Francisco de Miranda participó activamente en apoyo a la independencia de Estados Unidos. En el ajedrez de alianzas y enfrentamiento entre potencias rivales, combatió como oficial del ejército español en batallas decisivas contra Gran Bretaña, como la de Pensacola en 1781, al final de la cual fue ascendido a teniente coronel en reconocimiento a su brillante desempeño. Ahora bien, ¿ayudó el gobierno de EEUU a Miranda cuando este solicitó ayuda para la independencia de Suramérica? ¡No!, veamos los hechos.
Miranda vuelve a EEUU dos años después de la Batalla de Pensacola. Permanece en el país desde junio de 1783 hasta diciembre de 1784. Al respecto cuenta John Adams (Presidente desde 1797 hasta1801) que el “General Miranda vino a los Estados Unidos, cruzó, si no todos nuestros Estados, al menos un gran número de ellos, fue presentado al General Washington (Presidente de EEUU desde 1789 hasta 1797). Adquirió la reputación de ser un gran estudioso de los clásicos, un hombre de conocimiento universal, un gran general con el dominio de todas las ciencias militares, lleno de sagacidad, una mente inquisitiva con una insaciable curiosidad, que sabía más sobre los campañas, asedios, batallas y escaramuzas que pudieron haberse producido durante toda la guerra que cualquiera de nuestros oficiales o cualquier político de nuestras asambleas”.
Pero Adams se queja. Le incomoda que para entonces en Miranda “su tema de conversación permanente era la independencia de Sudamérica, su inmensa riqueza, sus recursos inagotables, su innumerable población, su impaciencia bajo el yugo de España, y su disposición a quitarse de encima esta dominación española.
A Adams le desagrada enormemente la influencia ejercida en aquella época por Miranda entre la juventud estadounidense más radical e idealista. Expresa: “es seguro que él (Miranda) llenó la cabeza de muchos jóvenes oficiales de visiones esplendorosas de riqueza, libre comercio, gobierno republicano, etc, en Sudamérica”. Añade que por fortuna, con el pasar del tiempo algunos se arrepintieron del desvarío. Expresa que uno de ellos “reconoció, con evidente humillación y tristeza, que era uno de los se habían dejado arrastrar por el entusiasmo de moda y había estado encantado con las ideas de riqueza, gloria y libertad que la independencia de américa del sur representaba”.
En 1786, a dos años de la visita de Miranda donde tanto habla de la “independencia de Sudamérica”, Thomas Jefferson (quien llegaría a ser presidente de EEUU entre 1801 y 1809) escribe en carta confidencial sus alegatos contra Miranda. Expresa: “Nuestra Confederación debe ser considerada como el nido desde el cual toda América, así la del Norte como la del Sur, habrá de ser poblada. Más cuidémonos de creer que interesa a este gran Continente expulsar a los españoles. Por el momento aquellos países se encuentran en las mejores manos, y solo temo que éstas resulten demasiado débiles para mantenerlos sujetos hasta que nuestra población haya crecido lo suficiente para írselos arrebatando pedazo a pedazo”.
Pero Miranda insiste. En 1798 le escribe a John Adams solicitando apoyo al proyecto independentista suramericano. Le requiere: “Espero que el pequeño auxilio que necesitamos para comenzar, y que se reduce a seis u ocho navíos y cuatro o cinco mil hombres de tropa, lo hallaremos fácilmente tanto en Inglaterra como en América. Mis deseos serían que la Marina fuese inglesa y las tropas de tierra, americanas. ¡Quiera la Providencia que los Estados Unidos hagan en 1798 por sus Compatriotas del Sur lo que el rey de Francia hizo por ellos en 1778!”. No hubo respuesta a su petición.
Miranda no se rinde. A pasar de la reticencia norteamericana a apoyarle, a finales de 1804 vuelve nuevamente a EEUU y se queda hasta comienzos de 1806. Busca otra vez apoyo a su causa. Visita al secretario de Estado James Madison y al Presidente Thomas Jefferson. En EEUU organiza la expedición para liberar Venezuela y con ello dar inicio a la independencia de toda Suramérica. Pero tuvo que valerse de inversionistas privados cuyos intereses eran exclusivamente comerciales, y acepta tratos leoninos para lograr los objetivos. No recibió ayuda alguna de parte del gobierno. De hecho los financistas que se involucraron en la expedición fueron condenados a prisión, según el tribunal por “poner en pie e iniciar con hombres y armas una cierta empresa o expedición, a ser ejecutada desde los Estados Unidos contra los dominios de un príncipe extranjero: a saber, los dominios del Rey de España; cuando dicho Rey de España estaba en paz con los Estados Unidos.” Asimismo, cuando el presidente Jefferson es denunciado por sectores aún más reaccionarios por el supuesto delito de darle apoyo a Miranda, su respuesta es terminante: “Que la expedición de Miranda fue autorizada por mí es una absoluta mentira, la haya dicho quien quisiera. Saber tanto como pudiéramos sobre ella era nuestro deber, mas no así darle apoyo”.
En conclusión, la élite estadounidense pensó en términos de imperio en potencia. No quería apoyar la independencia suramericana hasta tanto EEUU estuviera en capacidad de capitalizar los beneficios. Así, guardaron distancia frente a los planes independentistas de Miranda. No le dieron el apoyo solicitado y neutralizaron a los partidarios de respaldarlo.
Además, los dirigentes de EEUU conocían los planes integracionistas de Miranda. Su proyecto de crear una gran nación llamada “Colombia” (en homenaje a Colón) que comprendía a todas las posesiones españolas, desde el Misisipi hasta la tierra del fuego. Esto iba en contra de su afán expansionista en pleno desarrollo. Por razones geopolíticas los angloamericanos eran opuestos a la idea mirandina de unidad de Hispanoamérica pues en ello veían un escudo contra sus pretensiones hegemónicas hemisféricas.
También sabían que Miranda no se sometería a sus designios y que luchaba por alcanzar la plena independencia de “Colombia”. Le había escrito a Manuel Gual (diciembre de 1799) que los patriotas suramericanos lograrían sus propósitos independentistas “sin que la dominación de una potencia extranjera cualquiera pretenda fijarse o mezclar su autoridad en el país; ¡porque en tal caso seremos la codicia y muy luego el despojo de todas las demás que teniendo una fuerza marítima cualesquiera querrán también tener parte en la división”.
Así que Miranda, quien tanto ayudó a EEUU en su lucha por su independencia, no recibió jamás apoyo a sus planes independentistas. Sus propósitos de independencia e integración chocaron con el proyecto imperial y hegemonista de la élite anglosajona estadounidense. De modo que de parte de EEUU no hubo solidaridad ni retribución hacia Miranda, un hombre que tanto había hecho por la independencia de EEUU; un hombre que estaba dispuesto a darlo todo por la libertad, no solo de su Patria sino de EEUU y del mundo entero si ello era necesario.
Ahora, la lucha que mantiene el pueblo venezolana por su segunda y definitiva independencia es sometida al acoso imperial estadounidense. Esto les recuerda a los pocos gobernantes de EEUU que haya estudiado un poco de historia, que los venezolanos continuamos luchando con la misma tenacidad de Miranda y que al igual que él no nos rendiremos. Por eso nos someten al acoso y a sus campañas mediáticas. ¡No nos rendiremos!