Verónica Díaz
El periódico argentino Página 12 publicó un lacerante reportaje en donde denuncia que niñas chilenas menores de 16 años han sido presas, aisladas, torturadas y violadas. Están sin agua ni comida, las han desnudado y han sido víctimas de otras formas más graves de violencia sexual.
“En Chile hay violación de Derechos Humanos, todos los días, esto no es algo que parece, es algo que es, que sucede. Por eso necesitamos de la colaboración internacional, necesitamos que haya declaraciones contundentes sobre lo que está pasando en nuestro país con este virtual estado de sitio”, dice Constanza Schonhaut, militante por los derechos humanos y del Frente Amplio.
Luego de haber sido presentado como el país modelo, en donde la receta neoliberal supuestamente había generado progreso y bonanzas, el reloj pareciera haber retrocedido a los tiempos en que Pinochet impuso su dictadura destrozando los derechos humanos con un estadio lleno de presos políticos que fueron torturados y muchos de ellos asesinados.
Hoy el presidente Sebastián Piñera emula las lecciones del dictador y no ha dudado en aplicar una brutal represión como respuesta a las protestas que se iniciaron el pasado 18 de octubre. Se habla de desaparecidos y según cifras oficiales hay 25 asesinados y numerosos heridos.
Los organismos internacionales han denunciado una violación masiva y sistemática de los Derechos Humanos en la Chile de Piñera. Pero esta brutal carnicería, en su intento desesperado por acallar la protestas, solo ha logrado avivar la ira del pueblo.
Pablo Sepúlveda Allende, nieto del ex presidente Salvador Allende, explica que las razones estructurales del estallido social chileno están en los traumas acumulados por un modelo impuesto en tiempos de dictadura que sobrevivió en una democracia que ha sido incapaz de abolir las leyes impuestas por Pinochet.
Médico de profesión como su abuelo, Sepúlveda Allende manifiesta que para entender las causas de este alzamiento popular hay que remitirse a la historia y entender que es una rebelión en contra del modelo económico imperante desde el golpe de Estado de 1973 .
“Recordemos que fue Chile el primer país donde se implementó la receta neoliberal de una forma extrema”, destaca el nieto del digno presidente que entregó su vida aquel fatídico 11 de septiembre que por siempre enlutó a Chile.
Aunque comenzó con la dictadura, los sucesivos gobiernos profundizaron el mismo modelo de desigualdades que tiene sus bases legales y estructurales en la Constitución de Augusto Pinochet.
“El estallido resulta luego de un acumulado de demandas, que aunque han tenido otras expresiones durante estos años nunca han sido satisfechas y siempre han sido reprimidas brutalmente”.
Los Carabineros de Chile son una institución que ha sido entrenada para reprimir y proteger los intereses de la oligarquía, por lo que no han dudado en aplicar los horribles métodos usados en tiempos de Pinochet.
Sepúlveda Allende relata que durante estos años no han sido escuchadas las voces que claman por una educación gratuita y de calidad, tampoco las demandas de los mapuche, ni los reclamos por pensiones dignas, porque todas las exigencias sociales han tenido como respuesta solamente la represión.
Esta vez fue como una olla de presión que finalmente explotó a raíz de una chispa que pareció insignificante: el alza de menos de 1% de las tarifas del Metro.
Y aunque no resultaba un duro golpe para el bolsillo, los estudiantes decidieron rebelarse y se organizaron para el 18 de octubre protestar masivamente. Ese día cerraron las puertas del subterráneo, pero los jóvenes las tumbaron e ingresaron en señal de rebeldía. En respuesta debieron enfrentar una brutal represión de los carabineros, lo que indignó al pueblo y comenzó el estallido. A los estudiantes se le sumaron los trabajadores, y fue que una bola de nieve que se transformó en una inmensa avalancha social que está estremeciendo al gobierno de Sebastián Piñera, incluso se pide su renuncia.
“El pueblo se alzó en contra de una injusticia crónica impuesta por el modelo neoliberal, por eso al día siguiente las consignas decían: ‘No son 30 pesos por el alza del pasaje del Metro, son 30 años de injusticias’. Son 30 años de saqueo y explotación”.
Pero esta vez ha habido un salto en la conciencia del pueblo chileno que ha identificado la arquitectura de la injusticia que está legalizada por una Constitución hecha por la dictadura.
“Entendieron que nada cambiará en Chile, por más voluntad política que exista, si no se cambia la Constitución, que fue diseñada para proteger los intereses de los más poderosos, porque para sanar a Chile son necesarios cambios estructurales”.
El pueblo alzado esta vez pide una Asamblea Constituyente, que le de a Chile una Constitución que defienda los intereses de las mayorías chilenas.
Habían habido grupos políticos que pedían una nueva Constitución, pero nunca habían tenido el eco que esta vez ha sacudido a la nación austral.
“Hoy es una consigna que exige con fuerza una nueva Constitución, que se ha tornado en un objetivo político, incluso la solicitud fue hecha ante el Congreso de manera inédita, ya que los políticos de derecha e incluso de la concertación nunca cuestionaron a la Constitución heredada de la dictadura. Pero ahora la Constitución de Pinochet tiene una herida mortal, por lo que es casi seguro que será sustituida, pero debe ser a través de una Asamblea Nacional Constituyente, porque el Congreso actual solo haría cambios cosméticos”.
Explica que existe un proyecto de ley para solicitar un plebiscito que le consulte al pueblo si quiere una nueva Constitución. Se preguntaría si quieren una nueva Constitución y de ser así cómo quieren que se realice: por una Asamblea Nacional Constituyente, el Congreso en pleno o una Comisión Mixta entre pueblo y Congreso.
Para Pablo Sepúlveda Allende el único camino que aseguraría los cambios estructurales es a través de la Asamblea Nacional Constituyente.
“Son semanas donde el Congreso deberá aceptar el camino constituyente y luego el propio Piñera tiene que aprobarlo, ya que posee facultades presidenciales para impedirlo. Pero la presión popular lo tiene contra las cuerdas”.
Si el pueblo chileno logra conformar una Asamblea Nacional Constituyente se abriría una perspectiva totalmente nueva para la tierra del poeta Neruda. Pero Pablo Sepúlveda Allende advierte que aunque los más radicales exigen la renuncia de Piñera, se generaría un vacío de poder, ya que asumiría su Ministro del Interior, quien no estaría obligado a convocar a un proceso electoral.
Pero a menos que hubiese alguna desmovilización no se visualiza otra opción distinta a la Asamblea Nacional Constituyente.