Francisco Ameliach Orta
Venezuela. 03-06-2018.- A finales del siglo XIX surge la rebelión contra el positivismo que pretendía establecer verdades absolutas y leyes universales para regir las ciencias sociales. Esta rebelión es liderada por el filosofo alemán Friedrich Nietzsche quien sentenció en pocas palabras: “no hay hechos, solo interpretaciones” y ante la interrogante sobre ¿qué es la verdad? respondió: “la verdad es una conquista del poder”.
Nietzsche impacta el pensamiento filosófico del siglo XX. Es así, como filósofos de la talla de Martin Heidegger, considerado el más influyente de su época, publica en 1927 El ser y el tiempo, obra en la cual desarrolla su teoría de la interpretación que evoluciona en Hans Gadamer, padre de la filosofía hermenéutica o filosofía de la interpretación.
Para estos filósofos la pretendida objetividad o verdad absoluta, en términos generales, no es más que una interpretación interesada y acordada por un grupo de individuos con el poder suficiente para imponerla incluso con el convencimiento pleno de que sea mentira.
Heidegger plantea que el ser humano tiene la tendencia de no asumir su propia interpretación al verse absorbido por el mundo y la imposición de la interpretación que esté de “moda” y genere aceptación en el grupo social con el cual se relaciona. Para contrarrestar esta tendencia, propone un proceso de interpretación del ser en su tiempo y en su espacio que permita asumir que cada hecho admite diversas interpretaciones y que siempre habrá grupos de poder tratando de imponer su interpretación interesada. El ser debe liberarse de esa imposición y encontrar su propia interpretación como aproximación a una verdad que nunca será absoluta.
Vivimos actualmente en un mundo globalizado, influenciado por la tecnología que facilita la manipulación de imágenes y mensajes para imponer mentiras como verdades. Para tal fin, un segmento importante de los comunicadores sociales asume la “moda” de ser instrumento para imponer interpretaciones de grupos de poder. En tal sentido, el comunicador más destacado es aquel que “argumenta eficientemente” esas interpretaciones sin importarle que sean mentiras, es más, en este caso su “calidad profesional” es mayor.
Felicitaciones a los periodistas por su día, sean libres, transmitan sus propias interpretaciones.