Tuvo la urgencia de la palabra poética desde muy joven y también de la lucha por la justicia social. Fue perseguido por promover la organización campesina, el cooperativismo y la igualdad por allá en El Tocuyo.
Por organizar huelgas y protestas fue expulsado de varios países y condenado a prisión por desafiar abiertamente a Juan Vicente Gómez. En fin, vivió la condena por ser comunista. Sin embargo, más que un conspirador, Pío, fue un inspirador, un “hombre sencillo y limpio de corazón”, quien fue reconocido como pionero del movimiento literario vanguardista y precursor de las doctrinas marxistas en Venezuela.
De niña y luego de adolescente, hace ya montón de años atrás, fui muchas veces a “La Pío Tamayo”, biblioteca pública en Barquisimeto. Recuerdo una hermosa luz entrando por aquella edificación de grandes ventanales. Afuera, hermosas trinitarias.
Tierra tocuyana
José Pío Tamayo nació en El Tocuyo, el 4 de Marzo de 1898, hace 120 años. Aprendió a leer con su tía Juana Francisca Rodríguez quien además fue su maestra en la escuela del pueblo. De allí pasó al liceo Bolívar y luego al colegio La Concordia de don Egidio Montesinos, conocido como el «Maestro de Occidente», quien fue guía de grandes como Lisandro Alvarado, Gil Fortoul, Ezequiel Bujanda, Pérez Limardo y Ramón Pompilio Oropeza, entre otros.
Desde muchachito mostró sus inquietudes por la literatura, con doce años y junto a los hermanos Hedilio y Alcides Lozada dirigió el periódico El Juvenil. Igualmente fundó los periódicos Saltos Brincos y Ayacucho. En 1912, se fue a Barquisimeto a estudiar en el colegio La Salle. En la capital larense trabajó junto a los hermanos Juan y Joaquín Falcón en una tipografía, y con el joven poeta, Roberto Montesinos funda la imprenta Gil – Blas.
Al morir su padre regresó al terruño, para ocuparse de la hacienda familiar El Callao. Apenas llegó, mejoró las condiciones de los trabajadores, adquirió nuevas y modernas maquinarias y tractores, instaló servicios sanitarios para los campesinos y campesinas; así como una red de energía eléctrica para las casas y la hacienda. No conforme con esto, fundó una granja porcina para diversificar la producción y con el fin de facilitar el traslado de la gente que era muy precario, creó el primer transporte colectivo entre Barquisimeto y El Tocuyo, el cual tenía bajo precio para ser usado por los más pobres. Con gran tenacidad, el joven Pío, dedico grandes esfuerzos en promover el trabajo organizativo y la conformación de cooperativas.
No descuidó nunca su pasión por la lectura y dedicó horas de su tiempo a la nutrida biblioteca de Don Bartolomé Lozada. Creó la Revista Renacimiento y el Centro Literario El Tonel de Diógenes, donde se realizaban reuniones y tertulias sobre poesía y política, así como lectura y debate de las obras de Aristóteles, Kant, Hegel y Marx, entre otros.
Sus acciones e ideales empezaron a considerarse como conspirativas y Pío empezó a ser amenazado por los esbirros gomecistas. Fue así que en 1922, por recomendaciones de su madre, salió del país hasta que “se calmaran las aguas”.
Agitando otros mares
Estuvo en San Juan de Puerto Rico, luego en Nueva York y de allí a La Habana, dicen que hasta llegó a participar en la fundación del Partido Comunista de Cuba. En su estancia en la isla escribió en las revistas Venezuela Libre y Universitaria, y se dedicó al estudio del marxismo y se unió a un grupo de venezolanos que luchaban contra Gómez. Desde la Liga Antiimperialistas de las Américas escribió en la publicación El Libertador.
En 1925 en Panamá, fue detenido por dirigir una huelga de inquilinos y luego expulsado de Guatemala por promover acciones subversivas. Se fue a Costa Rica donde estuvo como director de la revista Siluetas, al mismo tiempo que colaboró con las publicaciones Avispas y Nueva Prensa. Regresó al país en 1926, tras amnistía decretada por el régimen gomecista, y se incorporó a la vida intelectual y política del país. Formó parte de la revista Élite y del diario Mundial. También de las actividades conspirativas contra Gómez.
Llamado a los estudiantes
La noche del 6 de febrero de 1928 con el Teatro Municipal repleto por la coronación de Beatriz Peña como Reina de los estudiantes, en el marco de la conmemoración de la Semana del Estudiante, del aniversario de la batalla de la Victoria y de las fiestas carnestolendas, Pío declamó su poema Homenaje y demanda del Indio, a través del cual denunció el aislamiento cultural, la continua represión; así como las precarias condiciones de salud y analfabetismo.
A los pocos días, circuló una lista de detenidos. El nombre que encabezó la guía fue Pío Tamayo. Más de 200 estudiantes fueron arrestados y otros se entregaron voluntariamente. Fueron recluidos en La Rotunda y luego trasladados al Castillo de Puerto Cabello, como medida para “frenar los peligros del comunismo que empezaban a acechar al país”.
La carpa roja
El encierro no fue limitante para el poeta, quien fundó entre muros “La carpa roja”, un espacio para la formación política, el debate y estudio del marxismo. Kotepa Delgado, Rodolfo Quintero y Juan Bautista Fuenmayor fueron parte de los jóvenes revolucionarios participaron y que por cierto, editarían a la postre, la publicación “Lecciones para obreros”, contentiva de pensamientos elementales sobre la división de la sociedad de clases, los antagonismos sociales entre la clase obrera y la burguesía y el carácter del sistema capitalista.
Semanas después, fue develado un Golpe de Estado organizado por estudiantes y jóvenes militares. Tras estos hechos de creciente crítica y sublevación, se aprobó una reforma en la Constitución, que prohibió la propaganda comunista en todo el territorio, y a su vez, declaraba “traidor a la patria a todo aquel que practicara esa doctrina”.
Por presiones de la sociedad, muchos jóvenes fueron liberados, sin embargo Pío permaneció en la cárcel durante siete años en las más terribles condiciones. Salió de prisión cuando ya su estado de salud era muy grave para morir el 5 de octubre de 1935. A su hermano Toño pidió ser enterrado en El Tocuyo, “pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren (…)”.
Oda a Bolívar
Aunque venga sin lanza y sin escudo
alta la frente la rodilla en tierra
¡Oh! Genio de la paz ¿Dios de la guerra?
¡Por mi patria y por mí, yo te saludo!
He venido a pedir (aunque te asombres)
Que redimas tu patria esclavizada
Sus hombres lloran…pero no hacen nada
Y no hacen nada porque no son hombres.
¡Resucita¡¡Levántate! ¡Camina!
A un león español venció tu espada
Con ella vence la «pantera andina»
A tu blanco corcel clava la espuela
¡Vuelve! ¡Vuelve! Señor, sal de la nada
¡Y liberta otra vez a Venezuela!