Jonny Hidalgo
¿Cómo puede sabotearse a PDVSA frente a los ojos de más de 150 mil trabajadores? La historia demuestra que esto solo es posible mediante la perversión de la política de recursos humanos, pues ésta define el clima organizacional que afectará el ánimo de los trabajadores en la defensa y logro de los objetivos planteados. Si la clase trabajadora es desmoralizada y confundida en su sentido de dirección, no accionará contra el sabotaje ya sea por falta de comprensión, carencia de fe, o simple desmotivación. La consecuente desorganización afectará la capacidad de gobierno produciendo pérdida de gobernabilidad, pudiéndose llegar, incluso, a la paralización de la industria.
Los enemigos de la Patria, no inducen problemas a PDVSA mediante aspectos técnicos o económicos, sino a través de su política de recursos humanos, desmoralizando y restringiendo el potencial de la fuerza laboral. Dicha política no se lee en las reivindicaciones salariales, sino en el desarrollo de las relaciones de poder y la cultura organizacional.
Una política de recursos humanos que promueva al socialismo en una empresa petrolera que se declara antiimperialista, no puede concentrar el poder en una élite política o tecnocrática, ni mantener esquemas que favorezcan el interés de las transnacionales. Por el contrario, debe fomentar el desarrollo del poder en la clase trabajadora articulada con las comunas para garantizar la producción, la justa distribución del producto del trabajo, y la erradicación de las condiciones que propician la corrupción. Asimismo, debe fortalecer la cultura organizacional sobre la base de valores que se expresan en la remuneración, promoción, reconocimiento, participación, formación, incentivos y sanciones que responden a un código de ética revolucionario. Si en estos procesos las relaciones políticas o familiares son mejor valoradas que el trabajo; la cultura organizacional se fundará sobre la desmoralización, el oportunismo y la desidia, lo que hará a la organización ineficaz y vulnerable.
Estas reflexiones son necesarias para concebir la transformación de la Industria Nacional de Hidrocarburos, donde la Revolución debe hacerse hegemónica. Eso requiere de un cambio cultural cuya clave está en los valores que definen su política de recursos humanos. Estos no se promueven con papeles pegados en las paredes o cursos de ideología, sino con acciones que ilustren la honestidad, el respeto, la cooperación, y demás valores que mantengan en alto la moral de la clase trabajadora.