad, en los hechos (…) En cada país, en cada pueblo, el marxismo opera sobre su entorno en condiciones diversas”. Desde esta forma de interpretación de la realidad, centró su análisis en la situación del “indio”, considerando el carácter racial como elemento-causa de la exclusión, pero también sus dimensiones económicas, sociales y culturales.
Esta visión integral le permitió visibilizar el problema de la propiedad de la tierra y las relaciones de producción existentes, más claramente el feudalismo y la servidumbre. En su libro, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana señaló: «El socialismo, nos ha enseñado a plantear el problema indígena en nuevos términos. Hemos dejado de considerarlo abstractamente como problema étnico o moral para reconocerlo concretamente como problema social, económico y político (…)”. De este modo, comprendió que la acción política debía ser la “reivindicación de la tierra”; y a su vez, reconoció los nuevos sujetos revolucionarios: al indio, al campesino, al obrero; y en general, a los pobres y a los marginados.
Con estos planteamientos “latinoamericanizó” la construcción del socialismo en nuestra región y particularmente en el Perú. En Aniversario y Balance, publicado en 1928, puntualizó su interés en fundar un socialismo latinoamericano: “(…) No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano. He aquí una misión digna de una generación nueva”.
Importante mencionar que con el objeto de aglutinar fuerzas, fundó el Partido Socialista Obrero-Campesino Peruano, el periódico obrero Labor; así como la Confederación General de los Obreros Peruanos. Igualmente, creó la Revista Amauta, la cual dirigió entre 1926 y 1930, y donde las mujeres peruanas “pudieron escribir, publicar sus poemas, levantar la voz para decir lo que pensaban sobre los hechos que convulsionaban la vida política de entonces, o para referirse a los libros, a la música, y al cine de moda”.
De Neruda a Mariátegui
Sobre Mariátegui seguirá cantando el mar. Lo echarán de menos nuestras praderas; nuestras desoladas planicies (…) Nuestro pequeño hombre oscuro que crece a tumbos lo necesita porque él nos ayudó a darle nacimiento. El comenzó por darnos luz y conciencia.
Los poetas seguirán cantando su partida, sus obras, su cristalina contribución. (…) Fue un examinador que enseñaba, fue un maestro que metió las manos en la tarea y en el hombre para amalgamarlos y encaminarlos en la Historia.
(…) te seguiremos cantando (…). Así no estarán solos nuestros pueblos en su dura ascensión a la libertad y a la dignidad.